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Sábado, 1 de septiembre de 2007

DISEñO SOLIDARIO

Con responsabilidad social

“Design for the Other 90%”, en el Museo Nacional de Diseño Cooper-Hewitt de Nueva York, contiene una selección de objetos diseñados para mejorar la calidad de vida de las personas con menos recursos.

 Por Matias Delfino

La mayoría de los diseñadores crea productos para empresas y grandes corporaciones cuyo mercado final es el consumidor de altos ingresos, una elite que representa sólo un 10 por ciento de la población mundial. Para los cinco mil millones de personas que conforman el 90 restante, la realidad es muy distinta. Lejos de consumir impulsados por el deseo o el placer, este sector mayoritario se caracteriza por el bajo poder adquisitivo, que apenas le permite consumir para satisfacer sus necesidades básicas y subsistir. Aislados del mundo exterior y excluidos de los beneficios de la ciencia moderna, los avances tecnológicos y la medicina, muchas veces carecen de acceso a las necesidades básicas, como alimentos, agua, salud y refugio, ya que sus medios se limitan a los recursos naturales de sus tierras.

La muestra expone la creciente tendencia entre diseñadores a desarrollar soluciones orientadas a las necesidades básicas de esta inmensa mayoría de la población mundial, que gran parte de los diseñadores no suele tener en cuenta como posible mercado. Estos nuevos diseños respaldan políticas económicas sostenibles y responsables. En lugar de explotar a las economías pobres, las ayudan a minimizar el impacto ambiental, incrementar la inclusión social, mejorar la asistencia sanitaria y mejorar la calidad de la educación, haciéndola más accesible.

Son más de treinta trabajos que demuestran cómo el diseño puede actuar como una fuerza dinámica transformadora, llegando incluso en algunos casos hasta a salvar vidas. Hasta fines de septiembre, la muestra explora una amplia variedad de objetos socialmente responsables y de bajo costo. “Al exponer el trabajo de diseñadores que usan su talento e ingenio para ofrecer soluciones de arquitectura y diseño para una mejor calidad de vida del individuo, el museo busca generar conciencia sobre la creciente necesidad de diseño humanitario”, afirma Paul Warwick Thompson, director del Cooper-Hewitt.

En la exhibición se pueden apreciar diseños tales como una vasija de cerámica creada para filtrar agua; una red anti-mosquitos de larga duración tratada con insecticida para lugares afectados por la malaria; una prótesis de bajo costo, durable y confeccionada de manera tal que permite el libre movimiento del pie; un sistema de almacenamiento de agua de lluvia para ser utilizado con fines domésticos e irrigar terrenos de superficie pequeña; una extensión concebida para ser anexada a la parte trasera de una bicicleta que permite que ésta arrastre una carga considerablemente más pesada; un cargador de batería para audífonos que utiliza energía solar, eliminando así el alto costo que genera el constante reemplazo de la batería; una computadora de uso personal, portátil y de bajo costo, diseñada como una herramienta para el aprendizaje, información y comunicación de niños de países en desarrollo; y hasta refugios prefabricados construidos con materiales biodegradables, livianos, de fácil ensamble y bajo costo de producción, que ya han sido utilizados para albergar a quienes quedaron desamparados tras catástrofes como el tsunami que afectó distintos países de Asia y el huracán Katrina en el estado de Mississippi, EE.UU.

Entre los diseños innovadores también se encuentra el lifestraw, una especie de tubo personal y portátil que sirve como un purificador de agua: al succionarla utilizando este dispositivo se convierte en agua potable. Producido en forma conjunta por diseñadores de China y Suiza, el sistema se mostró eficiente para combatir enfermedades transmitidas por el agua, como la fiebre tifoidea, el cólera y la diarrea, y ya se usa en Nigeria, Ghana, Pakistán y Uganda.

En Haití, la utilización de leña como fuente primaria para combustible de cocina contribuye a la degradación del medio ambiente y a la deforestación, que alcanza actualmente al 90 del territorio. Al mismo tiempo, 2 millones de personas mueren cada año por la inhalación del humo de la combustión de materiales contaminantes. Para ayudar a solucionar este problema, se desarrolló el carbón de caña de azúcar. El desperdicio de lo que se utiliza de la caña de azúcar al finalizar el proceso de extracción del jugo y la raíz de mandioca son compactados en forma conjunta para obtener briquetas de caña de azúcar, que resultan tan efectivas como la leña pero tienen un costo de producción significativamente menor y no son perjudiciales para la naturaleza. Desarrollado y aplicado en Haití, el producto también se usa en Ghana, Brasil e India.

Otra invención ingeniosa, proveniente de Sudáfrica, es el Q Drum, un contenedor de agua cilíndrico construido en polietileno, que tiene la ventaja de rodar fácilmente y cargar hasta 75 litros de agua. Esta invención está empezando a cambiar la costumbre de millones de personas alrededor del mundo, en especial mujeres y niños de las zonas rurales de Africa, que caminan kilómetros a diario con excesivas cargas de agua sobre sus cabezas. Ya se usa en Kenia, Namibia, Etiopía, Rwanda, Tanzania, Costa de Marfil, Nigeria, Ghana, Sudáfrica y Angola.

Website: www.cooperhewitt.org/EXHIBI TIONS/other. Catálogo:

www.cooperhewittshop.org/?path=item&to pid=1&itemid=301

* El autor es diseñador gráfico en el Departamento de Diseño Gráfico de las Naciones Unidas en Nueva York. del [email protected]

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