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Domingo, 26 de noviembre de 2006

LIBRO CHICHE

Degas y la pequeña bailarina

 Por Sandra Comino

Laurence Anholt nació en Londres pero vivió su infancia en Holanda, y entre su producción como autor e ilustrador se pueden mencionar: El jardín mágico de Claude Monet, un libro que narra cómo Julia descubre la fascinación del pintor por el color y las flores. En el mismo estilo, Camille y los girasoles, se refiere a la amistad entre un niño de Arlès y Van Gogh; Leonardo y el aprendiz volador, donde cuenta la relación del maestro más importante del Renacimiento y su aprendiz, y Picasso y Sylvette, en el cual describe cómo una tímida muchacha inspira a un artista y será luego modelo de numerosas obras. La conexión entre todos estos libros es el tema y la presencia de un/a niño/a o un/a joven en la vida de un creador. De hecho, se encuentran dentro de la colección “Los niños y el arte” (Ediciones Serres) y pertenecen a la sección “Amistad con artistas”.

En Degas y la pequeña bailarina (que integra la mencionada colección), Anholt combina información y su texto tiene un acercamiento a lo literario; mezcla datos biográficos, históricos, con un narrador que presenta una escena inicial donde un vigilante de museo dice conocer muy bien la vida de una bailarina que posó para una escultura de Edgar Degas. Hay un cuento dentro de otro y el más importante es sobre Marie, que sólo quería bailar y se encuentra con un pintor de “caballos y bailarinas que trata a todos de la misma manera”. Tanto Marie como Degas tienen pasión por lo que hacen y dificultades físicas que pueden obstaculizar sus objetivos, pero no dejarán de perseguir sus aspiraciones, en la vida y en el arte. Lo que cuenta el guía del museo es interrumpido y retomado por un narrador que a su vez rememora la misma historia, pero desde un punto de vista más distante.

La ilustración diferencia el tiempo presente del pasado con las técnicas artísticas que usa Anholt para lograrlo. El pasado evoca el mundo de Degas con fondos y colores similares a sus cuadros. Y el presente tiene dibujos más sencillos y hasta estereotipados si se quiere, también fotografías de bocetos, de pinturas y de la escultura de Marie.

Sin embargo, a diferencia de otros libros de información, éste, al mismo tiempo que detalla una historia real, involucra al receptor en la historia. Esto sucede porque en vez de contar simplemente la anécdota como un mero hecho, la combina con recursos que generan atracción y una posible ficción humaniza por completo a los personajes. En este sentido, resulta un producto artístico que aleja al libro del didactismo o la enseñanza forzada y aburrida, tan frecuente en este género. Como consecuencia, se logra transmitir la magnitud del arte, que es precisamente hacer posible o al menos acercar a las personas a sus sueños.

A un receptor pequeño observar este tipo de imágenes y leer “el cuento” le despierta sensibilidad estética. Esta manera de contar estimula en el niño una posibilidad de búsqueda, con la ayuda del adulto, para hallar en el paratexto no sólo la biografía del artista, referencias de la existencia y fechas de las obras sino los lugares donde las pinturas permanecen actualmente: en museos o en colecciones particulares.

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