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Lunes, 26 de mayo de 2008

TENIS › GRANDES VICTORIAS DE LOS ARGENTINOS SCHWANK, DECOUD Y GONZáLEZ EN LA APERTURA DE ROLAND GARROS

París es la abanderada de los humildes

Los triunfos de Nalbandian, Acasuso o Del Potro fueron eclipsados por actuaciones que revelan historias de sacrificio y orgullo deportivo. La más llamativa de todas fue la de Schwank, que eliminó a Carlos Moyá, campeón en Roland Garros una década atrás.

 Por Sebastián Fest

Desde París

David Nalbandian comenzó con solidez su camino en Roland Garros, pero su triunfo quedó eclipsado por las sorprendentes actuaciones de un grupo de jugadores: los “humildes” del tenis argentino. Eduardo Schwank, Sebastián Decoud, Máximo González: tres nombres que pueden decir muy poco a los seguidores del tenis, pero tres historias de esas que marcan, tres vidas de esfuerzo que coincidieron hoy en encontrar su mayor recompensa.

Le sucedió a Decoud, un jugador de Curuzú Cuatiá, Corrientes, famosa hasta ahora por ser la cuna del chamamé, pero no por sus tenistas. “No me quiero ir más de acá”, dijo Decoud con un brillo en la mirada. Acababa de ganar una batalla de casi cuatro horas en la cancha 3 derrotando al belga Olivier Rochus 3-6, 6-4, 6-3, 6-7 (8-10), 6-1. Su próximo rival será el español Nicolás Almagro, palabras mayores cuando se trata de polvo de ladrillo.

Pero ya tendrá tiempo Decoud de pensar en Almagro, porque ayer se llevó 23.760 euros (37.480 dólares) por el triunfo, casi el 40 por ciento de los 107.973 dólares que había acumulado en siete años como profesional. Decoud no es un joven que surge. A sus 26 años es la “clase media-baja” del tenis, la raqueta traducida en esfuerzo, el anti-glamour: un obrero zurdo de tenis animoso y valentía en la cancha. “No tuve ningún apoyo económico, nunca, salvo mis padres al principio. Desde los 20 años me banco todo. No tengo contrato, ni ropa, ni raqueta”, explicó el número 249º del mundo, que en su vida había disputado un Grand Slam.

Menos aún había logrado González, que tenía un “cero” en el casillero de partidos ganados en el circuito de la ATP. Su puesto 137º en el ranking se construyó exclusivamente en torneos challenger, la quinta división del tenis. “Esta es una victoria muy importante, me motiva, me permite conseguir mejores contratos. Es la victoria más importante”, dijo con modestia y sin grandilocuencia tras el 6-3, 7-5, 4-6, 3-6, 6-2 sobre el croata Roco Karanusic.

Pero el gran héroe del día fue Eduardo Schwank, un portento físico que eliminó en un partido dramático al español Carlos Moyá, ex número uno del mundo y campeón de Roland Garros diez años atrás. “Podría haber perdido en tres sets, y la verdad que lo hubiera agradecido, porque el final fue bastante cruel”, dijo Moyá tras caer 7-6 (7-4), 6-2, 6-7 (1-7), 4-6, 6-3 en más de cuatro horas con un dramático final.

Schwank (75º), de 22 años, jugó el partido de su vida ante Moyá. “Tiene unos golpes y una velocidad sorprendentes para su tamaño. Va a llegar lejos”, dijo el español sobre su rival, que se conmovió con los elogios: “Es un orgullo que alguien como él diga eso de mí. Lo tuve siempre como modelo”.

El partido tuvo mil y una alternativas. Pudo ganar el argentino en tres sets, pero Moyá reaccionó para forzar el quinto parcial. Con ventaja 5-3, el argentino sufrió un fuerte calambre, sumiendo a su rival y al público en el desconcierto. Schwank saltaba en una pierna cerrando los ojos por el dolor. Necesitaba atención médica, y la tuvo, algo que hasta hace un tiempo no era posible en el circuito: sólo se atendía a los jugadores con problemas físicos en el cambio de lado.

Recuperado, Schwank resolvió el partido con aciertos propios y algún error del rival. “Estos últimos dos meses fueron increíbles para mí”, dijo sin ocultar su alegría Schwank, que viene de ganar tres challenger y de atravesar la clasificación en París, en una racha de 19 victorias que pudo haberse truncado en Burdeos, cuando al inicio del torneo se incendió la habitación de su hotel y perdió todo: documentos, dinero, computadora, ropa y raquetas. “No estoy contento de que me haya pasado eso, pero también aprendí mucho. Ves que hay que pelear, valorás cosas a las que no les das importancia”, reconoció el argentino.

En un día en el que ganaron también José Acasuso (6-4, 6-2, 6-4 al eslovaco Dominik Hrbaty) y Juan Martín del Potro (6-3, 6-2, 6-3 al francés Josselin Ouanna), la única caída argentina fue la de Carlos Berlocq, derrotado 6-2, 6-4, 6-1 por Nalbandian, que ve como una buena noticia el regreso, esta madrugada argentina, de Guillermo Coria a Roland Garros. “Está cada día mejor, intentando volver a su nivel, pero Tommy (Robredo) es un jugador complicado. Hay que ver qué pasa.”

Coria, que perdió la final de Roland Garros 2004 ante Gastón Gaudio tras disponer de dos match-points, no juega en París desde 2005, cuando cayó en octavos. Ausente durante más de un año del circuito entre 2006 y 2007, el argentino es ahora el número 604º del ranking mundial. Cuatro años atrás era el tercero y el jugador más dominante en polvo de ladrillo, el Rafael Nadal de su época. Hoy comenzaba como uno más, aunque la organización le dio el primer turno de la central.


Historias esforzadas

- Antes de vencer a Carlos Moyá, Eduardo Schwank había ganado tres challengers consecutivos (Cremona, Roma y Burdeos) y la qualy de Roland Garros: en total, 18 partidos consecutivos. Su objetivo era entrar entre los 100 mejores del mundo y ya lo logró. Ahora trata de meterse entre los 40 primeros. En el incendio de Burdeos se le quemaron, entre sus pertenencias, 5000 dólares en efectivo y una laptop. Apenas le quedaron alguna raqueta y un poco de ropa que tenía en la lavandería. Supo del drama cuando desayunaba y ni las largas horas declarando ante la policía ni los trámites posteriores lo desviaron del título. Antes de Roland Garros un fuerte dolor de espalda estuvo a punto de dejarlo afuera de la clasificación. “Casi no podía ni andar, pensé que tenía que renunciar, pero los médicos me curaron bien, el dolor bajó y pude seguir.”

- Sebastián Decoud jugó ayer en la cancha 3, la quinta en importancia en Roland Garros, que el argentino sintió como un escenario “de otro mundo”. Y ante un público adverso se dio el gusto de derrotar a la familia Rochus por segunda vez en menos de una semana, ya que en la primera ronda de la clasificación se impuso a Christophe, el hermano de Oliver. “Acá te impresiona la gente, hay gente por todos lados, y sabe mucho de tenis. Eso te ayuda a jugar, te empuja.” El correntino recordó a su psicólogo, Ariel Borenzstein, y a su entrenador, Leonardo Olguín. “No es casualidad que haya aparecido este año. En mi carrera como juvenil me fue bastante bien, pero después tuve dos o tres años en los que no supe encontrar el camino.” La vida tenística de Decoud –sin parientes en Francia pero con un perfecto dominio de ese idioma– discurría hasta ahora por torneos interclubes de Alemania y Suiza. Juega también para el Sarcelles, de la segunda división del Interclubes de Francia. Por eso es el 25º del ranking francés. Sarcelles era hasta hace unos años uno de los lugares más calientes de los suburbios parisinos.

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Eduardo Schwank, verdugo de Moyá en cinco sets.
 
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