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Sábado, 23 de noviembre de 2002

Vida íntima de un edificio

Los ateliers de Suipacha y Paraguay, un edificio-icono de la modernidad porteña.

Por Matías Gigli

lDentro de la inmensa trama de nuestra ciudad se esconden verdaderas joyitas arquitectónicas. Art Nouveau, eclecticismos varios, un respetable número de arquitectura moderna, que se pueden descubrir mirando con cierto detenimiento el tejido conformado por propiedades horizontales del ‘40, del ‘50, del ‘60, del ‘70, del...
Y Buenos Aires cuenta con edificios que hablan de una historia privada.
A los arquitectos, grupo de profesionales que mantiene el amor por la modernidad incólumne, trabajar en un espacio en doble altura los emociona, tanto como tomar una copa de champagne en un viejo dock del puerto. Otros, con gran orgullo, habitan esquinas del bajo, conviviendo con el especial clima que una zona roja despliega después de las seis de la tarde. Gustos, mitos y recuerdos de un grupo humano.

El Bonet de Paraguay y Suipacha
Angélica Campi, por ejemplo, es una arquitecta que consiguió por casualidad y deseo ser parte de la historia del célebre edificio de Paraguay y Suipacha, trabajar en la obra que Antonio Bonet no sólo construyó sino que habitó varios años de su estancia en nuestro país.
Angélica disfruta trabajando en su atelier de la esquina, con doble altura y parasol con largas verticales, mecanismos y detalles de lujo, que le provocan un clima lúdico compartido con su colega Carolina al momento de trabajar.
No es la única. Por allí han pasado otros colegas que respiran un aire de modernidad que los causa. En el consorcio todavía recuerdan, por ejemplo, a Manuel Net.

Historia de los Ateliers
Antonio Bonet, Vera Barros y Antonio López Chas proyectaron y construyeron en 1938 el singular edificio de Paraguay 894, con la función original de albergar ateliers para artistas, que el edificio sigue cumpliendo. ¿Cuál es el atractivo de éste edificio? ¿Por qué después de tantos años lo siguen ocupando arquitectos, para instalar sus estudios o simplemente pasar sus noches? Es que en Paraguay y Suipacha aún se respira el aire de la modernidad.
El edificio es interesante desde el programa: comercio en la planta baja, patio en el primer nivel, con ateliers en doble altura, y un tercer y último nivel con patio individual.
Bonet, catalán, republicano que debió partir de su tierra, eligió París como punto de despegue y a Le Corbusier como maestro. En su estudio, conoció a los argentinos Juan Kurchan y Jorge Ferrari Hardoy. Tiempo después, llega a Buenos Aires y rápidamente es tomado como referente por un grupo de jóvenes arquitectos, el grupo Austral, que fue un intento de desacralización de la arquitectura rioplatense.

Aprendiendo de Corbu
Los ateliers de Paraguay y Suipacha son uno de los mejores entre los pocos ejemplos de arquitectura moderna que tenemos en Buenos Aires. Fueron pensados de forma libre y sin ataduras a los preceptos de Corbu, pero dentro de él se respira a modernidad. Espacios en doble altura, terrazas con funciones recreativas en pleno centro y sobre todo las formas que desenfadadamente juegan en este edificio. Curvas y rectas se contraponen para armar una composición dinámica que desde los comercios en la planta baja llega hasta la azotea, con gracia y un singular movimiento.
Los propietarios han conseguido que el edificio sea catalogado como de valor patrimonial por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Pocos recuerdan que el sillón BKF, que alcanzó gracias al contrato con Knoll la venta de más de 3.000.000 de unidades, fue diseñado para este conjunto de ateliers.
Los arquitectos que trabajaron en esta obra fueron parte de un grupo que se proclamó Austral. Ellos, unidos por el aura que despertaba la figura de Le Corbusier, se unieron con ánimos reformistas para trabajar por esta región. Existen trabajos en Buenos Aires y otros en Uruguay. Según Pancho Liernur, “lo sorprendente de la obra no es su unidad sino sus contrastes, porque a la provocadora declaración progresista de la fachada respondían en sentido opuesto los temas rústicos de la terraza, demasiado cercanos al observador como para pasar por variaciones secundarias”.

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