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Lunes, 9 de agosto de 2004

Los Juegos están locos, locos, locos

Produccion: Facundo Martinez

ATENAS 1896. En los primeros Juegos de la era moderna se destacó la ausencia casi total de periodistas. Los organizadores se aseguraron algunas medallas en los 100 metros libres de natación, para marineros: el único requisito para participar era ser marinero y griego.
PARIS 1900. Considerados un anexo de la Exposición Universal, los Juegos pasaron prácticamente inadvertidos. “Es un milagro que el Movimiento Olímpico haya sobrevivido”, dijo el barón De Coubertin. El inglés Reggie Doherty se negó a disputar las semifinales del torneo de tenis contra su hermano menor, Laurie, para que éste jugara la final.
ST. LOUIS 1904. En el maratón, el neoyorquino Fred Lorz rompió todos los records. Hasta la hija del presidente Roosevelt, Alice, se hizo fotografiar a su lado. Más tarde se descubriría que Lorz había realizado parte del trayecto en auto: papelón y descalificación. Dentro del programa se celebraron los “Días Antropológicos” para que pudieran participar negros, sirios e indios. No sólo el racismo hizo que los Juegos fueran un fracaso: de los 617 atletas, 525 eran norteamericanos.
LONDRES 1908. El ganador del maratón, el italiano Pietro Dorando Pietri, fue descalificado por asistencia ilegal, brindada por los mismos jueces de la prueba, quienes lo ayudaron a levantarse de una caída y a pasar la meta.
ESTOCOLMO 1912. El gran ausente de estos Juegos fue el boxeo, ya que una ley sueca prohibía el deporte. El maratón se disputó bajo un calor asfixiante. El portugués Francisco Lazaro, de 21 años, cayó sofocado y murió al día siguiente en un hospital.
AMBERES 1920. Los organizadores belgas no consiguieron suficientes aportes para solventar los Juegos y fijaron precios muy altos para las entradas, lo que llevó a una importante falta de público, salvo en los deportes más populares como el fútbol y el boxeo.
PARIS 1924. El británico Eric Liddell, de religión protestante, optó por no participar de la carrera de los 400 metros, que lo tenía como favorito, porque ésta se disputaba un domingo, su religioso día de descanso.
AMSTERDAM 1928. Las mujeres participaron en atletismo y como en los 800 metros varias se desmayaron tras cruzar la meta, el presidente del COI, el conde Henri de Baillet-Latour, decidió excluir las carreras femeninas. La prohibición de no participar en pruebas de más de 200 metros duró hasta 1960.
LOS ANGELES 1932. Los elevados gastos de viaje y la crisis económica hicieron que la participación de atletas fuera la menor desde 1908. Acudieron a la cita 37 países, 1400 atletas, el número de disciplinas se redujo a 14 y se limitó la participación a tres atletas por disciplina.
BERLIN 1936. Los Juegos quedaron marcados por la hazaña del estadounidense negro Jesse Owens, quien, gracias a sus cuatro medallas de oro, desbarató los planes de Adolf Hitler de utilizar los Juegos como plataforma de propaganda política. Owens, que había vencido en los 100 y 200 metros y en los relevos 4x100, derrotó en salto en largo al alemán Lutz Long; Hitler no pudo soportarlo y terminó abandonando el estadio.
LONDRES 1948. En medio de un clima de posguerra muy austero, la BBC pagó 3 mil dólares por los derechos de retransmisión. La holandesa Fanny Blankers-Koen se convirtió en la primera atleta en ganar cuatro medallas en los mismos Juegos (100m, 200m, 80m vallas y 4x100m). Podrían haber sido más, pero no pudo competir en salto y salto en alto, en los que poseía el record del mundo, ya que, por reglamento, no le era permitido participar en más de tres pruebas individuales.
HELSINKI 1952. El regreso de la Unión Soviética, ausente desde la Revolución de 1917, fue considerado políticamente como un éxito diplomático del COI. Con una organización deslumbrante, fueron también los Juegos del perdón, ya que también fueron admitidos alemanes y japoneses.
MELBOURNE 1956. Se produjo la primera violación de la carta olímpica sobre la unidad de lugar de los Juegos: como la ley australiana imponía una cuarentena de seis meses a los caballos provenientes del extranjero, el COI confió la organización de las pruebas de equitación a Estocolmo. La tensión reinante en Hungría tras la intervención soviética se manifestó cuando los equipos de waterpolo de ambos países se pelearon en la piscina olímpica.
ROMA 1960. Descalzo, el etíope Abebe Bikila ganó el maratón y se convirtió en el primer negro africano en ganar una medalla de oro. Cassius Clay obtuvo la medalla de oro de los peso pesados con apenas 18 años y, como en los Estados Unidos le negaron la entrada a un restaurante de blancos, terminó tirándola a un río.
TOKIO 1964. El nadador Dick Roth se adjudicó los 400 metros pese a haber sufrido tres días antes un ataque de apendicitis aguda, negarse a ser operado y recibir medicamentos.
MEXICO 1968. Para protestar contra el racismo en Estados Unidos, “Jet” Smith y John Carlos, oro y bronce en los 200 metros, ambos militantes del Black Power, bajaron la cabeza durante el himno estadounidense y levantaron sus puños envueltos en guantes negros. Fueron expulsados por su Comité. Sin poder aguantar la presión, la yugoslava Vera Nikolic, plusmarquista mundial en los 800 metros, abandonó el estadio en medio de la carrera y trató de suicidarse en un puente cercano.
MUNICH 1972. Seis días antes de la clausura, el 5 de septiembre, un grupo de palestinos de Septiembre Negro tomó como rehenes a nueve miembros de la delegación israelí, exigiendo la liberación de 200 palestinos presos en Israel. Todos los rehenes murieron tras una tentativa fallida de la policía alemana por liberarlos. El presidente del COI, Avery Brundage, lanzó una frase que terminó siendo célebre: “Los Juegos deben continuar”.
MONTREAL 1976. Boris Anischenco, mayor del ejército soviético, fue eliminado de la prueba de esgrima por trucar su florete con un sistema ideado por él mismo que iluminaba la luz que registra los aciertos en el marcador. Como castigo, fue degradado y expulsado del ejército de su país.
La gimnasta rumana Nadia Comaneci fue la estrella: además de sumar tres medallas de oro, una de plata y una de bronce, obtuvo, con sólo 14 años, el puntaje perfecto, un 10 que terminó repitiendo siete veces.
MOSCU 1980. El presidente estadounidense Jimmy Carter decidió boicotear el megaevento ruso debido a la invasión soviética de Afganistán en 1979; lo siguieron unos 28 países, incluida la Argentina.
LOS ANGELES 1984. La suiza Gabriela Andersen concluyó la prueba de maratón deshidratada y con la mitad de cuerpo paralizado por los calambres; entró haciendo eses y en medio de una gran ovación.
SEUL 1988. Los Juegos del escándalo: además del doping positivo del canadiense Ben Johnson, el boxeador chino Park Si-Hun, proclamado ganador por el oro en superligeros ante estadounidense Roy Jones, se disculpó con su rival diciendo: “Yo perdí el combate. Me siento muy mal. Lo siento”.
BARCELONA 1992. Derek Redmond se lesionó en la final de los 400 metros y su padre se acercó para ayudarla a cruzar la meta. Participaron todas las federaciones y el COI embolsó por derechos televisivos 636 millones de dólares. Después de largas negociaciones con las Naciones Unidas, que habían impuesto un embargo a Yugoslavia, los serbios pudieron competir, pero sólo como “Participantes Independientes” y no en los deportes de equipo.
ATLANTA 1996. En estos Juegos en los que pareció importar más la comercialización que el deporte, no faltaron las sorpresas como la victoria de Nigeria en fútbol, venciendo a la Argentina en la final, o las medallas de oro de Sudáfrica desde su vuelta al olimpismo, las del maratonista negro Josia Thugwane y la nadadora blanca Penny Heyns.
SYDNEY 2000. En natación se esperaban grandes hazañas del australiano Ian Thorpe. Con tres títulos, pero uno solo en individual, 400 metros libre, el joven prodigio quedó eclipsado por el holandés Pieter van den Hoogenband, autor del doblete 100 y 200 metros libre.

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Una recorrida anecdótica y humorística por la historia de las citas olímpicas, más de un siglo de deportes con regreso a Atenas.
 
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