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Lunes, 12 de agosto de 2002

D’ALESSANDRO DEBIO SALIR POR UN TIRON

Con dolores de desgarro

Por J.J.P.

Onomatopeya 1: “Ayyyy” (Andrés D’Alessandro cuando sintió el tirón en la parte posterior del muslo derecho). Onomatopeya 2: “UuUuuuuhhhh” (los hinchas de River cuando vieron que el número diez del equipo se frenaba de golpe, comenzaba a renguear y se tomaba la pierna). Onomatopeya 3: “Uyuyuyuy” (Manuel Pellegrini, cuando se dio cuenta de que no quedaba otro remedio que reemplazar a D’Alessandro, con la consecuente pérdida de calidad). Onomatopeya 4: “Iujuuuuuu” (Jorge Fosatti, DT de Colón). Onomatopeya 5: “Auch” (Luis Seveso, médico de River, cuando D’Alessandro, ya lesionado y a punto de ser sustituido, realizó el último esfuerzo y quedó tendido en el piso). Onomatopeya 6: “Faaaaaa” (Damián Alvarez, cuando advirtió que le tocaba entrar). La secuencia, que duró un minuto y medio a lo sumo, marcó uno de los picos de máxima tensión en la historieta del triunfo de River. A D’Alessandro se lo podía reemplazar, no como Guillermo Pereyra, que un rato antes se había ido expulsado, pero los hinchas millonarios sufrieron la salida del crack como una verdadera pérdida y les rondó la idea de que el partido se complicaría mucho porque Colón se iba a agrandar. Algo de eso pasó, pero los rojinegros fueron menos peligrosos de lo que se podía suponer en aquel momento. Lo que quedó claro es que los hinchas riverplatenses lamentaron más el reemplazo de D’Alessandro que la doble amarilla de Pereyra.
El de ayer fue el primer partido de D’Alessandro en el campeonato, ya que las dos primeras fechas se las perdió por acumulación de tarjetas amarillas en la competencia anterior. Fue un estreno doble: debut en el torneo y debut con la camiseta número 10 que heredó de Ariel Ortega. Y en el tiempo que estuvo en la cancha dejó claro que el número no le queda grande y la función de enganche tampoco. Soportando la marca pegajosa de Romagnoli, no alcanzó a redondear una actuación brillante, pero se anotó algunos porotos con gambetas vistosas y pases a lo Bochini, juntando gente para tocar después con sutileza entre varios. Le faltó fuerza en los dos remates al arco que ensayó. Le pegó de media distancia en ambos casos y encontró muy bien parado a Irigoytía, la figura de la cancha. D’Alessandro deslumbra cuando mete quinta con la pelota atada a su pie izquierdo y cuando zapatea y anuda las piernas de los resignados rivales, aunque a veces abusa del recurso y se expone a que lo revoleen de un patadón. Con un poquito de maduración seguramente hará menos chiches, se desprenderá más rápido del balón en beneficio del equipo y alcanzará el nivel superlativo que se vislumbra.
Ayer, a los 5 minutos del segundo tiempo y con el partido 1 a 0, le tiraron un pase sobre la izquierda, recibió con comodidad, encaró y de golpe se frenó por culpa del maldito tirón que lo obligó a salir. Recién hoy le van a hacer una ecografía y se sabrá con certeza si se trató de un desgarro (se presume que sí) y cuánto tiempo demandará su recuperación. River lo va a extrañar.

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