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Lunes, 22 de marzo de 2004

FúTBOL

El último romántico del Calcio

Roberto Baggio anunció, a los 37 años, su retiro para el final de la temporada, y el fútbol ya lo está extrañando. Con 19 años de carrera y 200 goles en Primera División, el diez italiano se va de las canchas regalando magia.

Por Luis Miguel Hinojal *

Los cuentos dicen que a los genios, una vez invocados, les cuesta volver a su lámpara maravillosa. Acostumbrados a convivir con los mortales, privilegiados espectadores de su magia, difícilmente aceptan que las inexorables leyes del tiempo pongan fin a sus travesuras. Así se debe sentir el italiano Roberto Baggio que, a sus 37 años, ya anunció su retiro para junio pese a que sus admiradores siguen venerando cada una de las gloriosas muestras de categoría que todavía deja en los estadios.
Desde que apareció en Vicenza, Baggio jugó en Fiorentina, Juventus, Milan, Bologna, Inter y Brescia, y ganó dos Ligas, una Copa italiana y una Copa de la UEFA en sus 19 temporadas en Primera División, en la que marcó 200 goles. Esa marca le permite estar quinto en la tabla histórica de los goleadores del fútbol italiano y ser el primero de los que todavía se mantienen en actividad. Internacional 55 veces, disputó tres Mundiales y consiguió para su selección otros 27 tantos. Y en 1993 fue el último italiano galardonado con el Balón de Oro al mejor jugador en Europa. Parece eterno, pero la alarma sonó a finales del 2003, cuando, en su cuarta campaña en el modesto Brescia, hizo pública su intención de colgar los botines: “Mi trayectoria estuvo siempre condicionada por las lesiones. Me forzaron a llevar una carrera desequilibrada y me causaron muchos contratiempos difíciles de combatir a mi edad”.
Los problemas musculares no le permitieron a Baggio actuar más que en 18 partidos de la Liga actual, como si avisaran de que el juego que el genial diez lleva en la cabeza ya no puede bajar hasta los pies sin romper algo por el camino. Una lástima, porque su precariedad física no le impide ser una referencia del fútbol transgresor con los valores de culto al músculo y al tacticismo que reinan en el Calcio, como explicó Gianni Mura, periodista de La Repubblica: “Cada movimiento de Baggio, no sólo cada gol, es un golpe ligero, pero potentísimo al fútbol de los Míster de anchas espaldas. El fútbol de Baggio es revolucionario y blasfemo, adjetivos obligados cuando otro fútbol tomó el poder y está en los altares”.
Para los tifosi es difícil aceptar que llegará un fatídico domingo en el que Baggio ya no estará para plasmar su arte. Por eso, la prensa, rendida ante uno de sus ídolos favoritos, especula con la existencia de ofertas árabes o japonesas, más allá de la del Brescia, hasta que se canse. Los medios llegaron la semana pasada a conjeturar con que el Anderlecht le ofreció un contrato millonario para disputar sólo la Liga de Campeones, es decir, evitarle el desgaste del torneo nacional. Pero el club belga lo desmintió. Nadie quiere perderse los últimos coletazos de Baggio, agasajado por sus compañeros hace pocos días, en la celebración de su cumpleaños, con una torta en la que se leía “Baggio para siempre”.
La venerada estrella confiesa vivir un momento extraño: “Estoy acalorado. Sostengo una guerra interior. Por una parte, la decisión de retirarme, que ya decidí. Por otra, la pasión por el fútbol, que me arruina los planes. Las lesiones no me dejan pasar una semana tranquilo, pero...”.
Hasta Giovanni Trapattoni, técnico de la selección italiana, se plegó a la movida para no perder definitivamente al ídolo. Enterado del posible retiro, el veterano entrenador pretende homenajearlo con un partido despedida en la Squadra Azzurra, según publicó esta semana La Gazzetta dello Sport. “Me enteré de que decidió dejarlo. Le diré que si quiere volver con nosotros, me gustaría tenerlo para uno de los próximos partidos. Quizá contra España el 28 de abril”, afirmó Trapattoni, en referencia al amistoso que se jugará en Génova el mes que viene. “Sus 200 goles son el testimonio de una brillante, extraordinaria carrera que podría haber sido incluso más rica sin las serias lesiones que sufrió”, aseguró el seleccionador.
Mientras medita sobre su futuro, su figura adquiere dimensiones extradeportivas. En mayo se estrenará en Francia la pieza teatral Orfeo Baggio, firmada por el ítalo-francés Mario Morisi y de alucinante argumento. El planeta ha sido devastado por un terremoto. Todos los programas informáticos se han destruido. No hay forma de constatar la identidad de ninguna persona. La policía investiga un asesinato y el principal sospechoso es un tipo que se recreaba con un balón junto al lugar del crimen. Una vez detenido, a la hora de identificarlo, sin documentos verificables, asegura ser un gran futbolista llamado Roberto Baggio. “¡Giles, devuélvanme la pelota. Sin ella, no existo; no soy nadie. Soy Gulliver, soy Aladino!”, grita el arrestado en un pasaje que podría ser una metáfora del momento presente del verdadero Baggio. Porque, como dijo de él otro gran poeta del balón, el mítico Gianni Rivera, hay una verdad absoluta: “Ante el televisor, es el único que me obliga a no cambiar de canal. Es el último romántico del Calcio. Cuando se retire, todo habrá terminado”.

* De El País de Madrid. Especial para Líbero.

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