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Jueves, 7 de octubre de 2004

LOS 4 MOLOTOV, DE FRENTE Y PERFIL, FONDO BLANCO

Subversiones varias

El cuarteto mexicano más ruidoso y malhablado de la década editará a principios de noviembre su quinto disco, Con todo respeto. Se trata de versiones-molotov de canciones tan dispares como “Rock me Amadeus”, “Mi agüita amarilla” y “Girls”. Tan dispares como los cuatro personajes que integran la banda, a quienes –después de leer esta nota– vas a conocer un poco mejor. No todo es gritar “¡Puto!” en la vida...

 Por Roque Casciero

PACO (32)
“Amateur” (“Rock me, Amadeus”, Falco). Es una canción clave para la gente treintona. En los ‘80, cuando íbamos de la escuela a las pintas (a tomar algo), era como un himno. Por eso nos recordaba a la secundaria, una etapa divertida en la que estás escuchando música y todavía no alcanzas a entender lo que está pasando en el mundo real. La letra original habla sobre la vida de Mozart, entonces la hicimos como nuestra biografía, sobre todo a las cosas malas que nos han pasado cuando éramos más chavos (chicos) y que nos sirvieron para aprender.
“La boa” (La Sonora Santanera). Es un chachachá de los ‘50 o ‘60, y es una canción clásica de las bodas, 15 años y fiestas familiares. Es como la canción de los abuelitos, pero que sabe todo el mundo: un clásico de la música popular mexicana. Ahí respetamos la letra como es, pero cambió totalmente la música.
“Perro negro y callejero” (Three Souls In My Mind). Es de la banda de los ‘60 de Alex Lora, el líder de El Tri. La música es “La Grange”, de ZZ Top. Hicimos un mashup y quedaba perfecto. Alex es un personaje muy curioso, un estandarte del rock mexicano. En cierto sentido, es un homenaje. Pero el disco se llama Con todo respeto porque es el respeto de homenajear a alguien, pero también decir “Con permiso, vamos a destrozar las canciones.”

Un día normal. Vivo con mi novia en Desierto de los Leones, una colonia (barrio) al sudeste del DF, donde empieza a abrirse la ciudad. Micky vive muy cerca. Hacemos una vida totalmente normal. A mí me late (me gusta) ir a pagar el teléfono y esas cosas normales que a veces no podemos hacer. Y no porque la gente nos acose o nos creamos muy famosos, sino porque no tenemos tiempo: regreso de una gira y me quedo encerrado en casa tres días, para acomodar la cabeza. A Tito y a mí nos gusta mucho ir al cine. Me gusta mucho el cine independiente, lo menos hollywoodense posible, aunque también voy a ver películas trilladonas. De todos modos, Molotov nos absorbe casi todo el tiempo: siempre estamos haciendo demos, grabando o saliendo de gira.
Gira mágica. Cuando sales de gira tienes que adaptarte a todo. De entrada, el cambio de horario afecta a la hora de descansar. Es pesado que tu casa sea una maleta durante algún tiempo. Sale enterita, con toda la ropa dobladita, y regresa a la como sea... (risas). La onda de estar viajando todo el tiempo es súper desgastante. Igual, siempre hay algo que te divierte. La joda entre nosotros siempre es pesada. Y eso, de alguna manera, también es el motor para seguir adelante. A veces se hace difícil porque se extraña, así que hay que recurrir al email o al messenger. Y si estás en la oficina de la disquera, pues, ¡te robas un teléfono! Otro problema en las giras suele ser la comida. En Rusia, por ejemplo, teníamos una traductora todo el tiempo, pero en un momento llevaba como cuatro días sin bañarse, así que el manager la corrió. Y fuimos a comer, pensando en ver las fotos en el menú y hacer señas. Pero llegamos y no había fotos, así que nos trajeron un plato espantoso. ¡Terminamos en un McDonalds!
¿Ese es tu walkman? Con el iPod, puedo traerme toda la discografía de la casa en una cajita. Escucho todo tipo de música, depende mucho del día y del momento: electrónica, rock’n’roll clásico, punk, cosas nuevas... No hay un patrón: si me levanto con la pila y ya traigo una energía pesada, a la mañana oigo AC/DC, pero también puedo estar oyendo algo súper bajón. Como músico, es necesario escuchar todo tipo de música. De repente te encuentras con heavymetaleros que odian el pop, pero quizá sólo siguen escuchando el disco de Iron Maiden que salió en 1984. Y se pierden de cosas buenas. No sé, N.E.R.D. o Justin (Timberlake) son propuestas buenas.
Escalera a la fama. México es una ciudad muy grande. En la colonia nos conoce la gente del banco o el del puesto de tacos, pero porque vivimos por ahí y nos ven seguido. La ciudad creció tanto que, de alguna manera, te encierra en un circuito, a desarrollarte en un solo barrio. Es difícilmoverte por cuestiones de tráfico y todo eso. Igual, a la gente le da lo mismo pase quien pase. Tal vez es un menosprecio hacia lo propio, eso de que nadie es profeta en su tierra. Los mexicanos somos medio malinchistas, ultraconsumidores de todo lo de los demás y recién después de lo nuestro.
Lo quiero ya. Le estábamos metiendo duro al whisky, ya en cantidades industriales, pero le paramos un poco. No puedes creer que dependes de una botella para estar bien en la gira. Pero el problema es que, como en el raider hay una botella, es relativamente gratis y está al alcance de tu mano. Entonces, puta, es una tentación... Pero si sales todo pedo (en pedo), madreado (hecho mierda), es riesgoso, porque quizá quien fue a verte no regresa nunca más, ¿no? No te fijas en eso hasta que te da una cruda (resaca) moral grande y dices: “Bueno, habrá que limpiar ese problema de una vez”. Y eso hicimos, pero seguramente al rato ya andaremos otra vez con el whisky... (risas).

RANDY (26)
“La revolución no se televisará” (Gil Scott-Heron). Traduje la letra y cambié los personajes para que tuvieran más actualidad y fueran más cercanos a los mexicanos. Y cambié totalmente la música, aunque seguí un poco la estructura de acordes. De hecho, el original es como un jam de bajo, batería y flauta, con este cuate Scott-Heron haciendo una especie de poesía de café de Nueva York.
“Girls” (Beastie Boys). Respeté la letra, pero como la versión original es bastante básica, con una caja de ritmos y un pianito, sentí que había mucho espacio para que creciera. Lo hicimos mucho más up tempo, más punk.
“Agüela (Mi abuela)” (Vico C). Usé la base de “The Magnificent Seven”, de The Clash, para las estrofas, y un estribillo de “Busta Move” de Young MC, que también es como un pionero del hip hop en Estados Unidos. “Agüela” era una de las canciones representativas de lo poco del hip hop que llegaba a la radio. Pero es como una bromita, la traducción de un Will Smith.

Un día normal. En México he vivido en casi todas las colonias. Viví en La Condesa, que ahora es como un barrio de mucho restaurante, pero antes era de clase media: era para lo que me alcanzaba tocando en bares. Ahora vivo en San Jerónimo, más al sur, en la colina al lado de donde viven Paco y Micky. Tengo una hija y mi esposa, y esa zona es más tranquilona. Hay menos tráfico, menos desmadre. Ahí la nena tiene donde montar su tricicleta, no hay tanto smog. Está un poco fuera de lo pesado y estresante de la ciudad. No salgo mucho, prefiero quedarme jugando con mi hija. Y siempre cae algún amigo. Me gusta ir al gimnasio, a boxear, y voy a conciertos de rock, claro. Y también viajo a visitar a mis papás, que viven en Michigan, y a mi hermana, que está en Texas.
Gira mágica. Nos adaptamos muy bien, pero se extraña sudar con la comida. Aguanto dos semanas, pero después tengo que comprar un ají y echárselo aunque sea a mis cereales en el desayuno. Soy de Nueva Orleans, donde la comida te hace sudar igual que en México. No necesito mucho cuando voy de gira: podría viajar con mi cepillo de dientes y un libro. También me aseguro de tener mis tenis (zapatillas) para salir a caminar. Cuando salgo no uso el discman, me gusta agarrar el sabor de la ciudad, aprovechar la oportunidad de viajar gratis. Nunca tuvimos problemas en Estados Unidos por lo que decimos en las canciones. Hace poco los demás fueron a sacar la visa y les dijeron: “Ah, Molotov, ‘Frijolero’”. Y se los pusieron en la grabadora, en plena embajada.
¿Este es tu walkman? Ultimamente estoy con lo clásico: Beatles, Hendrix, Black Sabbath, AC/DC, Zeppelin. Pero también The Streets, Dizzie Rascal, Outkast, Blackalicious, Yeah Yeah Yeahs. Al contrario de mis compañeros, soy old school, ando con discman: el iPod comprime mucho la música.
Escalera a la fama. No me reconocen tanto, ¿eh? La gente no es rockera en México. Si estamos Tito y yo, y al lado está Alejandro Fernández, por supuesto que todos irán a hablar con él. En la Argentina es totalmente al revés, por eso nos gusta tanto. También la onda de que las mujeres acá sean más rockeras jala (tira) mucho más. En México vas a un concierto de rock y es puro tornillo (varones), aquí dices: “Voy a un concierto de rock, a ver si ligo algo”.
Lo quiero ya. Yo llegué a México porque mi papá era agente de la DEA y trabajaba en la embajada, en el DF. El viene de una familia de clase media baja y es muy luchón. Entonces, entendía la onda de luchar y vio que yo estaba aferradísimo a ser músico. Le cagaba (no le gustaba), pero también entendía lo que yo quería hacer. El me veía llegando cansadísimo de tocar, a lo mejor con un alcohol o dos encima, pero nunca llegaba así... como ahora (risas). Igual, nunca me he perdido mucho por las sustancias, no me gustan mucho. Prefiero alcohol y cigarrillos, con eso estoy tranquilo. Desde que tengo 16 años, a mi alrededor ha habido de todo, pero nunca me ha llamado mucho la atención.

TITO (30)
“Quem Pompó” (Chico Che y la Crisis). Es una cumbia y siempre teníamos la idea de hacerla “Quem pom punk”, nomás por payasos: hicimos una versión medio hard que dura un minuto y medio. Chico Che era un cumbianchero que vivía como rocanrolero. De hecho, se murió de un pasón (sobredosis). Era muy conocido porque tenía letras sociales en las canciones. Quem pompó significa algo como “quién compró”, que era como preguntarle a una chica quién le había pagado los zapatos, cosas así. Chico Che hablaba de quién le había pagado las joyas a las esposas de los presidentes.
“Marciano” (“I turned into a Martian”, The Misfits). Soy muy fan de los Misfits, pero como había dos temas up tempo, hacer un cover normal iba a cargar un poco de monotonía al disco. Entonces hicimos una versión en cumbia. Es lo contrario de “Quem pompó”, que es una cumbia hecha punk. La letra es una traducción casi literal de la original.
“Diseño rolas” (“Designer music”, Lipps Inc). Es una de esas canciones que siempre tengo en mente y que me sorprendo cantando. Debe ser de las primeras a las que les ponía atención a fines de los ‘70, cuando estaba bien chavito. ¡Y ese riff de piano es lo máximo! Son cuatro pinches notas y era lo más funky que había en mi cabeza en ese momento. La letra original habla de ropa: los jeans Jordache, Sergio Valente, la moda en los ‘70. Y la letra que hicimos habla de que diseño rolas, canciones. Por eso dice que soy un vago pero la sociedad me lo permite.

Un día normal. Vivo en Coyoacán, un barrio antiguo que me encanta. Rento una casita en una esquina, cerca de las plazas. Es un lugar hermoso. Mi novia vive con sus papás, pero prácticamente vivimos juntos. Aunque, la verdad, el setenta por ciento del tiempo estoy con estos cabrones (sus compañeros). Soy fan de unas madres (cosas) que se llaman Movilman y que son como estar parado en una minimoto, con una especie de manguera que es acelerador y freno. Es como ir parado sobre unas llantotas. Anda como a 50 kilómetros por hora, por eso tengo los codos hechos pedazos de caerme. Y con esa madre me lo paso en Coyoacán todo el tiempo, oyendo música. El fútbol nos gusta mucho, siempre que hay balones tratamos de echar una cascarita (picadito). A Micky y yo nos gusta ir al estadio a ver a los Pumas de la UNAM. Paco (pone voz de asco) es del América... Y al gringo le vale pistola (le chupa un huevo) el fútbol. Como me gusta mucho dibujar, hago stencils con unos amigos. Quería dedicarme a las artes gráficas, pero empecé con Micky una banda que se llamaba La Candelaria. Y como lo único que hacía era dibujar y estar con la banda, me padre me regaló un rancho de papayas hawaianas (una fruta exótica) como para que me pusiera a trabajar. Entonces empecé a dividirme entre el rancho y el rocanrol, pero un día cayó una granizada y se echaron a perder las 52 hectáreas de fruta: pérdida total, bancarrota, pero también la excusa para dedicarme sólo al rocanrol.
Gira mágica. Lo que siempre me llevo es el iPod para tener música, un cuaderno de bocetos y plumones (fibras) de colores para dibujar y escribir huevadas, y una cámara digital, porque antes se me arruinaban los rollos cuando pasaba las maletas por los rayos x. No tengo muchos problemas con la comida, me encanta probar lo típico de cada lugar, aunque después ande quebrándome. Aquí llegamos y todos los amigos nos invitan a comer: ¡hemos ido a quince asados! Aunque en México hay buenos asadores argentinos, nunca es lo mismo. En las giras se extraña, pero la logística hace que estés con un calendario apretadísimo: no acabas de tocar que te bañas y te están esperando para irte al aeropuerto.
¿Este es tu walkman? Lo que más me atraen son las cosas más punketonas en actitud, aunque no sean punk musicalmente: LCD Soundsystem, The Rapture, !!!, los Yeah Yeah Yeahs... Me gustan los mashups, 2 Many DJs, Girls On Top. Cuando salió todo lo del electroclash traté de conseguir lo máximo posible. Me gusta ver lo que está pasando en movidas. Ver a las bandas under de distintos países, para ver qué está pasando.Escalera a la fama. ¿Qué fama? No, no nos reconocen tanto...
Lo quiero ya. Mis cuates chupan bien, yo no tanto, pero fumo más mota. Igual, ninguno es un atascado (sacado). No hay nada de coca en la banda, lo que es muy bueno porque no hay discusiones estúpidas. Si estamos pedos nos divertimos, si fumamos no vamos a pelearnos... No somos muy adictos a nada, es más para divertirnos.

MICKY (30)
“Mi agüita amarilla” (Los Toreros Muertos). Para mucha gente es un himno. En algún momento de la secundaria decidí que la escuela estaba para mearse. Y, como terrorismo escolar, meamos toda la escuela con algunos cuates. Siempre tuve algo con los orines... (risas). En esa época cantábamos mucho esa canción, que es muy existencialista, muy clavada en el proceso de una cosa tan sencilla como orinar. Para hacer nuestra la canción no teníamos que hacerle nada a la letra, pero sí cambiar un poco la música, que es difícil porque pasa por varios pasajes.
“Mama(r)” (Amantes de Lola). El estribillo original dice: “Creo que mamá se está volviendo loca” y le pusimos algo más a la Molotov: “Creo que mamar te está volviendo loca”. Eso ya habla directamente del sexo oral y cambia toda la historia. Es una canción muy simpática, porque queríamos usar las voces como si fueran un beatbox rapero, pero adecuadas al rocanrol. Hay frases que suenan como si fuera la batería: “Tupapáputo”, cosas que nos resultan muy simpáticas. Amantes de Lola era la competencia de Fobia, la banda de mi hermano. Aprendí a tocar el bajo con uno de ellos, son muy buenos amigos nuestros. Eran muy raros: el bajista medía 2,02 metros y el guitarrista 1,53.
“Da Da Da” (Trío). Trio era un grupo alemán que decía que su música era bastante alternativa para ese entonces, pero la disquera les pedía que hicieran un hit. Entonces, como consideraban que una canción pop se hacía en tres minutos, la hicieron con una calculadora Casio y sólo le agregaron guitarra y bajo. Fue una buena forma de callarle la boca a todo el mundo, porque fue un gran hit. La música se quedó tal cual y le pusimos una letra que habla sobre la situación política y social de México. Todo el disco echa mucho desmadre, así que teníamos que tener algo que mostrara a México.

Un día normal. Vivo con mi esposa en las montañas, camino a Toluca, cerca de lo de Paco. Es una zona en la que todo el mundo se iba de pintas en los ‘50, para respirar aire puro. Sólo que la ciudad ya es tan grande que ahora ya no es campo, es un conjunto de casas. Mi perra Wilma es parte de la familia y me gusta mucho jugar luchas con ella, salir a aventarle (tirarle) la pelota. O, si no, salgo en la motocicleta a dar un paseo por ahí. También tengo un par de karts y corro en carreras profesionales, nada más que no tengo tiempo para hacerlo. Soy muy malo... (risas): antes era bueno, pero tienes cinco kilos más y vas a la cola. Me gusta ir al estadio y jugar dominó con los amigos. No miro la tele, prefiero jugar un poco al Nintendo o leer. No soy de ir a bailar, nunca me gustó. Antes salía a ponerme hasta el chipote (en pedo) y a escuchar un poco de música, pero ahora todos los lugares se pusieron como de música pop o de DJ, y eso no me gusta mucho.
Gira mágica. Nunca me faltan un antiácido, pastillas para el dolor de cabeza, algunas vitaminas, pastillas para los tics nerviosos... Llevo siempre un iPod, un par de jeans, ropa para una semana. Extraño mucho a mi mujer y trato de estar en contacto con ella lo máximo posible. Me casé cuando con la banda estábamos en un break de dos años y al principio mi mujer estaba feliz, pensaba: “Qué bueno, siempre está en la casa”. Y le dije: “Mira que no siempre será así, a veces voy a estar dos meses fuera y no vas a verme ni en la tele”. Cuando vuelvo después de mucho tiempo, sufro del “síndrome estar de gira”: no sé cuál control remoto prende qué cosa o me pongo a buscar el gafete (credencial) como si estuviera en un festival en lugar de en mi casa. Otro síntoma es que, cuando vamos en el autobús me acostumbro al arrullo del motor y cuando vuelvo no puedo dormir porque lo extraño.
¿Este es tu walkman? Me gusta la música más gótica, alternativa, o cuando se combinan elementos de electrónica con heavy metal. Por ejemplo, los suecos A vs Monkey Kong, Clawfinger, KMFDM...
Escalera a la fama. México es tan grande que sales a la calle y nadie te reconoce. No estamos tan expuestos en medios de comunicación. No salimosnunca por televisión, que es lo que la gente mira todo el tiempo: están como idiotizados por las novelas y los noticieros.
Lo quiero ya. No fumo marihuana. Me gustaría que me hubiera gustado, pero no. Más bien me volví un borracho a muy temprana edad, entonces se me hizo difícil cambiar de vicio... (risas). Me gusta mucho el whisky. En mi casa la cantina es un lugar sagrado: se abre y tiene espejos, luces... A veces tengo sesenta botellas y a veces no queda nada. Me gusta mucho tener vino tinto porque combina bien para comer, aunque me hace mucho daño. Este año me volví de cerveza por ir al estadio a ver a los Pumas. Pero whisky siempre ha habido y espero que nunca falte.

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