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Jueves, 10 de noviembre de 2011

SERGIO CH. Y LA CONTINUACIóN DE LOS NATAS

“No nos separamos”

El cantante avisa que no hay disolución sino “un tiempo para el descanso” y presenta Ararat II.

 Por Juan Ignacio Provéndola

”Es que... no... no nos separamos”, avisa Sergio Ch. El final de los Natas, que se manejó como idea y se dio casi por sentada entre el público y la prensa en las últimas semanas, fue apenas un rumor. Lo cierto es que al cabo de 17 años, más de veinte discos en formatos varios y casi diez giras por lejanos sitios extranjeros, el grupo decidió “parar un poco el carro, porque el vagón necesitaba chapa y pintura”, según su cantante, guitarrista y principal empuñadura. Este 2011 significó, para Natas, dos reediciones (Rutation y Corsario negro), un show a beneficio y actuar en el cierre del festival South American Sludge, en junio, sin contar los 45 discos de vinilo trabados en la Aduana de Munchensessions, Delmar y Ciudad de Brahman: “¡Nos pasaron 8 mil pesos de gastos de Aduana!”, se indigna.

Suspendida su participación como teloneros del show de Kyuss en Chile, la banda decidió aprovechar el resto de 2011 para “descansar junto a la familia, componer nueva música, reparar, ir despacito y prepararse para salir a batallar en 2012, año del fin del mundo”, según apunta el padre de la trinidad que cierran el baterista Walter Broide y el bajista Gonzalo Villagra, insinuando que hay vida pese a que no haya vivos hasta nuevo aviso. “El descanso es necesario, tanto como lo es, por momentos, darle con todo, sin razón”, explica Sergio Ch., quien además de acabar de lanzar Ararat II asegura temas nuevos disponibles en YouTube y premedita un 2012 entre estudios de grabación y puestas en vivo “por el circuito argentino”.

–Las canciones de los Natas fueron usadas recientemente como banda de sonido de las películas El estudiante y La plegaria del vidente. ¿Qué tal fueron esas experiencias?

–El estudiante fue una gran sorpresa para todos. Los que la hicieron eligieron el álbum Toba trance para musicalizarla: pasajes rotos, folklóricos y telúricos que parecían estar esperando ese momento para calzar. La plegaria del vidente es sobre El loco de la ruta, un libro de Carlos Balmaceda, y usan El pastizal como tema original. La película está tremenda y creo que marca un camino para un nuevo cine argentino, coqueteando con lo extremo, Rob Zombie y lo mejor del género road movie, el cine negro y el policial de terror. Es gore argentino, sangre, ruta y Rodolfo Ranni haciendo de policía corrupto... ¿Qué más?

–Aprovechaste el parate de los Natas para retomar Ararat, un proyecto junto a tu hermano Santiago, director de orquestas clásicas, en el que reivindican su origen con música armenia. Ahora publican Ararat II...

–Este segundo volumen propone nuevas texturas, mucha potencia de entrada y fuerza bruta al contar, esta vez, con baterías reales a cargo de Alfredo Felitte (de Taura y Banda de la Muerte) y una artística más real, tipo banda de rock del fin del mundo. La columna vertebral del álbum está en los tres temas de bajo y batería. Mi hermano participa en dos temas de piano y, a diferencia del disco anterior, hay mucha bajada de línea: las letras van con todo, contando historias o, simplemente, describiendo una realidad común que se desangra al cantar. La banda, en vivo, es con Alfredo en batería y Tito Fargo en la orquestación y donación de sonidos.

–¿Qué foto sacás de la escena stoner local vigente?

–Está en su mejor momento. Hay gran variedad de propuestas diferentes dentro de un mismo género que en algún momento parecía pasajero y acotado. Desde el doom anticristo de Avernal, pasando por la adrenalina de grupos como Banda de la Muerte, Sick Porky, Taura o Satan Dealers, hasta la locura del Festival de los Viajes, Klauss y Poseidótica. También otras altas nuevas bandas, algunas de ellas de las provincias. Lo mismo en el circuito de Capital, con espacios como el Motoclub Bar en The Roxy Live, de Palermo, que se convirtió un poco en casa de la movida, u otros ciclos o lugares como UniClub, Misas Negras, el Club de Monstruos, el Club Calavera y varios etcéteras. Todo se une por un bien común.

–Y en todo este ruido, ¿cuál te parece que es el mérito de los Natas?

–Es difícil ponerse en un lugar de prócer de la movida, ya que aún estamos con vida y tratando de aprender nuevos trucos. Pero me emociona ver que, tal vez, la gente nos ha dado un lugar no sólo de reconocimiento en la escena sino, también, en el corazón de una generación que pedía a gritos una nueva manera de relacionarse con la música, los artistas y las sensaciones. Desde 1994 que estamos predicando el uso de amplificadores valvulares gigantes, sets de batería del infierno, voces comprometidas y palabras reales, temas instrumentales interminables, viajes y exorcismos. Hoy, la movida se mantiene sola y ya no necesita de líderes ni manifiestos nuevos. Está todo el tablero planteado y hay ganas de tocar, lo más importante.

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Imagen: Cecilia Salas
 
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