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Jueves, 17 de junio de 2010

BROKEN BELL EDITA EL DISCO BROKEN BELL

Bell Corp

JAMES MERCER, DE THE SHINS, Y EL MULTIINSTRUMENTISTA Y PRODUCTOR BRIAN BURTON (MAS CONOCIDO, CLARO, COMO DANGER MOUSE) SE JUNTARON PARA EDITAR Y CREAR BROKEN BELLS, AUNQUE MANTUVIERON EL PROYECTO EN SECRETO HASTA HACE POCO.

 Por Andy Gill

“Este es el día de expandir al hombre”, cantaba Steely Dan algunas décadas atrás, una afirmación profética que, en términos del desarrollo musical, sólo ha comenzado a resonar fuertemente en los pasados cinco o diez años, con la llegada de hombres eclécticos como Damon Albarn. El artista que tal vez mejor lleva a cabo la noción del “hombre expansivo” es Brian Burton, conocido como Danger Mouse, cuyo variado trabajo incluye una sociedad con Cee-Lo Green, con la mitad de Gnarls Barkley, con el rapero MF Doom como Dangerdoom: la producción del segundo album de Gorillaz, Demon Days y otro proyecto de Albarn, The Good, The Bad and The Queen; y otras producciones para los gustos de Beck, Sparklehorse, Martina Topley–Bird y The Black Keys.

El amplio rango de sonidos de Burton apareció en su primer trabajo, The Grey Album, en 2004, un proyecto altamente no oficial de mash-up que combinó samples de The Beatles del White Album con samples vocales de The Black Album de Jay-Z, que se convirtió en una causa célebre de Internet cuando Emi no quiso publicarlo. El status del álbum como un proyecto de arte, sin embargo, salió retrospectivamente fortalecido un par de años más tarde cuando colaboró con Banksy, el artista de graffitis, en un proyecto donde se involucró encubiertamente reemplazando 500 copias del álbum de Paris Hilton en la compañía de grabación inglesa con un trabajo artístico alterado y una canción de 40 minutos construida con partes vocales de la heredera del imperio hotelero.

El año pasado, otro proyecto de uno de sus artistas fue bloqueado por Emi. Esta vez fue una colaboración audiovisual entre Danger Mouse, Sparklehorse y David Lynch, llamado Dark Night of the Soul (Mark Linkous de Sparklehorse se suicidó hace algunas semanas). Pero su último mundo musical es tan inesperado como en sus proyectos anteriores.

Broken Bells es el nombre de un nuevo grupo formado por el cantante y frontman James Mercer, de la banda indie The Shins y Burton. Se conocieron en 2004 en el festival Roskilde de Dinamarca, donde Burton estaba tocando como DJ. “Yo toqué la noche anterior”, explica. “Tenía su album Chutes Too Narrow, y quería verlos tocar. Así que me quedé a verlos tocar al día siguiente. Luego nos fuimos viendo en tours y festivales por allá y por acá, y fuimos conociéndomos cada vez mejor.”

Fue durante esta etapa que Gnarls Barkley se volvió exitoso con el simple Crazy y el álbum St Elsewhere, mientras que el brillante tercer álbum de The Shins, Wincing the Night Away, los llevó a los puntos más altos de los charts americanos, así que ninguno de ellos pudo dedicarles demasiado tiempo a proyectos laterales. “Nunca hablamos sobre esto”, dice Mercer. “Simplemente, queríamos pasar tiempo juntos.”

“El 2008 fue el momento correcto, así que empezamos a trabajar en esto”, dice Burton. “Yo había terminado el tour de Gnarls, y quería hacer algo diferente. Y James estaba en la misma búsqueda, él quería hacer algo diferente. Así que nos juntamos para ver qué podía pasar si nos perdíamos por ahí. Producir fue para mí una forma de hacer otras cosas, aprender de otros artistas. Pero yo quería estar abierto a desarrollar ideas y no tener otra gente que restringiera lo que hago creativamente. Es diferente cuando llevás la idea a alguien para hacer una canción y tratás de agregarte en algún sentido, o querés tocar más como algo que vos quisieras escuchar. Así que recientemente estuve tocando más instrumentos, escribiendo más canciones, trayendo más ideas y tratando de hacer más cosas. Y nos juntamos con James y eso definitivamente suavizó el golpe, porque no importa lo que hagas, James es demasiado único y sabe cómo se hacen las cosas musicalmente.”

Anteriormente, Mercer había escrito el material de The Shins, explayando un sentido distintivo de la melodía y la estructura coral, y su única inclinación lírica. Ambas cosas se repitieron en las canciones de Broken Bell. “Esto me halaga, que haya algo distintivo sobre mis melodías”, dice. “Pienso que éste es mi mejor traje. Tengo talento para las melodías. Pero es difícil entender exactamente cómo funciona. Ciertamente en este trabajo no fui fiel a mi habitual estructura coral, y Brian mira las cosas con un ángulo diferente.”

Tal vez la mejor manera de describir el don melódico de Mercer, es decir que sus melodías toman la ruta escénica antes que la más directa, que tiende a hacer sus canciones menos inmediatas, la clase de canciones que crecen en el oído después de cuatro o cinco escuchas. “Me alegra que se entienda en ese sentido”, dice Burton. “Creo que la gente va a entenderlo más escuchando la voz de James, la forma en que canta, yo quería oír cómo sonaría en diferentes situaciones. Lo único que tenía en mente era tratar de hacer un disco hermoso. No sé si estaba tan pulido o si se escucha como un gran agujero: es más que nada un lugar donde podés ir cuando ya lo has escuchado.”

El dúo grabó el album epónimo en el estudio de Burton en Los Angeles, a donde llegó Mercer desde Portland, Oregon, durante una semana o dos repartidas en varias veces durante el año pasado, hasta que tuvieron unas 20 ideas, de las cuales usaron las mejores diez. “Me gusta que no sea demasiado largo”, dice Mercer. “De hecho, había otra canción que yo pensaba que debía estar en el disco, y Brian me dijo que había que desecharla. Es muy conciso. No entiendo la idea de los ‘bonus tracks’. Creo que la gente a veces está demasiado metida en lo que están haciendo, demasiado excitados sobre sus propios entretenimientos o algo así. Los sellos aman tener estos tracks extra, porque es otra canción de la que obtendrán dinero por la licencia. Sé que es aburrido hablar de dinero, pero en la mayoría de los contratos después de la canción 11 todo es gratis, ellos sólo te pagan por las primeras 11 canciones, así que si hay 17 canciones en el álbum, les estás regalando seis. Los sellos aman esta mierda.”

El álbum es uno de los mejores del año. La forma de compartirlo es elusiva y tangencial. Los sonidos aparecen despreocupados, y casualmente, en el fondo en una línea de sintetizador, como los ecos de Brian Wilson, Ennio Morricone, Calexico, entre otras extensas influencias (como la extraña alianza de la guitarra Western Dobro y las texturas orientales de las cuerdas en el último tema The Mall & Misery), están dispersas entre las canciones.

“No fue deliberado”, dice Burton. “Simplemente teníamos demasiadas influencias, y nos ayudábamos entre nosotros cuando estábamos grabando, para dejar la parte del sonido que mejor sonaba y era más natural. Tratamos muchas cosas, y tal vez dos o tres ideas se convertían en una sola canción, mientras otras canciones se separaban en tres caminos diferentes hasta que encontrábamos la manera en que funcionaban mejor. Simplemente estábamos tratando de hacer cosas nuevas. Y al final no puedo pensar en la cantidad de influencias que no pusimos adentro. Cuando pasás tanto tiempo haciendo un álbum, eso es algo que pasará.”

Inicialmente reacios a discutir las letras, Mercer admite su predilección por cierto tipo de temáticas. “Espero encontrar nuevas cosas sobre las que escribir, pero mis temas favoritos son cuestiones vinculadas con la condición humana”, dice. “¿Es el término correcto? Sobre situaciones en las que conocemos nuestra propia mortalidad y cómo las enfrentamos. Esa parece ser la sangre real del arte para mí. Es lo que les da pasión a las cosas.” Varias de las canciones parecen ser sobre aferrarse a las oportunidades y tomar el control de la dirección de la vida, darse cuenta de la gama de posibilidades potenciales. “Esa es la conversación que tuvimos con Brian”, dice Mercer. “Estábamos empezando a conocernos mientras hacíamos el album, simplemente tomando algunas cervezas después de grabar. Y creo que algo de eso terminó en las canciones.”

“Somos diferentes en edad, y nuestros estilos de vida son muy diferentes también”, agrega Burton. “Pero somos muy parecidos como personas, así que es interesante ver cómo nos afectan las cosas. Los dos nos cuestionamos cosas todo el tiempo. Y hacia el final hay un poco de espacio para pensar en nuestra propia insignificancia. No quiero ser muy literal. Todo el mundo va a tomar lo que pueda tomar de allí, lo cual está bien. Es mucho mejor tener una canción lidiando con la idea, poniendo pensamientos en tu cabeza sobre diferentes cosas. Siempre recuerdo cómo una canción de una banda que amaba significaba algo especial para mí porque estaba sonando cuando escuché que un amigo mío había muerto. Más tarde supe que era sobre un político que había tenido un affaire, y eso me arruinó la canción. Nunca debería haberlo sabido”, cierra Burton.

* De The Independent, especial para el suplemento NO de Página/12.

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