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Sábado, 27 de septiembre de 2008

CON NOMBRE PROPIO

El Norte en el Sur

Esta semana se presentó en el Malba el Latin American Graphic Design. Un nuevo volumen de la alemana Taschen que tiene al diseño gráfico latinoamericano como protagonista.

 Por Luján Cambariere

El diseño gráfico latinoamericano tiene su primer Taschen. Ese con el que muchos fantaseaban: gordito, llamativo, de excelente factura. Esos que pesan pero que llevamos con gusto. Libros-objeto que todos queremos tener en la biblioteca o en el escritorio de tan bellos que son.

Acostumbrados a maravillarnos con ediciones que hablan de otras latitudes, hoy la novedad es que los latinos somos noticia. Por fin colamos en las grandes ligas de la editorial alemana. Con tapa roja lustrosa y una América verde esperanza. Así, contradictorios como somos. Orgullosos de pertenecer y a la vez un poco sentidos porque en el Sur seguimos dando examen tratando de identificarnos con esa inseguridad de pueblo colonizado. De hecho desde ese lugar se dio un poco, queriéndolo o no, la conferencia de prensa con motivo del lanzamiento del libro Latin American Graphic Design que tuvo lugar este lunes en el auditorio del Museo Malba.

“¿Existe un diseño gráfico latinoamericano?”, convocaba la charla y desde el inicio, Gonzalo Fargas, director de la revista 90+10, en su rol de moderador invitaba a los panelistas –reconocidos diseñadores gráficos locales– a definir el ADN de su disciplina. Pocos dieron la impresión de seguir a rajatabla el hilo conductor de esa pregunta que por momentos nos desvela (de nuevo la contradicción) y otros nos cansa. Hernán Berdichevsky habló de generosidad, Guillermo (Palito) González Ruiz de coincidencias, Alejandro Ros (uno de los más celebrados y admirados), de “no tener un estilo y de no olvidarse de que antes que todo los diseñadores gráficos son comunicadores”. Mientras que Ronald Shakespear citó, ameno, desde a un Andrea Branzi aclarando el nacimiento del diseño italiano (“cuando terminó la guerra nos cagábamos de hambre, entonces empezamos a producir miles y miles de objetos y eso terminó llamándose “diseño italiano”) a un proverbio judío “Si yo fuera tú quién sería como yo”, todos hicieron referencia a la universidad pública, que en nuestro país ciertamente hizo a la diferencia. Y al empuje de esos docentes, algunos de los cuales participan del libro, que hace más de cincuenta años comenzaron a abrir el camino. Además de agradecer la diversidad de esta “biblia”, como se suele calificar a los tomos Taschen.

¿Los responsables? Dos diseñadores cariocas. Uno, aunque el nombre engañe, Julius Wiedemann, quien desde el 2001 viene trabajando en la línea digital y de diseño de la editorial. Y el otro, Felipe Taborda, quien después de trabajar en estudios de renombre de Londres y Nueva York, ejerce como docente y consultor en Río.

“Los latinoamericanos no nos conocemos entre nosotros –afirmaba Taborda a su turno–, y menos nos conocen afuera. Esta es una gran oportunidad que nos da Taschen.” Mientras que Wiedemann ocupó los minutos de exposición que le fueron dados para detallar, él sí, algunas claves de la comunicación visual de la región. Estereotipos varios –fútbol, samba, drogas, salsa, miseria, dictaduras, inmigrantes, tráfico– que, según él, a fuerza de un fenómeno de “neolatinidad” que se está dando en los últimos años, ahora se positivizaron. “Ahora resulta que somos exóticos, diversos, sensuales”, remataba.

Aquí están, éstos son

El libro arranca con un extenso y valioso ensayo histórico realizado por Taborda sobre la contribución que los autores latinoamericanos han aportado al diseño y donde se muestra la evolución del diseño gráfico desde 1900 hasta la actualidad.

El cuerpo principal incluye 200 diseñadores y estudios ordenados de la A a la Z. Muchísimos de ellos, motivo cada cual de una nota en sí misma. El mexicano Eduardo Terrazas, autor de la identidad visual de los Juegos Olímpicos de 1968, el cartelista cubano Eladio Rivadulla, los brasileros Giovanni Bianco (con trabajos, entre otros para Madonna), Victor Burton (medalla de oro de la ADG) y el infaltable Aloisio Magalhaes, pionero del diseño gráfico del país vecino, entre muchos otros. Entre los argentinos (que suman 29) dan el presente históricos Rubén Fontana, director de la emblemática revista Tipográfica, Diseño Shakespear con la renovación del diseño del subte de Buenos Aires y la señalización de los taxis, Boldrini & Ficcardi, marca registrada de los viñedos argentinos con sus sinnúmero de etiquetas de botellas. Y por siempre Ros, capítulo aparte con esas tapas contundentes que aparentemente apelan al mínimo recurso porque cuentan con el máximo: la imaginación.

www.taschen.com

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