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Domingo, 6 de diciembre de 2015

DANIEL ALVARO

LA COMUNIDAD DESEADA

Rastrear los alcances, evolución y límites del concepto de comunidad, casi siempre atado en una suerte de tensión y superación al de su par “sociedad”, es el hilo conductor de un riguroso trabajo de Daniel Alvaro sobre la herencia de Marx, Ferdinand Tönnies y Max Weber en la moderna sociología.

 Por Eduardo Rinesi

El extraordinario libro que Daniel Alvaro acaba de entregarnos sobre el “problema de la comunidad” en las obras de Marx, de Tönnies y de Weber nos ofrece una soberbia lección de teoría social, de altísimo nivel y gran refinamiento conceptual y argumentativo, en la que sobresalen, alrededor de la hipótesis general de que el concepto de comunidad (“que nace en la modernidad y, como si dijéramos, con ella”) se determina por oposición al de sociedad, “del que es estructuralmente solidario”, un puñado de ideas muy interesantes que quizás podamos tratar de resumir. La primera es que, como indica Alvaro casi de movida, “la comunidad es un problema desde el momento mismo en que se asiste al descubrimiento de su pérdida”, lo que conduce a que sea un tono de nostalgia y de lamento el que casi invariablemente presida, incluso en autores a los que desde todo punto de vista corresponde calificar de progresistas, su tratamiento.

La segunda –que me parece a mí que es sumamente original– es que el antecedente más directo del “acontecimiento teórico” que definió el sentido moderno del concepto de “comunidad”, y que es, dice Alvaro, la introducción de la oposición entre Gemeinschaft (comunidad) y Gesellschaft (sociedad) en el título del libro más famoso del sociólogo alemán Ferdinand Tönnies, debe buscarse, más que en ningún otro lugar, en la obra teórica de Marx. Nostálgico al mismo tiempo que modernista, romántico al mismo tiempo que revolucionario (la interpretación de Alvaro se pliega en este punto a la ya muy difundida de Michael Löwy), Marx fue, leemos, el pensador de la comunidad como origen y como fin de la vida en común entre los hombres y como realización de la esencia humana verdadera, y la opuso todo a lo largo de su obra a esa forma mala y degradada de vida en común que era la sociedad... burguesa, a la que se representaba como aparente, ilusoria y deshumanizante.

Después hay que apuntar la preciosa exégesis que nos ofrece Alvaro de la teoría de Tönnies, que no excluye el análisis de sus cambios a lo largo de los años y del impacto que la aparición de la obra de Weber opera sobre ella. Como es imposible resumir en unas pocas líneas la presentación que hace Alvaro de esta obra mayor del pensamiento sociológico alemán, destaco aquí sólo tres cosas. Una: su tratamiento de la tensión entre las ideas de “comunidad” y “sociedad” como formas empíricas y como aparatos de pensamiento. Dos: su señalamiento de que la oposición entre comunidad y sociedad (es decir: entre lo viejo y lo nuevo, lo orgánico y lo mecánico, lo natural y lo artificial, la cosa y el nombre) expresa, al nivel de la teoría, la oposición entre las tradiciones historicista-realista y racionalista-nominalista en las que abreva su pensamiento. Y tres: la sugerencia de que el par comunidad/sociedad es la réplica sociológica de la oposición psicológica entre la idea de voluntad esencial y la de voluntad de arbitrio.

Esto último nos pone ya en la senda que nos conduce al pensamiento de Max Weber, que concebía la vida social pensando los sentidos de las acciones de los individuos, y que entendía la transformación progresiva de la sociedad como un proceso de racionalización de esos sentidos de la acción. No hay acá, protesta Alvaro, el abismo que la tradición ha querido ver entre los pensamientos de Tönnies y de Weber: la pregunta de Weber por la racionalización de la vida había sido, antes y en un sentido semejante, la misma que la de Marx y la de Tönnies. Como tampoco hay en esta idea de la racionalización de Weber una superación de la nostalgia comunitarista de sus dos antecesores: su conocida tesis del progreso como un desencantamiento del mundo (hija de la pregnancia que también en él, como en Marx y en Tönnies, había tenido la herencia del romanticismo) parece más bien confirmar esa misma perspectiva.

Ahora bien: esta perspectiva no es más que el correlato de lo que Alvaro caracteriza, en los tres autores objeto de su estudio, como un privilegio ontológico de la comunidad sobre la sociedad, en un esquema en el que la primera aparece como un modelo o como una forma verdadera de la socialidad en general, y en el que la otra ocupa el lugar “segundo” del doble o de la copia. Del suplemento, como dice Alvaro pensando en Derrida y su De la gramatología, formidable ejercicio de “deconstrucción” de la metafísica de la presencia en la filosofía occidental. Es que se trata de eso mismo: de mostrar que por mucho que estos grandes cuerpos de la teoría social moderna critiquen los enunciados “filosóficos” contra los cuales se levantan y busquen reemplazarlos por las nuevas formulaciones “científicas” que traen consigo, nada de eso afecta lo que Alvaro llama “la estructura oposicional que le es consustancial a la discursividad metafísica” que sostiene todo el edificio de nuestras ciencias sociales.

El problema de la comunidad Marx, Tönnies, Weber. Daniel Alvaro Prometeo 310 páginas

Y que por cierto no se agota en las obras de los tres autores que Alvaro estudia en este libro, sino que involucra también un conjunto de otros pensamientos de lo más variados, que, del mismo modo que estos tres, levantan sus pretensiones de cientificidad e incluso reivindican orgullosos su independencia de la filosofía sin superar su compromiso con la metafísica, compromiso del que el privilegio de la “comunidad” sobre la “sociedad” no es más que una manifestación entre otras varias. Es por eso que, casi al final de su trabajo, Alvaro señala que “otra investigación, de la que esta no sería más que una introducción o una preparación necesaria, debería dar cuenta de los alcances del comunocentrismo en la sociología contemporánea, al menos desde Parsons hasta Habermas”. Ojalá Alvaro lleve adelante alguna vez, con la destreza y la claridad que ha puesto en juego en este libro, esa otra investigación. En todo caso, ya con ésta nos ha dejado ver el rumbo del camino que sería necesario recorrer.

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