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Jueves, 12 de noviembre de 2009

PAMPA YAKUZA SOPLA DIEZ VELITAS EN EL TEATRO

La leyenda del Ave Fénix

El noneto que no sabe (ni quiere saber) de categorizaciones, celebra por partida doble, porque también tiene listo el CD+DVD, Naturaleza revivir. Y piensa llevar sus canciones a todas partes, como siempre.

 Por Luis Paz

Apto para mayores... de 7 años: así es el show que Pampa Yakuza dará mañana en el Teatro Flores (Rivadavia 7806), junto a Andando Descalzo. Y la intención es que sea una fiesta para todos los públicos. O más bien para su público, ese que los cobija a todos. A la mesa de un bar, el guitarrista y corista Lucho Katz lo explica mejor: “En los shows de Pampa Yakuza tenés públicos de todos los estilos y dentro de esos hay gente a la que no le interesa ir a mamarse, ni a fumar porro, sino a pasar un buen momento. Es simplemente eso lo que buscamos: darles buenos momentos a todos, tengan 10, 18 o 50, fumen o no porro, se escabien o no”. Pero, ¿por qué festejar? Bueno, la razón es doble y más que válida: por un lado, los diez años de esta banda con estilo no estilo que agarra un poco de ska, algo de punk, bastante de reggae, un toque de ritmos folklóricos y otro tanto de rock; y por el otro, su producción más reciente, el CD en vivo más DVD Naturaleza revivir, que comprime y registra un camino de una década, dos crisis de por medio (una social y económica como la de 2001, otra social y cultural como la de Cromañón) y tres discos anteriores.

Luego de un año que les dio “muchísimas satisfacciones”, entre las que se destaca la edición de este álbum (que viene acompañado de una cuidada edición, con postales rememorativas y demás), la banda de Liniers volverá al mismo escenario sobre el que dio factura a su primer DVD, filmado el 13 de marzo pasado en el reducto de Colegiales y dirigido por Federico Bezenzette, de la productora independiente Si Lo Sentís Hacelo. “La verdad es que llegamos más tranquilos que entonces. Ese show fue una locura, volvimos el 31 de enero de la Costa y el 2 de febrero ya empezamos con ensayos de lunes a domingo: había que preparar la puesta, planificar el vestuario, pensar un segmento acústico que fuera dinámico...”, admite el cantante Hernán Saravia.

El doble compilatorio (de sonidos y de imágenes) cierra una década en la que Pampa Yakuza logró afianzar su público, su música y su ruta dentro de la producción independiente: “Estamos muy contentos porque, después de tanto laburo y tanto tiempo, podemos darnos gustos como realizar el DVD y hacer un resumen en disco de lo que, a criterio de la banda, son nuestras mejores canciones”, sigue Hernán. Algunas ya tienen diez años. ¿Cómo no cansarse de ellas? “Nunca te cansás de una canción. Son como tus hijos, te dan ganas de verlas crecer. Por eso intentamos darles una vuelta, y para este show en El Teatro con Andando hay otras sorpresas también. No será reproducir ese DVD; cada show es único.”

–En estos diez años les pasaron muchas cosas, entre ellas dos crisis muy grandes que, en el momento en que los alcanzaron, podían haberlos desanimado.

Hernán: –Es que con eso también tiene que ver el nombre del disco, es la Naturaleza revivir de Pampa, que es como un Ave Fénix. La banda empezó en el ‘97, con una formación distinta, y a mediados de 2000 nos separamos porque algunos pibes tenían su carrera y no les cerraba la banda. Aparte habíamos firmamos un contrato que finalmente se pinchó y las expectativas de todos se pincharon a la par. En 2001 no estábamos juntos como banda, aunque nunca dejamos de vernos, pero en esa época escribí Puede ser, que está en Carnaval para tu desconsuelo (2003) y que fue uno de los disparadores del reencuentro de Pampa. Curiosamente porque ése era un diagnóstico de lo que pasaba en el país, con el ojo puesto en no quedarnos con esto, unirnos e ir a por algo mejor. Terminó siendo un empujón para renacer, también.

–Y dos años más tarde, cuando parecía que ya se acomodaban, Cromañón...

–Cuando pasó lo de Cromañón fue el segundo año en que pensábamos irnos de gira. Teníamos un montón de cosas cerradas, el alquiler de la casa señado, las fechas, el flete. Nos íbamos dos semanas después y nos fuimos nomás, ¿qué íbamos a hacer? Si acá todo era jodido, en la costa no había un puto lugar habilitado. Además nos golpeó en lo personal por conocidos que fueron al recital, amigos de Ojos Locos.

–¿Hubieran podido llevar más gente sin Cromañón de por medio?

–Mmm... tal vez. A veces la gente piensa que porque tocás en un lugar para 1500 ya te paraste, pero no es todos los días esa clase de show: un día tocás para mil, y otro para 80 y salís perdiendo guita. ¿Cuándo te vas del under? Creo que no terminás de irte nunca.

–Bueno, Massacre llenó Obras, el Luna y toca en boliches para 800...

–Las fiestas y los boliches reemplazaron un poco a los lugares que cerraron luego de Cromañón. Aunque no es “tu” show y tocás pocos temas, haber tocado tanto te da cierta posibilidad de que te conozca otra gente. Y el laburo en el under es llevar la música a los lugares y la gente. Esa fue la lógica de mandarnos igual a hacer la gira entonces y seguir con la idea de hacerlas ahora: es armar base, que la gente nos escuche. Uno hace música como hobby, pero en un momento dice: “Para algo estoy acá, ¿o no?”.

Si algo no se le puede reprochar a Pampa Yakuza es estrechez de shows: de La Trastienda a El Teatro, de las Fiestas Clandestinas a Rosario, de acá para allá. Y eso refuta aquello que proponen algunas bandas, muchas incluso con menos años que ellos, acerca de que “tocar seguido cansa al público”. Para Lucho es “una lectura”, pero la de ellos es otra: “Un día tocás en Avellaneda y a la semana en Rosario. Está buenísimo que haya un grupete que te siga a todos lados, pero la realidad es que no siempre es la misma gente. Tenés que ser solidario y llevarles la música a ellos también, que no siempre el público tenga que viajar a verte al mismo lugar. Y una realidad mayor: el músico tiene que tocar para vivir”.

–En un momento, esos amigos que te bancaban los primeros shows, pagando entradas con las que cubrías el sonido, dejan de ir...

Hernán: –Cuando empezás, tus amigos te solventan el vicio. Y encima te sentís mal porque no podés escabiar con ellos porque tenés que guardar los equipos y subirlos al flete, o porque no podés hacer que todos pasen gratis. Pero, bueno, es loquísimo cuando pasás de eso a llevar “tu gente”.

Lucho: –Y ahora pasa algo más raro. Bah, hace un tiempo ya... Cuando arrancamos era gente de 20 para arriba, y ahora el 50 por ciento debe estar entre los 15 y los 18, hay mucho piberío.

–¿Eso les plantea otra responsabilidad a la hora de componer?

Hernán: –No compongo para un target, pero se ve que los pendejos se ven identificados con lo que escribo. Cuando lo hago, tengo la necesidad de contar algo y de hacerlo de un modo interesante. Es verdad que viendo que en el público que movemos hay muchos pibes no nos vamos a poner en bolas en el escenario. Pero también es una responsabilidad el hecho de decir: “Bueno, chicos, pero miren que nosotros estamos parados en este lugar”, sin necesariamente hacerles una bajada de línea.

Lucho: –Y tiene que ver con que no somos los mismos de hace diez años. Cuando tenés 18, 20, pensás en el faso, la birra, las minas y el fútbol. Pero como banda tenés que buscar un mensaje más allá. Porque te cayeron otras fichas más y entonces te reacomodás, entendiendo mejor la vida.

Hernán: –O siéndole más funcional; es algo que todavía no entiendo bien.

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Imagen: Cecilia Salas
 
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