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Viernes, 18 de julio de 2014

Una pesada herencia

Ocho de cada diez hijas (o nueras) participan en las tareas domésticas. En cambio, la división de la familia genera que cuatro de cada diez hijos (o yernos) también pongan la mesa, pongan el pollo en el horno, laven los platos, sequen los vasos o vayan a buscar la mayonesa y compren las bebidas en el supermercado. Si nos imaginamos una mesa de Navidad vamos a ver que el padre se queda sentado y la madre se para a llevar y traer. Pero no es una postal del pasado. La desigualdad se replica en las nuevas generaciones. Ellos siguen brindando, charlando, festejando y ellas se quedan erguidas con el repasador en la mano.

Las hijas le dedican 5,5 horas por día al trabajo no remunerado dentro del hogar, mientras que los hijos, 2,7 horas. Ser mujer en una familia implica el doble de esfuerzo, según lo relevado en la primera Encuesta Sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo, presentada por el Indec, el 10 de julio del 2014. Pero si esta realidad se da entre hijas mayores de 18 años, entre las adolescentes 13 de cada 100 realiza trabajo doméstico intenso que interfiere con su aprendizaje. En la Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU), del tercer trimestre de 2012, del Indec, se constató que el 3,3 por ciento de las niñas argentinas, de 5 a 13 años realizan trabajo doméstico intenso –considerado trabajo infantil– durante diez horas o más a la semana que, principalmente, tiene que ver con el cuidado de sus hermanos e implica una barrera para poder estudiar. En cambio, entre los varones de su misma edad el 2,0 por ciento no puede ir a la escuela porque su mamá no tiene con quién dejar a sus otros hijos (una tarea indelegable del Estado a través de la puesta en marcha de jardines maternales). Pero en la pubertad la desigualdad recrudece. El 13 por ciento de las chicas de 14 a 17 años le dedica 15 horas o más a la crianza de sus hijos o sus hermanos/as, que es el parámetro del trabajo infantil en la Argentina para esa edad. La diferencia con los varones es mayor, ya que el 5,1 por ciento de los pibes de su edad tiene esa carga dentro del hogar.

Claudio Comari, director nacional de Estadísticas de Condiciones de Vida del Indec, apunta: “El trabajo infantil conspira contra la participación en el sistema educativo, que es la actividad que debería organizar un niño, niña o adolescente. Las chicas participan más en las tareas domésticas y los chicos participan más en el trabajo productivo o de autoconsumo. Los hogares siguen reproduciendo la división sexual del trabajo en la sociedad en la que vivimos. El 78,8 por ciento de los varones de 18 años y más participa en el trabajo remunerado, mientras que el 50,4 por ciento de las mujeres participa en el trabajo remunerado, y lo preocupante es que no se verifican tendencias muy distintas entre las personas más jóvenes y los nenes y nenas, que sería lo que desearíamos. Cuando hay necesidad de incrementar los ingresos se apela al varoncito y cuando hay necesidad de apoyo de orden doméstico se apela a las niñas”.

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