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Sábado, 17 de julio de 2004

Patrimonio industrial

La Fundación Documentación y Conservación del Movimiento Moderno Ibérico preparó un relevamiento de 400 fábricas y sitios industriales de España y Portugal, y publicará un libro con 160 casos. Un esfuerzo para preservar un patrimonio particularmente descartado.

La Fundación Documentación y Conservación del Movimiento Moderno Ibérico acaba de publicar La arquitectura de la industria, 1925-1965, producto de un largo trabajo de relevamiento de 400 fábricas en España y Portugal. El libro, como la Fundación, son parte de un esfuerzo de documentación del patrimonio industrial, en general particularmente desdeñado.
Celestino García Braña, Susana Landrove y Ana Tostoes son los autores del libro. La Fundación ibérica abarca 15 colegios de arquitectos españoles y portugueses, la Fundación van der Rohe y la Junta de Andalucía, y es parte de una red fundada en Holanda en 1988 y que ya incluye 40 países.
El modernismo español tiene fecha de fundación en el pabellón que Fernando García Mercadal (1896-1986) construyó en Zaragoza para conmemorar la muerte de Goya y que fue, en 1926, muy criticado por su limpieza de líneas. Mercadal era un admirador de Le Corbusier y un atento seguidor de la muy joven Bauhaus, y se adelantó en un año con su obra a la inauguración de la Weissenhofsiedlung, el conjunto de viviendas de Stuttgart que se convirtió en símbolo internacional del modernismo.
España, y en particular Cataluña, se poblaron de fábricas, edificios comerciales y estaciones de servicio modernistas, y el país vivió un fuerte movimiento arquitectónico, particularmente a principios de los años treinta, que fue cruelmente interrumpido por la guerra civil.
El franquismo declaró “un rojo” a Le Corbusier, por lo que la palabra modernismo prácticamente quedó prohibida. Excepto en el país vasco, donde la tendencia se mantuvo a fuerza de discreción, en España la arquitectura pública, simbólica, se mantuvo artificialmente en estilos decimonónicos o fascistizantes. El modernismo pervivió en las áreas que pasaban por debajo de la altura de radar del régimen: fábricas y viviendas. El Docomomo tiene catalogadas 400 fábricas en toda la península y más de mil viviendas, cuya arquitectura estaba en plena oposición a las ideas del gobierno.
Prácticamente todos estos edificios corren peligro. Excepto por algunas piezas excepcionales y generalmente antiguas –como las fábricas del modernismo catalán que quedaron en pleno tejido urbano por el crecimiento de Barcelona y son recicladas como espacios públicos y culturales–, los edificios industriales suelen ser descartados por razones prácticas. Por ejemplo, la rezonificación que sube impuestos y cargas ecológicas cuando un barrio industrial acaba de integrarse a la ciudad. O cuando las tecnologías dejan anticuados los edificios que las alojan, generalmente muy pensados y planeados a medida para procedimientos de fabricación que se perdieron en el tiempo.
Los españoles lograron salvar 49 edificios industriales, en parte o en su totalidad, en buena medida por la movilización de ONG y grupos ciudadanos que reclamaron protección al ministerio de Cultura. Por ejemplo, algunas fábricas fueron transformadas en centros de vivienda –se construyen torres en sus terrenos y playas de estacionamiento– pero parte del edificio se preserva como centro comunitario o sede de organismos estatales, ámbitos que tendrían que haberse construido de todos modos.
Los contenidos del libro y el archivo del Docomomo pueden verse en la página www.docomomoiberico.com. A fines de septiembre, la rama norteamericana de Docomomo realiza una reunión en la Universidad de Columbia, Nueva York. Informes en infoARROBAdocomomo2004.org, www.docomomo2004.org y www.docomomo-us.org.

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