libros

Domingo, 8 de agosto de 2004

Cine de bolsillo

BUSCADOS VIVOS
Juan Sasturain

Astralib
Buenos Aires, 2004
294 págs.

POR JONATHAN ROVNER

Habría, según Sasturain, entre los artistas una raza muy particular. Se caracteriza por la compulsión de contar a través de imágenes. Entre ellos hay contadores de historias y contadores de chistes; fabuladores de vidas y creadores de mundos imaginarios. Casi todos, personas que, en algún momento de su vida, han jugado al oficio de ser dioses. Son los dibujantes de comic. Posiblemente como un homenaje a esa raza, Sasturain acaba de publicar Buscados vivos, el libro en el que recopila sus entrevistas, opiniones y artículos sobre los grandes dibujantes y autores de la época de oro de la historieta argentina.
Especie de cine portátil, la historieta de aventuras fue, durante generaciones, la gran pasión de niños y adolescentes. Muchos se dedicaron a leerlas con absoluto fervor, e incluso, los más obsesivos, llegaron a formar vastas y valiosas colecciones de ellas. Buscados vivos está escrito con las voces de sus autores, entre las que se intercala, afectuosa y analítica, la de Sasturain, quien por momentos parece estar sentando las bases para una teoría literaria del dibujo. La misma llega a explicitarse, por ejemplo, cuando escribe “Oski dibuja con la impunidad temblorosa de un chico: las cosas como son –literalmente– y no las cosas como parecen o se manifiestan. Todo un programa que no necesita articulación o formulación para ser revolucionario, lo es, con la rotundidad de un par de medias a rayas tiradas en medio de la Historia”.
Hablan con Sasturain, en este libro, entre otros, Hugo Pratt, creador de El Corto Maltés, Francisco Solano López, dibujante de El Eternauta, y Juan José Salinas, padre de todos ellos, autor del sindicado Cisco Kid, el comic distribuido en todo el mundo por King Features durante 18 años. Hoy, más cerca de ser una especie en extinción, aquellas colecciones de historietas mantienen viva el aura de otros tiempos. Quizá por eso Sasturain parece tener la idea de que la experiencia del comic es intransferible. Hay que haber estado allí, de niño, pendiente del desenlace de una historia, para entender la emoción que significa conocer, años después, a sus autores.
Por eso, esta aparente sucesión de entrevistas debe leerse, ante todo, como el trabajo de un coleccionista. En sus páginas, Sasturain recopila las voces, la historia y algunos detalles de “la cocina” de cada autor. Así, por ejemplo, el Tano Pratt cuenta que hacía muchos “hombres de la jungla”, no porque le gustaran especialmente sino porque cuando se equivocaba, para no rehacer, cubría con negro. Y lo cuenta con cierto orgullo: “Yo nunca le tuve miedo al negro, aunque los dibujantes le temen porque es un hecho expresionista; tenés que dominarlo bien para usarlo. A mí me importaba cuatro pepinos... Yo a veces sólo quería tapar las equivocaciones”.
Como si fuera una tesis doctoral, pero para la universidad de la calle, el libro de Sasturain va y viene de la técnica a la vida, de la obra publicada a la biografía de los autores, con la fluidez de una charla. De Pratt a Oski, del humor a la aventura, recupera el tono coloquial y reposado de las conversaciones.

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