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Jueves, 9 de agosto de 2012

Cuchá, cuchá

 Por Santiago Rial Ungaro

La Murga. La Tierra sin mal.

Con la imagen de líder guaraní Marcos Verón en la tapa (asesinado en el 2003), los correntinos de La Murga han logrado desarrollar en casi dos décadas una identidad propia, con “olor a río”, orgullo mestizo y sonido candombero y litoral que nutre con tres percusionistas (Daniel Bartolini, Guillermo Caranta y Coco Valdez) y un par de vientos (Rubén Vidal Romero en trombón y Jesús Chiquirina Vidal en trompeta) la clásica formación de rock de guitarras (el cantante Diego Rinaldi toca la rítmica y Claudio Díaz, la líder), bajo, (Sebastián Jara) y batería (Horacio Solís). “No hay razones para no añorar cosas nunca vividas por nadie”, cantan en Utopía y es justamente de esos sueños colectivos (olvidados), de esos legítimos deseos de justificar la existencia que surge este disco visceral, tan humilde como necesario. Entre tantas bandas desesperadas por ser “la banda nueva”, la poesía nostálgica y el vigor rítmico de la banda de Goya se distingue por su perseverancia, su carácter y su autoconciencia.

¡Hasta la cumbia siempre! Ultrapop.

Como señala Leonardo Tarifeño en el texto que acompaña el disco, la palabra clave de este compilado es sabor. Aunque de este compilado participe el gran Pablo Lescano (el cumbiero local más abierto por lejos) que colabora con Goy Caramelo, acá no encontramos ni la guarangada fácil que caracteriza a la cumbia villera ni la experimentación digital “for export” de Zizek, sino los distintos sabores que puede tener la cumbia en México, Perú, Colombia, Chile, Brasil y, claro, Argenchina, que aporta las cumbias locales de Los Cocineros (picante versión de “Fumando espero”, tangazo de 1922), The Binary Cumbia Orchestra o Miss Bolivia. Pero son las cumbias “internacionales” donde artistas como Sistema Solar, Chicha Libre Bomba Stereo, Frente Cumbierto, Los Destellos (remixados por Sonido Martines), Instituto Mexicano del Sonido, Panóptico Orchestra y la sensual Lido Pimienta y El Hijo de La Cumbia las que permiten que estos 19 bombazos funcionen a la vez como un set bailable listo para usar y como encuentro cumbiambero panamericano.

Marmol R. Mármol R.

Apenas 23 minutos necesitó esta banda para crear su propio mundo: con una base subtropical y dubera al frente, la voz nasal y el tono sardónico de Andrés Aloy (El Rulo) sorprende ya de entrada. Y es que el Rulo se regodea en una poética a veces picaresca y otras metafísica, a mitad de camino entre el fan de los Decadentes y el literato que cita a Aira, y se anima a desafiar la hegemonía cocainómana del rock argentino. Pero también hay algo más: Marmol siempre usó los temas como excusa para que la base de El Bocón (en bajo) y Juan del Mal (batería y percusión, ahora baterista de Viva Elástico) tuviera un eje. Con la sabia producción de Matu Naso, Mármol R logra proponer una voz propia, con intenciones post-punk y ambiciones (o pretensiones) artísticas. Y ahora que hace varios meses que no hay noticias de shows de la banda este disco parece destinado a convertirse en una de esas joyas baratas que, con el tiempo, logran multiplicar su valor, e incluso volver aún más intenso su brillo.

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