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Jueves, 4 de enero de 2007

NO VUELVEN LOS REDONDOS

Sueño interruptus

 Por Mariano Blejman

El pasado jueves 28 de diciembre no hubo blog, medio gráfico o radial, fiesta de fin de año o casilla de correo ligada al mundo del rock (y sus diversas vertientes) en la que no se hiciera eco voluntaria o involuntariamente de la tapa del NO que prometía falsamente —era el Día de los Inocentes— la vuelta de Los Redondos, acaso la banda más emblemática de la historia del rock argentino. Durante algunos días llegaron correos electrónicos a esta redacción, muchos indignados, otros cómplices con la idea, y tantos otros resignados ante la rápida desmentida del acontecimiento en las páginas interiores, junto al balance del año. Las radios —una de ellas muy famosa, que prácticamente monopoliza el negocio del rock— también comentaron la noticia (aunque parecieran ser los únicos autorizados para darle algo de humor al —a veces— acartonado mundo del rock). Jóvenes conductores ya millonarios, que mantienen el efecto de la transgresión discursiva con billeteras abultadas. Una web salió a “denunciar” que ellos lo habían hecho antes (lo del chiste), y eso no deja de ser cierto: a lo mejor el “revuelito” causado en el mundo de la cultura joven por la publicación de la tapa falsa tenga que ver con los casi quince años de vida de este suplemento dedicados a retratar el mundo del rock y sus variantes sin compromiso alguno, más que con el lector.

Y, hablando del lector, algunos correos seleccionados sirven como botones de muestra: “Mientras buscaba la noticia en el interior del suple pensé (2,5 segundos aprox.): ‘Claro! Se dieron cuenta de que separados no es lo mismo!’; o también ‘Seguro que el primer show lo hacen en el Estadio Unico de La Plata’; o ‘¿Las entradas se venderán en Ticketek o Ticketmaster?’; o ‘Lo que va a ser Ji ji ji, ¡por Dios!’, y algunas cosas más que no me acuerdo”, envió Gustavo Farré. Mientras que María Pamela del Valle escribió: “Siempre me pregunté qué sentiría si Los Redondos volvían; al leer el NO lo averigüé. Por un instante sentí una mezcla de adrenalina (de esa en pleno campo temblando con Ji ji ji) mezclada con la más rara y fuerte de las emociones”. Tal vez, de todos los correos recibidos, el más frontal fue de alguien llamado León (ni Gieco, ni Ferrari), quien por el llanto de su hija a quien le contó la noticia y luego se la tuvo que desmentir propinaba: “Por sus lágrimas que te voy a buscar, y te voy a lastimar, a vos y a un familiar tuyo, puto”, aunque retiraría la amenaza en caso de “pedir disculpas por e-mail”.

Pareciera que, también en el rock, hay cosas “con las que no se jode”. El deseo colectivo de volver a ver sobre un escenario al Indio Solari, a Skay y al resto de Los Redondos adquiere carácter de cuestión de Estado para la cultura rock. La mística ricotera —construida tanto por su brillante obra musical como por el aislamiento de la figura del Indio Solari y por su sólida carrera independiente, que cambió la manera de hacer, sentir y militar el rock desde principios de los ‘90— pareciera ser un objeto intocable. Una obra de bronce construida con el sudor del público, y por ello inalterable. La separación, hace más de un lustro, cuando el monstruo creado alrededor de Patricio Rey parecía incontenible, más allá de entendibles razones personales y grupales, dejó un sueño interruptus, pero no sólo a título personal sino también un sueño social: la separación fue el fin del emergente de un relato colectivo rockero que sólo en parte pudieron heredar algunas de las bandas que vinieron después. Pareciera que “con lo que no se jode” es con esas cosas donde uno se encuentra deseoso de recuperar también su propio pasado. Pero el tiempo pasa siempre para adelante.

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