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Jueves, 22 de noviembre de 2007

NOTA DE TAPA I > ARBOL HACE UN TRABAJO DE “HORMIGAS”

Primavera cero

El nuevo disco de Arbol... ¿es de Arbol?, pregunta el cronista del NO. “Este disco es Arbol”, responden los cuatro integrantes de esta agrupación que hasta hace no mucho tenía uno más. Los cuatro hablan del presente perfecto (han sido), del público (será) e incluso de política (ya fue).

 Por Daniel Jimenez

Desde que irrumpió en Haedo, allá a mediados de la futbolera década del ‘90, Arbol se distinguió por su crossover frenético de estilos y por la utilización de instrumentos poco convencionales para el rock: flauta traversa, violín, charango, caja y otras deformidades. Con esas texturas y una interpretación suburbana y adrenalínica del hardcore-punky-reggae–party cultivado en sótanos y salas del Oeste, Sebastián Bianchini, Pablo Romero, Hernán Bruckner, Martín Millán y Eduardo Schmidt rompieron todas las marcas y dieron vuelta la Argentina a bordo del exitosísimo Guau! (sí, el de Little Dreams, Trenes, camiones y tractores y El fantasma).

Semejante exposición llevó a la banda a un período prolongado e intenso de giras que fue carcomiendo el equilibrio interno del quinteto y que decantó en la partida, en buenos términos, del polifuncional Schmidt. Esto llevó a que los cuatro restantes Arbol decidieran parar un poco la pelota y entregarse a la experimentación del estudio, y a pensar nuevamente como unidad. Así, sin la figura paterna y protectora de Gustavo Santaolalla, se lanzaron a componer y a producir su propio material, que vio la luz bajo el nombre de Hormigas, después de un año de verdaderas sesiones de terapia, donde los músicos aseguran haber aprendido el secreto arte de “saber escuchar”.

Foto: Cecilia Salas

–¿Hormigas es un disco de este cuarteto o es un disco de Arbol?

Pablo: –Arrancó arriba el pibe, eh...

Martín: –Nosotros nos sentimos Arbol, somos Arbol. Porque hace más de diez años que tenemos esta banda. El quinto integrante que se fue también era Arbol. Si se va uno, es Arbol sin un integrante.

Hernán: –¿Y si nos vamos los cuatro? (risas).

Martín: –No existe más la banda... hasta que nos llamen para juntarnos como Soda (risas). Este disco es de Arbol y lo sentimos así. Es un Arbol que está en un momento especial, porque nosotros vamos cambiando mucho: Arbol, Chapusongs, Guau! Somos muy eclécticos y buscamos todo el tiempo cosas nuevas. Y Hormigas es un disco que está por primera vez producido por nosotros sin una figura como la de Gustavo, por eso me parece que éste disco representa mucho en este momento.

Pablo: –Es lo que hoy quisimos hacer, al margen de que un integrante no esté.

–¿Pensaron en todo momento que lo podían hacer ustedes solos?

Martín: –Mirá, lo que pasó fue que... iba a decir algo importante, me olvidé.

Pablo: –Está viejo, eso es lo que pasa (risas).

Martín: –No, en serio, tiene que ver con... no me acuerdo, seguí vos (risas).

Hernán: –Sinceramente, si me preguntabas a principios de año si nosotros podíamos producir este disco, tal vez te decía que no. Porque tenía mucho miedo de discutir y aplicar toda la energía en eso y no en trabajar. Pero aprendimos a bancarnos las ideas del otro y las ganas de querer imponer las propias.

–¿Creen que el público de Arbol cambió en este tiempo?

Martín: –Yo sentía cosas muy fuertes en la época de Guau!, y creo que coincidió con un marco social muy claro: a la música la escuchan cada vez chicos más chicos. Hoy en día, pibes de diez años ya están escuchando rock y tienen su remera de La Renga, cuando hace quince años eso no existía. En los shows se ven muchos chicos y pienso que tiene que ver con toda una movida social.

Pablo: –Lo que pasa es que los fans de Guau! ya crecieron, ahora tienen diez años y fuman porro (risas). Hablando en serio, los pibes van creciendo. Si bien había muchos pibes que nos seguían por la historia pasada, les estamos dando nueva música y nuevas letras para investigar a Arbol de otra manera. Revoloteando, por ejemplo, parece una canción de amor, pero sólo habla de un mosquito. Cuando parece una cosa, no es. Entonces está bueno investigar. A veces la vida es más simple de lo que creemos y la complicamos sin necesidad.

–¿Fue muy difícil mantenerse lúcidos durante la etapa de Guau!?

Hernán: –En esa época estuvimos muy metidos con los viajes, así que cuando Eduardo decide irse cortamos con las salidas y nos conectamos con el disco. Nos pasábamos cinco horas por día encerrados en la sala y abandonamos el vértigo de los shows. En otras palabras, nos tomamos un año beatle. Salvando las distancias, claro. Entonces metimos los líquidos azules, verdes y amarillos en los tubos de ensayo del laboratorio de Arbol y salió un lindo experimento. Hay temas al palo, temas tranquilos y distinta temática en las letras. Creo que en Hormigas retornamos a una cosa más metafórica, a diferencia de Guau! que tenía letras más sintéticas. El disco se llama así no por los insectos sino por el concepto de trabajar en comunidad.

–¿Tienen miedo de que este disco no funcione bien entre los fans?

Martín: –Sí, a full. Pero es un costado de vértigo que está bueno. Todos estábamos muy ansiosos por mostrar el disco después de tanto tocarlo en la sala para nosotros. Pero esta vez fuimos herméticos porque no queríamos que se filtraran los temas.

Hernán: –Siempre hay algún amigo que no actualizó el firewall (risas). Mirá, hace poco tocamos en Lomas de Zamora para 5 mil personas que se sabían todas las letras nuevas, lo cual fue muy fuerte porque el disco salió hace menos de un mes.

–¿Extrañan algo de los días amateurs? Supongo que la cantidad de groupies debe haber aumentado...

Martín: –No te creas, eh...

Pablo: –Este... yo no puedo hablar del tema (risas).

Hernán: –Hmmmm, depende de los casos...

Pablo: –Antes había más anécdotas, me parece. Recuerdo ir a El Mocambo y que Fabiana, la mujer de Coco, el dueño, nos recibiera el primer demo. Nos dijo: “Bueno, toquen. Nosotros ponemos el sonido y ustedes se quedan con la barra”. Imaginate; doce años menos, flacos y con el pelo bien largo. Saltábamos y gritábamos: “¡¡¡Arghhhhhhhhhhhhhhh!!!”. Y era el primer show que dábamos. Y esta mujer nunca había visto una banda que hiciera tanto pogo y tanto hardcore. Habían puesto una tablita de aglomerado en el escenario y desde un costado la tipa me gritaba: “Me lo rompeeeeeeés y me lo pagaaaaaás” (risas). Y yo estaba gritando como un loco. Después, con los años, lo más interesante de El Mocambo era que estuviese así, todo precario. Era muy gracioso. Cuando lo reforzaron empezamos a engordar (risas).

Martín: –Fuera de joda, para mí la dirigencia política les tiene que dar una vuelta de tuerca a los shows porque no hay una legislación acorde con los lugares. Lo que pasa es que se pegó en un punto más delicado y profundo: la seguridad en la sociedad. Y eso le cayó al rock como un fierrazo en la cabeza. No hubo conciencia de la parte dirigente para manejarlo bien; al contrario, al rock lo enterraron. Y hoy en día no hay sitios para tocar y hay familiares de pibes de Cromañón que aún no tienen respuesta. Además, lo que se volvió una costumbre es... este... hoy estoy mal, perdón.

Pablo: –¡¡Está bien!! (risas).

Hernán: –Después editalo, por favor.

Pablo: –Martín, ¿y si probás con Fosfovita?

Martín: –Me estoy por mudar y estoy un poco quemado. Sepan disculpar.

–¿Se sienten pioneros?

Pablo: –Yo creo que en algún punto algo de eso hay. De la década del ‘90 hasta ahora me parece que lo importante pasó por romper moldes, como lo que hicieron los Babasónicos o Los Brujos. Y Arbol puso su semilla. Nunca quisimos hacer un disco de un solo concepto, por eso nos llamaron “rock latino” o “alternativo”; la famosa mezcla de todo. Creo que Arbol dio una vuelta de tuerca a eso y así pudimos pasar de la balada a un hardcore o a un tema electrónico.

Hernán: –Nuestro leitmotiv siempre fue hacer las cosas a la inversa. ¿Se debe hacer así? Entonces hagámoslo asá. Rosita, un tema que está en nuestro primer disco, tiene una letra re-macabra y oscura, y la música es de una canción de cuna. Para una banda de hardcore meter arreglos de voces de tres o cuatro personas o instrumentos no convencionales era una jugada distinta que se transformó en el sello de Arbol.

Pablo: –Pero al pionero lo ves después de veinte años, como Luca Prodan.

Hernán: –La idea es no copiar cosas de afuera, porque pintando tu aldea vas a pintar el mundo. Si querés hacer una banda de hip hop, lo podés hacer. Pero bancátela.

Pablo: –”Este es el apagón, papi” (imita la voz de Dante Spinetta). Me encantó lo que hizo con el disco.

–Cuando salieron, ¿existía una escena para Arbol?

Pablo: –Y... al principio nos costó mucho.

Hernán: –No sabían en qué batea meternos. Depende de qué tema se cortara del disco para ver en qué batea nos metían, porque no sabían cómo clasificarnos.

Martín: –Tenés que abrirte camino a machetazos hasta que encontrás tu propio estilo.

Pablo: –Después de tanto darle a un estilo, cuando pasen diez o quince años alguien te va a decir: “Ah, una música estilo Arbol”.

Hernán: –La primera vez que nos dijeron eso nos caímos de culo: “¿Che, y qué banda toca? Y, toca una banda estilo Arbol” (risas).

Pablo: –Onda Arbol... era que hacían muchas cosas a la vez. Pero el estilo no aparece de un día para otro, eh.

Sebastián: –Ahora está todo más abierto. Las radios pasan un montón de estilos y los pibes son respetuosos con las demás bandas en los shows. Antes si escuchabas tal cosa, no podías escuchar tal otra.

Pablo: –Ahora el rock está en una etapa de mutación. Sos indie o no sos indie, y esas cosas. Nosotros cuando tocamos en la Casa Rosada tratamos de tirar la mejor; entender que el rock es un movimiento muy difícil de parar. Y si no vemos la foto completa, nos cuesta más crecer a todos. La idea de tocar ahí era que el gobierno se comprometa más.

Martín: –Y que hagan leyes nuevas y que no nos sigamos rigiendo por leyes de 1945. No va, loco. En el mismo lugar hacés una obra de teatro para trescientas personas sentadas y para un show de rock te aceptan cien sentadas. ¿Qué es eso? Si es el mismo lugar... Si hay una emergencia, da lo mismo que sea teatro, rock o un acto de magia.

Pablo: –Por eso los shows de Hormigas los vamos a hacer todos bajo tierra (risas). Puede ser en una estación de subte, así que si quieren ver a Arbol, que se metan al subte. O si no arriba de una avioneta o encima del Sarmiento (risas).

–Si Arbol fuera una película, ¿qué música tendría?

Hernán: –La que no te esperás que esté. Aunque en la parte romántica no sé qué pondría...

Pablo: –¡Qué buena pregunta! Pará, ¿y si mejor hacemos la película de Arbol? Uhhh... qué buena idea, eh. Sería como Gira mágica y misteriosa, pero no tan...

Hernán: –... no tan mágica y misteriosa (risas).

Pablo: –Puede ser en blanco y negro y después todo azul... como Kill Bill. Está buena ésa, eh. Igual yo una canción de los Beatles le pondría, al menos un pedacito.

–¿En la Rosada repitieron el ritual de los Beatles en el Palacio de Buckingham?

Pablo: –Noooo, no. Nos portamos... bien.

Hernán: –Ya estaban avivados y pusieron cámaras de security en los baños (risas).

Martín: –Igual, un par de técnicos en una ventanita me parece que hicieron cosas indecentes... Pero yo no estuve, eh.

Pablo: –Sebas, ¿vos hiciste algo?

Sebastián: –Eh... no, yo no. ¿Hernán?

Hernán: –Yo estuve con Alberto Fernández, el de bigotes.

Pablo: –Y yo con López Murphy.

Martín: –Si López Murphy no estaba ahí...

Pablo: –Entonces habrá sido en la sede del PRO (risas).

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