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Sábado, 6 de abril de 2002

CONTRATAPA

Para la escuela

Dos equipos desarrollarán los nuevos equipamientos escolares para el EGB de todo el país. El concurso nacional no tuvo un primer premio.

En una especie de empate técnico, dos equipos desarrollarán los nuevos equipamientos escolares para las aulas comunes de EGB de todo el país. El concurso nacional de anteproyectos no tuvo un primer premio porque el jurado encontró que “si bien varios de los proyectos presentados tienen méritos parciales, ninguno de ellos –por distintas razones– alcanza las condiciones necesarias”. Pero, salomónicamente, los dos equipos seleccionados repartirán los importes del primero y segundo premios previstos en las bases del concurso.
Uno de los equipos ganadores es el de los arquitectos Matías Gigli -ganador del anteproyecto de reforma de la plaza junto al Teatro Colón– y Pablo Testardini, junto a Diego, Juan Manuel y Pablo Vapore, con la colaboración de Gustavo Terraza. La propuesta se basa en sistemas realizados en metal prepintado y tableros de aglomerado revestido, para formar sillas, bancos, mesas, puestos para maestros y armarios para aulas. Los pizarrones son corredizos e incluyen superficies con pentagramas y cuadrículas para actividades especiales.
En el caso de la otra propuesta distinguida, el problema de los costos y la disponibilidad de tecnología de fabricación se solucionó con el uso de plástico soplado y polietileno. Los diseñadores industriales Raquel Ariza, Tomás Benasso y Rodrigo Ramírez, asociados a la arquitecta Flora Manteola, incluyeron la idea de crecimiento y cambio, con equipos ajustables a las distintas edades de los chicos.
El jurado estuvo compuesto por los arquitectos Raimundo Flah y Juan Carlos Fervenza, y el doctor Mario Mariño, por el Ministerio de Educación; la arquitecta Carmen Córdova por la FADEA; el arquitecto Alberto Varas, por los participantes y el arquitecto Reynaldo Leiro por la Sociedad Central de Arquitectos. Estos distinguieron con un tercer premio a la propuesta de los arquitectos Marcelo del Torto, Mara Steinberg y Leonardo Buffa, los diseñadores industriales Martín Zabaletas y Nicolás Hussey, y la diseñadora gráfica Ana Pezzutti.
Lo que las propuestas ganadoras tendrán que desarrollar es la impronta “flexible” que exigió el concurso al señalar la necesidad de una “educación más interactiva” que permita las actividades en grupos más pequeños que el aula general. De lo que se deduce que el grado de recombinación de los elementos de mobiliario escolar debe ser mucho mayor que el de los viejos pupitres de hierro y madera clavados al piso. El factor tecnológico también fue destacado, por la escala de producción, el control de costos y la durabilidad de piezas que serán duramente maltratadas por los chicos.
Los resultados de este concurso pueden cambiarle la cara a las aulas argentinas, cuyos equipamientos sólo se modificaron fragmentaria y confusamente desde principios del siglo XX, cuando campeaba el pupitre de hierro fundido.

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Arriba un colorido ejemplo de la propuesta en plastico.
En marron y metal, los equipamientos en aglomerado laminado y tubos, abajo.
 
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