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Viernes, 22 de agosto de 2008

Por placer

La Argentina tiene uno de los porcentajes más altos del mundo de mujeres dedicadas a la astronomía. Las investigadoras en esta disciplina ascienden al 36 por ciento del total, mientras que el promedio internacional es del 13 por ciento. Dubner reconoce que en la Argentina todavía el acompañamiento de la familia –las abuelas, sobre todo, y en los últimos años también algunos abuelos– resulta esencial para las mujeres que quieren adentrarse en los arcanos del universo. Lo dice ella que, en los albores de la década del ’80 comenzó a juntarse con algunas colegas de la región, jóvenes madres la mayoría, en proceso de doctorarse o por iniciar el post doctorado, que no sabían cómo seguir adelante con todo, niños y carrera. A partir de la socialización de esas preocupaciones –además de cuestiones menos mundanas como la formación de galaxias o de agujeros negros– surgió la Asociación Latinoamericana de Mujeres Astrónomas. “Cuando había nacido la mamá de esta nena –dice, al tiempo que señala con una plácida sonrisa la foto de su nieta de casi 4 años– yo estaba medio desesperada, pensaba que no iba poder trabajar nunca, que iba a tener que dejar la investigación. Y cada vez que iba al Observatorio de La Plata, para realizar las observaciones que necesitaba para mi tesis, pensaba ‘estoy dejando a mi hija, ay pobrecita’. Y me daba culpa, porque mientras trabaja, una disfruta mucho concentrada en lo suyo, ¡es peor que ir a una fiesta!”, rememora algo superada ya de esa carga y más entregada al disfrute pleno.

Resulta casi natural que esta apasionada de las estrellas sea una de las responsables del programa She is an astronomer que la Unión Internacional de Astronomía lanzará el año que viene en el marco de los festejos por el Año Internacional de la Astronomía.

“La idea es ver si se pueden generar acciones a nivel mundial. Porque, ¿de qué sirve ser muy flexible acá y dejar que una mujer con hijos haga su doctorado más lentamente, y que la beca le dure más, si cuando salga a buscar una beca externa la van a rebotar por la edad”, cuestiona la astrofísica.

Según los datos que Dubner recabó, la maternidad influye en la producción científica femenina, mientras que la paternidad no hace mella en la carrera de los varones. La carrera femenina es más lenta, pero el nivel de productividad de una mujer es igual o superior a la de un hombre que fue constante y no abandonó la investigación por partos o crianza de niños.

Otra de las acciones del programa que se extenderá durante todo el 2009 se centrará en divulgar los testimonios de astrónomas de todas las latitudes para alentar a las que están empezando. “El objetivo es que las que ya pasamos por etapas de definiciones más difíciles, las de toma de decisiones, podamos contar mirando hacia atrás, como para tranquilizar a las más jóvenes.” Dubner crió a tres hijos, pudo hacer su carrera y no se considera una “mujer excepcional”, en el sentido de que alguna cualidad personal extraordinaria le haya permitido realizar algo que a la mayoría le puede resultar imposible.

“Queremos que llegue a la mayor cantidad de gente posible –cuenta en relación con el programa que comandará con colegas de otros continentes–, para mostrar que se puede tener una carrera satisfactoria y una vida personal, que no necesariamente es familiar y de crianza, también satisfactoria.”

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