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Sábado, 26 de octubre de 2013

A puro color

Que más primaveral que Kom, la etiqueta especializada en estampas, para dar la bienvenida a la estación. Y fue con el plus de una quinta edición de la feria itinerante Souvenir, esta vez en clave francesa.

 Por Luján Cambariere

Cuando estudiaba diseño gráfico, nunca imaginó que lo suyo sería la materialización en 3D. Apasionado por las estampas, luego de algunos años de trabajar para otros, en 2010 Pablo Ferraro decidió dar forma a su propio proyecto. Lo bautizó Kom (“todo, entero” en mapuche). El envión fue un Malba Niños donde presentó su primera línea de indumentaria para bebés y niños (bellísimos bodies, pantalones, mantas reversibles y cambiadores, entre otros), con lo que arrancó la etiqueta que hoy desarrolla junto a su socio Emiliano Gongora y suma, a la infantil, una exquisita línea para la casa con originales géneros que venden por metro y almohadones; otra de accesorios (portalaptops, iPad, sobres, carteras) y juguetes. Siempre en fibras naturales. Principalmente algodón (sin blanqueadores, químicos ni tóxicos que además puedan dañar la piel), pero también lino y fieltro.

Además, fabrican algunos de sus productos, como bolsos, repasadores y muñecos, en conjunto con el proyecto cooperativo de la Parroquia San Pablo, en Agustín Ferrari, provincia de Buenos Aires. Y suman a otros creativos, como la ilustradora Irana Douer y el chileno Felipe Castillo, para algunas colecciones.

–Empezaron...

–Al principio, la línea más fuerte era niños, pero cuando estás trabajando con estampa, no existe el límite. Yo tenía mucho interés en una línea para hogar, donde se maneja otro volumen, otros tamaños. Ni hablar de pasar de un body de bebé a un cubreedredón. Con Plan Arquitectura hicimos un hotel donde se enteló toda la pared en vez de empapelar. Con Plan... también se tomó un diseño nuestro que se pasó a carpeta y toda una oficina tiene un desarrollo en torno de una estampa. Así que con el tiempo fuimos creciendo mucho en accesorios y textiles para decoración y hogar.

–¿Los temas de las estampas?

–Yo soy más geométrico. Pero hay como dos patas, vertientes. Una que va más por el lado de lo figurativo y otra que trabaja más con lo geométrico, lo óptico, lo abstracto. Sacamos muchas estampas, ya que nos dejamos llevar por el impulso y el capricho. Por lo general, de acá salen las formas con más color, que creemos es nuestro fuerte. Y de colaboradores externos algo diferente. Por ejemplo, Irana Dower, que además es amiga personal, trabaja en lápiz y nunca sabe qué va a pasar con el color. Ella realizó la colección Ona y otras inspiradas en la selva misionera. Este año hizo una más surrealista, de mar y cielos. La gente siempre nos pedía cielo y estrellas, por eso le pedimos que trabajara con eso. Una suerte de transición entre el mundo del agua y el cielo, los minerales, rocas, estrellas, todo se repite y a eso ella le agregó, muy divertido, ovnis y sirenas, pensando en niños. Hace tiempo hizo un yaguareté y antes, mujeres. Ahora estamos trabajando con plantas autóctonas, animales de acá. Tratamos de hacer hincapié en lo propio. Nunca vas a ver en nuestras estampas alces, nieve y fábricas de chocolate. Me parece más interesante que un nene vista una prenda y que aprenda con eso. Ahora, por ejemplo, Felipe Castillo está haciéndonos pueblos nativos de las Américas. Y está buenísimo, tiene la impronta de su trazo casi japonés con el Amazonas, mapuches.

–¿Más celebrados?

–Los hits varian con el tiempo, pero para lo que es niños, los animales como la llama siempre funcionan. Y en lo que es Kom, lo que diseñamos nosotros, los diseños muy sintéticos, casi iconos. Y después, de los colaboradores especiales, tenés las de Irana, que son más figurativas, donde se pierde la cosa de sello pero llega el paisaje que la gente también adora. Y está buenísimo porque todo convive, las dos hablan de lugares muy diferentes.

–¿Es difícil para profesionales que trabajan en otros soportes, diseñar estampas?

–Es más difícil para ellos que para nosotros, porque suelen tener muchos miedos. Les cuesta imaginarlas en tamaños tan grandes y les da mucho miedo que los llames y les digas “Hay un rollo con tu estampa” de tal. Cuando les decís que su dibujo va a tener 1,60 de ancho sienten un compromiso enorme. Pero cuando nosotros decidimos llamar a alguien es porque confiamos mucho en su trabajo. Y principalmente admiramos lo que hace.

–Y a ustedes también les pasa...

–A veces pasa lo opuesto. Muchas veces en la compu te parece muy simplón y cuando lo ves estampado queda genial. Por ejemplo, una ola que hicimos, con ciertas operaciones de color, toma otra dimensión. Es otra cosa. Y eso está bueno.

–En nuestro país, con las restricciones, ¿la estampa es un gran recurso?

–Ante todo es un capital. Las restricciones muchas veces abren puertas. La semana que viene viajamos a una feria Baby Bum en Brasil, también estamos vendiendo a Suecia, Estados Unidos... Este año estuvimos en Florencia, en la Pitti Immagine Bimbo, una feria infantil. Por eso, volviendo al color, que es lo que gusta mucho de Kom, nosotros somos muy obsesivos, porque no es sólo la estampa. Muchas veces el color es lo que define todo.

–¿Qué les destacan?

–Sobre todo les gusta nuestra estampa sin límites pero elegante. Colores saturados pero bien combinados.

–¿Te imaginabas cuando estudiabas que tendrías una marca de diseño?

–No me imaginaba nada cuando estudiaba. Y ahora no puedo creer sobre todo la pasión que me mueve siempre por generar objetos tangibles. Es que desde acá es muy raro que hagamos servicios. Siempre queremos que nuestras ideas tomen forma. Inclusive nos han pedido el servicio de estampería o que diseñemos estampas y no lo hicimos porque nos gusta, amamos, desarrollar nuestros productos.

TARDE FRANCESA

Como si fuera poco, el sábado pasado, de 11 a 18.30, Eloise Alemany, amiga de la casa, presentó en el local de Kom y en la calle su feria Souvenir versión francesa. La idea funcionó y la movida se repite hoy, en el mismo horario. Lo que incluye va “de repasadores antiguos hasta manteles bordados, pasando por cafeteras, platos, botellas (con forma de un rey o de un chancho por ejemplo), frascos de cerámica para guardar el café y la harina (típicos de allá), vasitos, jarras, un plato para servir quesos, una valijita costurero para una niña, platitos de loza. Todos objetos únicos, encontrados en mercados en Bretaña, Francia y traídos de allá”, detalla Alemany.

Quien además presenta los bellísimos libros que edita bajo su sello Periplo Ediciones: Libro de cocina: relatos argentinos. donde recopila experiencias gastronómicas, anécdotas de cocina y recetas propias elaboradas por un conjunto ecléctico de personajes; el que publicó en coautoría con su mamá, Pascale Alemany, Cuaderno dulce, de deliciosos postres franceses. “El año pasado salió su segundo libro, que se llama Mesa francesa, de sus entradas, y también reedité un hermoso libro de Ana Pomar que se llama Sabores de la memoria: historias con recetas. El quinto se llama Amarillo limón el sol: manual para cocinar con niños, ilustrado con calados de papel por Johanna Wilhelm. En cuanto a novedades, en noviembre saldrán dos nuevos títulos: La hora del té, de Ximena Sáenz (del programa de televisión Cocineros Argentinos) con recetas saladas y dulces para esa hora, y La excusa perfecta: el calendario de encuentros argentinos”, agrega mientras promete que hoy esperan en la calle con comida francesa hecha por su mamá y brioches y baguetines de la escritora devenida panadera Inés Acevedo.

En Conesa 600, Capital Federal. www.tiendakom.com

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