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Viernes, 21 de febrero de 2003

Bolivia alguien te u.s.a.

Por María Galindo

Bien podría ser que estemos viviendo el tercer capítulo de la novela que se empezó a escribir en Bs. Aires con De la Rúa, y que corrió a las calles a Caracas con Chávez, o el milésimo capítulo del colonialismo que vivimos como sociedades y que se reinaugura cada año de nuevo en las imposiciones del Fondo Monetario Internacional sobre la política económica, el pago de la deuda externa y la reducción del déficit fiscal cuyos costos directos son el hambre, la pobreza y el desempleo para nuestras vidas.
Esa es sin duda la base de la cual no podemos hacer a menos, porque no es sino la soga que tenemos alrededor del cuello, pero qué de las decisiones políticas y de la construcción de las representaciones.

La breve crónica
Francotiradores con mira telescópica y armas de guerra con balas dirigidas hirieron a un pacifista, mataron a una enfermera que recogía heridos en una ambulancia de la Cruz Roja y a una doctora que hacía lo propio, además de disparar, herir y matar a más o menos 80 personas todos jóvenes “vándalos” que no es que arriesgaron sus vidas, sino que las botaron en las calles para quemarlas junto al fuego que encendieron en las oficinas públicas, en las sedes de los partidos políticos y en los negocios desde Burger King hasta pequeñas tiendas comerciales. En todas las esquinas de las calles del centro de la ciudad de La Paz el ejército con tanques y uniformes de guerra protegía a balazos el Palacio de Gobierno vacío, mientras el gobierno negociaba con la policía aumentos salariales de todo tipo, implorándoles por su servicio.
La masa de gente revuelta y volcada a las calles estaba fundamentalmente compuesta por jóvenes y niños entre los 13 y 25 años, algunos pocos sectores sindicales y gente y más gente a la que le colgaba del cuello un solo cartel: tengo hambre, no tengo trabajo, me muero de bronca.
El gobierno decide retirar el proyecto de ley que imponía un impuesto sobre los salarios, proyecto que dicen que fue el origen del conflicto y que a nuestro entender sólo fue la chispa que encendió una mecha que se gesta más allá y por lo cual el retiro de este anteproyecto no es lo que restituyó la “calma” (entre comillas), sino que fue el uso de la fuerza y las armas tanto por parte de la policía como del ejército lo que de verdad restituyó la calma.
El gobierno impone en varios sectores de la población una primera conclusión, tan lamentable y tan dolorosa como el luto: necesitamos de la policía, necesitamos del ejército, del uso de la fuerza y de las armas.
Archivado y bien archivado en la memoria el hecho de que la policía es una
de las instituciones más corruptas y abusivas de la sociedad boliviana y que el ejército es una institución con vocación golpista y autoritaria. ¿Ahora son los héroes protectores y salvadores? ¿De quién?
Los partidos son un arma cargada de sangre, machismo y corrupción:
Sobre este conflicto sólo podemos hablar en primera persona, sin paraguas, ni representaciones que nos cobijen, aglutinen, junten o expresen.
El parlamento boliviano una vez más permanece impotente e inútil, la revuelta en las calles para frenar el proyecto de ley fue la respuesta a una actividad parlamentaria que no discute, que no representa y que noconvoca donde tanto el oficialismo como la oposición están obcecados en la pugna por el poder, lejos de la población, lejos de la vida cotidiana.
Entre Sánchez de Lozada, un neoliberal empresario gobernante de los privilegiados y hombre completamente desarraigado de esta tierra, y Evo Morales, ex sindicalista cocalero y actualmente jefe del Movimiento al Socialismo, un hombre que decide encarnar el caudillismo izquierdista, que no dialoga ni convoca a los movimientos sociales sino que los utiliza y que además ejerce una política de consignas y no de soluciones, existe una inmensa población apretada y sin voz propia que reacciona espontáneamente.

Esperanza quisiera nombrarte
Mientras El Estado Mayor del Pueblo que aglutina Evo Morales plantea como corolario del conflicto la renuncia de Sánchez de Lozada, el gobierno busca desesperadamente restituir y proteger el nudo de su política de cara a las transnacionales y la venta del gas, ambos sectores marcan su cancha esquizofrénicamente y sin una lectura de conjunto del conflicto. Unos anuncian una nueva propuesta de presupuesto, los otros anuncian más marchas y más bloqueos y una escalada sin límites de demandas sectoriales de aumentos salariales. Ambos apostarán como patriarcas insensibles al uso de la fuerza y de la violencia, ninguno conocerá los nombres de los y las huérfanas, ninguno asumirá ni críticas ni responsabilidades propias.
Seguirán escribiendo la política con sangre, con enemigos y con culpables que siempre son los otros, jamás nosotros.
No asistimos únicamente al agotamiento del neoliberalismo que nos ha empobrecido y que desde dentro de su propia lógica no tiene ni una solución más que ofrecer ni modo de maquillar el hambre que ha generado, es el agotamiento también de la democracia representativa administrada por los partidos políticos cuya base fundamental es la comprensión patriarcal de la política basada en el uso de la fuerza, la pugna por el poder, la doble moral y la corrupción.

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