libros

Domingo, 18 de mayo de 2014

YO NO AMO EL MAR

De Marina Tsvietáieva a Borís Pasternak

St Gilles, 23 de mayo de 1926, domingo

Alia se fue a la feria, Mursik duerme; quien no duerme– está en la feria, quien no está en la feria– duerme. Unicamente yo no estoy en la feria y no duermo. (la soledad agudizada por el individualismo. Para sentirme no durmiente, es necesario que todos duerman.)

Borís, no te escribo las cartas que quisiera. Las verdaderas no rozan siquiera el papel. Hoy, por ejemplo, empujando durante dos horas el cochecito de Mursik por un desconocido camino, dando vuelta al azar, reconociéndolo todo, deleitándome de estar por fin en tierra firme (la arena es– mar), acariciando –de paso –unos florecientes arbustos espinosos –como acaricias a un perro ajeno, sin llegar a detenerte– hoy, Borís, hablé contigo ininterrumpidamente, en ti hablaba –me regocijaba– respiraba. Por momentos, cuando te quedabas demasiado pensativo, tomaba entre mis dos manos tu cabeza, y la volvía ¡mira! No creas– que esto es bello: la Vendée era pobre, exenta de toda, héroique exterior: arbustos, arenas, cruces. Tartanas llevadas por borricos. Viñedos marchitos. Y el día era gris (coronación del sueño), no había viento. Pero –había una sensación de Pentecostés ajeno, ternuras por los niños en las tartanas borriqueñas; las niñas con sus vestidos largos, serias; con sombreros anticuados, como en los tiempos –absurdos– de mi infancia: fondos cuadrados y lazos laterales –las niñas tan parecidas a las abuelas y las abuelas a las niñas... Pero no quiero hablar de eso, de otra cosa, y también de eso –y de todo– de nosotros hoy, desde Moscú o desde St Gilles– no sé, mirando la miserable Vendée festiva. (...)

Borís, pero hay algo: YO NO AMO EL MAR. No puedo, tanto espacio y no se puede caminar. Eso por un lado. El se mueve y yo lo contemplo. Eso por otro. Borís, eso viene a ser la misma escena, es decir, mi obligada y evidente inmovilidad. Mi inercia. Mi –lo quiera yo o no lo quiera– tolerancia. ¡Y por la noche! Es frío, golpea con violencia, no se deja ver, es hostil, está lleno de sí – ¡como Rilke! (De sí o de la divinidad –es igual.) A la tierra, la compadezco: tiene frío. El mar no tiene frío, él es –el frío, todo lo que hay en él de terrible es– eso. Su esencia (un enorme refrigerador (Noche). O un inmenso perol (Día). Y perfectamente redondo. Un plato monstruoso (...)

Borís: no estoy ciega: veo, escucho, siento, inspiro todo lo que hay que inspirar, pero –para mí no es suficiente. No te he dicho lo más importante: al mar sólo se atreven a amarlo el pescador o el marinero. Solo el marinero y el pescador saben qué es. Mi amor sería abusar de mis derechos (el “poeta” aquí no significa nada, la más lamentable de las excusas. Aquí es –constante y sonante).

Mi orgullo está ofendido, Borís. En la montaña no soy peor que el montañés; en el mar –no soy siquiera un pasajero. Soy un VERANEANTE. Un veraneante enamorado del mar... ¡Qué canallada!

A Rilke no le escribo. Es un martirio demasiado grande. Estéril. Me hace perder el hilo –me distrae de la poesía– convertido en el Nibelungen– hort (Tesoro de los Nibelungos)– ¿¡le es fácil salir adelante!?

El –no me necesita. A mí –me hace daño. No soy menos grande que él (en el futuro) pero –soy más joven. Muchas vidas más joven. La profundidad de la inclinación –es la medida de la altura. El se inclinó profundamente hacia mí –quizá más profundamente que...(¡no importa!)– ¿qué sentí? SU ESTATURA. Antes la conocía. Ahora la conozco en mi propia piel. Le escribí: no me haré más pequeña, eso no lo haría a usted más alto (¡ni a mí más baja!), únicamente lo haría más solitario, ya que en la isla donde hemos nacido –TODOS SON– COMO NOSOTROS.

“Por todos los mundos y regiones y caminos/ la eterna pareja de los que –nunca– se encuentran”

Llegó solo, así, en un dístico, como llega todo. El resultado de un suspiro, al que nunca se adherirá una premisa.

Para mi Alemania fue necesario todo Rilke. Como de costumbre comienzo por la renuncia.

Oh, Borís, Borís, cura, lame la herida. Dime por qué. Demuéstrame que todo está bien. No, no la lamasl, –¡qu em a la herida! “He gustado un poco de miel! ¿te acuerdas? ¡Era - miel!

Te amo. La feria, las tartanas con los borricos, Rilke. –todo es para ti, todo va a ti, a tu inmenso río (no quiero –mar). Te extraño tanto como si te hubiese visto ayer.

M.

Compartir: 

Twitter

SUBNOTAS
  • YO NO AMO EL MAR
 
RADAR LIBROS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.