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Sábado, 9 de octubre de 2004

El Palladio de Taschen

Cada generación tiene “su” Palladio, y la formidable editorial alemana publicó el de esta.

Cada generación tiene su Palladio. No sólo porque las recetas del maestro italiano son el subsuelo de toda arquitectura, sino porque literalmente cada camada tiene un libro que resume, exhibe y formatea su obra para cada lector.
Esto hay que cualificarlo levemente: siempre hay un Palladio de lujo, esos libracos inaccesibles de caros e imprácticos de grandes, que sirven para mirarlos con respeto o hacer roncha en esas mesitas de living. De lo que se trata aquí es de la edición portátil, si no barata al menos pagable, que se puede calcar, anotar, medir, sobar al estudiarla.
La mía era una Dover comprada hace tantos años y que muestra su uso, llena de papelitos y con el lomo medio roto. No era una mala edición –todas las villas, buena parte de las iglesias, alguno de los edificios urbanos– pero tenía dos graves desventajas: era en blanco y negro, las fotos fueron tomadas en un período en que casi todo lo que construyó Palladio era rudine, descascado y sucio.
No sorprende que sea Taschen la que pone en el ruedo la que probablemente sea la edición de esta generación. La revista Wallpaper de Londres exagera apenas cuando los acusa de hacer “los libros más exquisitos del planeta” y no hay quien les discuta la originalidad de ideas –como el libro de diseño comercial japonés que comentamos recientemente en M2– y el buen gusto en la realización. Pese al poder del euro y al desplome del peso, los Taschen siguen siendo posible, si bien habrá que romper la alcancía para llegarles en este lejano mercado.
El Palladio de Taschen es una coproducción de Manfred Wundram y Thomas Pape, con fotos de Paolo Marton. En formato manuable, tapa blanda y 250 páginas de excelente papel –cuesta mancharlo, por ejemplo– el libro se publicó en una batería de idiomas y en castellano avisa que es la “Obra arquitectónica completa.”
Son 34 piezas fundantes: las villas del Veneto, los palazzi urbanos, las iglesias venecianas, el folly del tempietto Barbaro, la locura controlada del teatro Olímpico. Marton no es un fotógrafo original sino respetuoso, que sigue a su sujeto fotografiando sobre los ejes de simetría, reproduciendo los efectos visuales dramáticos de Palladio –las vistas, las galerías que fugan a un punto pintoresco, los claroscuros de interiores– y dando contexto a las formas.
Es un servicio al lector, ya que uno ve los efectos que el arquitecto pensó, por ejemplo en fotos en contrapicado cuando se quiso acentuar la altura. La villa Cornaro, otro ejemplo, aparece retratada sobre el eje de simetría de su famosa fachada con doble colonatura. La casa prácticamente llena la fotografía, lo que realmente logra transmitir el efecto de reposo y serenidad del edificio.
Los textos siguen la tradición de los Palladio-catálogo: breves, descriptivos, concentrados en las notas principales de la obra, con buenos epígrafes en las fotos, parando en las especulaciones centrales sobre qué intentó hacer Palladio con tal o cual elemento y por qué. Por ejemplo, es muy cuerda la breve explicación política que se da a la construcción en 1542 del palazzo y villa Thiene, en Vicenza. Verdadero elefante blanco para lo que era la ciudad de entonces, sólo se construyeron dos de sus cuatro alas y siempre fue una obra problemática de situar en la evolución estética de Palladio. Entender que Marcantonio Thiele estaba dando una muestra de lealtad virreinal a la Serenísima República es comprender el aire ceñudo, a fortaleza, que tiene al palazzo, y su evidente intención de aislamiento pese a estar en medio del tejido urbano.
El final del libro es un mapita que invita a soñar. Palladio realizó toda su obra en y alrededor de Venecia, y el mapa muestra la ubicación y accesos a todos y cada uno de sus edificios. Si no en persona, es posible conocerlos por este volumen elegante, perfecta compañía para ensayos sesudos como el reciente de Witold Rybzcynski, “La casa perfecta”, que exploran en detalle el complejo sistema de ideas de ese maestro albañil, cordial y erudito que fue el vicentino Andrea Palladio.

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