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Domingo, 1 de junio de 2003

Géneros

El cálculo de Dios
Robert J. Sawyer

Trad. Pedro Jorge Romero
Ediciones B
Buenos Aires, 2003
431 págs.

Puede sonar paradójico que un género eminentemente futurista como la ciencia ficción añore su época de glorias antiguas, aquel pasado poblado de Asimov, Ballard, Dick, Lem y el mejor Bradbury, que ahora languidece esperando mejores futuros. Y tal vez un indicio no menor de semejante y melancólico estado sea que El cálculo de Dios, del canadiense Robert Sawyer, haya perdido el Premio Hugo de 2001 (uno de los galardones emblemáticos de la ciencia ficción) ¡a manos de Harry Potter y el cáliz de fuego (cuarto libro de la serie)!
Sin embargo, El cálculo de Dios tiene algo de lo mejor de aquella vieja tradición de la ciencia ficción. Planteándose en principio como un diálogo entre un científico humano y uno extraterrestre que llega en busca de más razones para creer en Dios, presenta casi al pasar algunas civilizaciones que hacen acordar al Hacedor de estrellas de Olaf Stapledon (de imaginación sin igual). La novela atrapa en ese devenir argumentativo a pesar de que –no podía ser de otro modo– el extraterrestre sostiene básicamente el transitado argumento del diseñador: el mundo está tan ajustado en sus mínimos detalles (ahora descriptos con minuciosidad por la ciencia) que no puede haber sido producto del azar y necesita imperiosamente de alguien que lo haya planificado (esto, por cierto, sólo soluciona un problema para crear otro: quién diseñó a Dios que, vaya, también está necesitado de su propio diseñador). Por momentos, el extraterrestre razona como lo haría Chesterton: “que vivimos en un universo creado es evidente para cualquiera con la suficiente inteligencia e información”, le dice al paleontólogo humano, quien replica a favor del azar, pero con decreciente énfasis.
Esos diálogos son lo mejor del libro; cuando sale de ese anquilosamiento platónico, la novela acaba en un par de hechos inexplicables que no tienen sentido dentro de la estructura (dia)lógica de la novela: 1) hay un atentado de creacionistas humanos en el que uno de los extraterrestres queda herido; y 2) se presenta un episodio de encuentro con la divinidad que es apenas una copia menor de aquel final de 2001 Odisea del espacio de Arthur Clarke, con un superbebé con ADN mezcla de tres distintas especies intergalácticas.
En síntesis, novela ágil de tema científico, con ideas inteligentes, algo de provocación y final prescindible, que deja claro que el género imaginó mejores futuros que éste.

Martín De Ambrosio

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