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Jueves, 4 de julio de 2013

A 20 AñOS DE LA PUBLICACIóN DE DEBUT

Naturaleza sangre

Antes de convertirse en la compositora elemental del cambio de siglo, Björk Gudmundsdóttir cambió la música contemporánea en un solo movimiento.

 Por Yumber Vera Rojas

Luego de que trasciende hacia su desenlace, In Kind, canción que fue lanzada el pasado 10 de junio a manera de abreboca de Flourish / Perish, segundo álbum de la agrupación canadiense de indie pop experimental Braids, Raphaelle Standell-Preston, vocalista del trío, comienza a experimentar una metamorfosis lyncheana. Si bien hasta hace unos minutos se reconocían ciertas conexiones en su estilo interpretativo con las de Bat for Lashes o Merril Garbus de tUnE-yArDs, la también tecladista y violera del combinado de Calgary de pronto se revela contra la frescura del tema y, como si se tratara de una predicadora –porque Dios también tiene tetas–, su voz de Heidi saltando armoniosa en los Alpes suizos comienza a retorcerse en espasmos discursivos que, cada vez más arriba, y consistentemente, explicitan: “Dejé mi conciencia en las citas. Decir simplemente que ellos me quieren demasiado”. Lo que sirve de corolario de un relato surrealista que invita al desprendimiento racional del mundo cotidiano.

No obstante, a pesar de lo innovadora que pueda parecer, la estética planteada por Standell-Preston y su banda, en la medida en que avanza la canción, encuentra rasgos en común con la propuesta del primer disco de la agrupación islandesa The Sugarcubes, Life’s to Good, que en abril pasado alcanzó su primer cuarto de siglo. Se trata de una oda al post punk cuando éste ya había pasado su época dorada, lo que causó gran sensación en todo el mundo, especialmente por la rareza de que descubría no sólo al rock de la nación nórdica, sino al propio país en sí, una isla en el medio de dos continentes de la que, salvo por su condición geográfica polar, poco o nada se conocía.

Incluso, antes de firmar con el sello londinense One Little Indian, el sexteto la estaba rompiendo en el circuito radial indie británico y estadounidense gracias a su sencillo Ammæl, grabado luego al inglés con el nombre de Birthday e incluido en el debut del combinado conformado por ex militantes de la escena punk de Reikiavik, y cuyo video brindaba un irónico recorrido turístico por la nación insular.

Así como en el resto de las señales de MTV, el video (existía una versión del tema en vivo) de Birthday también fue transmitida en la versión latinoamericana de la señal. Si bien no tuvo rotación, era un número fijo en el programa Ozono, conducido por Ruth Infarinato, cerca de la madrugada. De esta manera, una progenie de argentinos no sólo descubrió –sino que nunca más pudo zafar de su hechizo– a la cantante de la banda islandesa, la entonces ignota Björk Gudmundsdóttir, quien, al mismo tiempo que perfilaba cierto dejo de ingenuidad adolescente, a partir de ese gaño pueril, transmitía una desesperación angustiosa, pues por momentos se desdoblaba en gritos rabiosos que, luego de golpearse una y otra vez contra el unísono, estallaban de placer. Lo que, sin duda, demandaba la pregunta, tras visualizar tanto arrebato de intensidad: “¿Quién diablos es esta alienígena?”. Si bien la cabecilla de Braids tenía un año cuando apareció el clip, mientras que Garbus o Bat for Lashes seguramente ya tenían edad para verlo, lo cierto es que forman parte de dos generaciones de cantantes que bebieron del legado de la exponente nórdica.

Mañana se cumplen dos décadas de la aparición del disco que inaugura la carrera solista de Björk: Debut, luego del alejamiento de su otrora agrupación. Los días de The Sugarcubes estaban contados desde el mismo momento en que eligieron a Birthday como primer sencillo de su ópera prima debido a que no representaba realmente el trabajo de los roles del conjunto, afín a los de The B-52’s, en la que Kate Pierson y Cindy Wilson, faena que en el caso de los islandeses le tocaba a la artista que encarnó a la pobre Selma en la peli Bailarina en la oscuridad (2000), acompañaban el trazo narrativo de Fred Schneider, papel en el que figuraba el asimismo trompetista Einar Örn.

Así que al presentarse al mundo a través de la vocalista, el sexteto padecería el protagonismo de ésta, amén de que sus siguientes dos realizaciones, Here Today, Tomorrow, Next Week! (1989) y Stick Around for Joy (1992), no alcanzaron el nivel de su álbum de estreno, lo que provocó la separación del conjunto poco después de la salida de su tercer título, no sin antes de que la chichi de ojos achinados aprendiera los misterios del dance: una de las armas de su obra unipersonal.

Aunque Debut es el punto de partida de la trayectoria unipersonal de Björk, su primer trabajo se remonta a su infancia, cuando tenía 10 años, antes de soñar que algún día formaría parte de una banda, o de que sería una de las artistas más influyentes de la transición del siglo XX al XXI. Lanzado en 1977, y titulado de forma homónima, esta producción apiñó, en clave de folk y pop, temas propios y algunos covers. Trece años más tarde, mientras The Sugarcubes tomaba una pausa, la cantautora se juntó con el pianista Gudmundur Ingólfsson, el baterista Gudmundur Steingrímsson y el contrabajista Thordur Högnason para esbozar el proyecto Björk Gudmundsdóttir & Trío Gudmundar Ingólfssonar, con el que graba el álbum Gling-Gló, en el que plasma una colección de canciones propias del jazz tradicional y del bebop, muchas de ellas interpretadas en islandés. Sin embargo, poco después del lanzamiento, Ingólfssonar murió de cáncer, lo que le puso fin al proyecto. Y ante el vacío, la hoy exponente de 47 años aceptó la invitación de Graham Massey, cacique de 808 State, para intervenir en dos tracks del disco Ex:El, lanzado en 1991.

Si su contribución con 808 State (el grupo británico actuó por primera vez en la Argentina en la Creamfields de 2008), pionero de la cultura rave que empezaba a dispersarse por todo el planeta, alimentó su interés por la música house, la edición de It’s Is (1992), compilado con remixes de temas The Sugarcubes, en el que colaboran, entre otros, Todd Terry (capo del movimiento Chicago house) y Justin Robertson (DJ elemental en la historia de la electrónica de Manchester, aparte de productor de los dos discos del trío argentino Poncho), dejaba en evidencia hacia dónde apuntaría el próximo emprendimiento artístico de Björk.

Al tiempo que la electrónica comenzaba a extender su radio de influencia, en el paso de los ochenta a los noventa, a través de proyectos experimentales del temperamento de The Future Sound of London, The Orb, Orbital, Autechre o Underworld, y luego del auge que había causado el hip house, la estrella de Reikiavik la vio venir y llevó el pop a la pista de baile, incluso años antes de que emergieran Daft Punk o Fatboy Slim. De manera que Debut es uno de los precursores (con conciencia) del dance pop.

De hecho, pese a que no contó con edición nacional (el primero de sus títulos que apareció acá fue Post, en 1995, aunque se podía conseguir la versión inglesa importada en algunas disquerías porteñas), el estreno discográfico en solitario de Björk calentó durante una larga temporada las pistas de baile locales a través de himnos del carácter de Big Time Sensuality, cuarto corte promocional de Debut, que en aquella época era uno de los más solícitos en los sets de dj argentinos con aprecio por el groove, como Javier Zuker, Fabián Dellamónica o Nico Cota. Se trata de una canción en sintonía con el espíritu discotequero de otros tracks del álbum, de los que sobresalen Crying, There’s More to Life Than This

(Recorded live at the Milk Bar Toilets), y el exquisito Violently Happy (su video fue dirigido por el fotógrafo y realizador galo Jean-Baptiste Mondino), uno de los sencillos que escribió en conjunto con el coproductor del larga duración, Nellee Hooper, quien venía de trabajar con Soul II Soul, Sinéad O’Connor y Massive Attack.

Antes de que The Sugarcubes se separara, la artífice, que grabó seis discos más de estudio –el más reciente fue Biophilia, en 2011– tras la publicación de Debut, se acercó a su disquera, One Little Indian, con un casete en el que asomaba las canciones en las que estaba trabajando. Después de que la banda se tomó un parate, Björk se mudó a Londres para comenzar a diseñar el concepto del álbum, cuyos temas compilaba desde hacía ya varios años. Si bien no tenía formalmente nada grabado hasta la fecha, demeó los tracks de notable inspiración dance en casa de Graham Massey (de esas sesiones surgió Army of Me, que apareció más tarde en Post), y de allí nació la idea de incluir un arpa en alguna de las composiciones.

Paul Fox, quien ya había colaborado con su otrora agrupación, y que inicialmente iba a ser el productor del larga duración hasta que el novio de la artista nórdica en aquel momento, Dominic Thrupp, le presentó a Hooper, introdujo a la Gudmundsdóttir a los dos músicos de jazz que intervienen en esta realización: el saxofonista Oliver Lake (The Anchor Song) y el arpista Corky Hale (para el cover de Like Someone in Love).

Así que, al mismo tiempo que demuestra un perfil abiertamente bailable, Debut manifiesta una veta barroca que con el paso del tiempo y de las producciones evolucionó hacia la agudización de un nuevo sentido: el de la curiosidad. No obstante, Human Behaviour, primer sencillo de elepé, y cuyo video fue dirigido por el realizador francés Michel Gondry (otro de los rasgos de Björk en su trayectoria fue rodearse de talentosos colaboradores), advierte el tacto de la cantautora para limpiar al pop de cualquier mancha banal. Sobre la base de un viaje hacia el fondo del minimalismo, que incluye un sample de Go Down Dying de Tom Jobim, la canción que inaugura al disco inicia una trilogía, sostenida subsiguientemente en Post, con Isobel, y en Homogenic (1997), con Bachelorette, acerca de los comportamientos de la sociedad, el poder del hombre sobre el animal y las sensaciones que moldean la conducta humana: la muerte, el miedo y el amor. Al tiempo que establece la transmutación de su forma de abordar la taciturnidad en su antigua banda y como lo hará a partir de ese instante.

Desde aquella época y hasta Homogenic, el productor, ingeniero y músico escocés Howie B, conocido por su labor de estudio para U2 y Tricky, se transformó en uno de los aliados de Björk, mientras que con Nelle Hooper sólo repitió en Post. Además de la capital inglesa y Los Angeles, este trabajo, que vendió más de tres millones de copias (por sobre las 20 mil que esperaba el sello), y cuya foto de tapa –toda una hermosura sepia– es de la autoría de Jean Baptiste Mondino, Bombay fue el otro destino elegido para Debut, una obra alabada por la crítica británica (fue considerado el mejor disco de ese año) y resistida por la estadounidense. A la metrópolis hindú viajó nada más que para darle el matiz cinematográfico a Venus as a Boy, en la que recibió la hospitalidad sonora del músico hindú Talvin Singh, quien se encargó de las orquestaciones del tema (al igual que en las de Human Behaviour) y prestó su tabla, lo que le sirvió de plataforma de despegue para su internacionalización (a partir de entonces se sumó a la movida del Asian Underground, y fue llamado por actos del calibre de Sun Ra y Siouxsie & The Banshees).

A pesar de que con el tránsito de los noventa, una década rara o con sabor a poco, que, más allá del grunge, de la alternatividad, del brit pop o del existencialismo sonoro, hoy se entiende como una plataforma de renovación y de replanteo de la cultura pop, ante la cada vez más inminente posibilidad de su repetición o de su agotamiento, Debut, en cuya reedición incluyó el tema Play Dead, compuesto originalmente para la banda de sonido de la cinta The Young Americans, se transformó en un buche fresco de creatividad.

Si bien a partir de la aparición de Homogenic, su tercera realización de estudio, el oriente musical tomó un riesgo cada vez mayor, comprometido con una conceptualización irreductible del arte a través del arte en sí, independientemente del crecimiento de su mediatización, el primer álbum oficial de esta trayectoria es un estupendo laboratorio de experimentación acerca de la manera de ingeniar el mañana. De comprenderlo con una identidad.

Tras cancelar la gira mundial de Biophilia en 2012, justamente en Buenos Aires, donde se presentó en el Centro Municipal de Exposiciones, debido a que se le descubrió un nódulo en las cuerdas vocales, Björk regresó a los escenarios. Actualmente encara una serie de shows que la mantendrá ocupada hasta septiembre, y que abarca Europa, Estados Unidos y parte de Asia. Casi en simultáneo, la gran responsable de que Islandia hoy sea un polo turístico en el mundo –la crisis económica que sufrió su país en 2008 aumentó su tono crítico, del que no escapan políticos ni banqueros–, aparte de agitar una escena que tiene en Of Monsters and Men a uno de sus emblemas más novedosos (actuaron en el Movistar Free Music este año), en mayo fue inmortalizada en Los Simpson, al lado de sus compatriotas de Sigur Rós. Con el nombre de La Saga de Carl, el capítulo detalla cómo Homero, Moe, Lenny y Carl llegan a la nación nórdica, después de comprar un billete de lotería que termina siendo el afortunado ganador. En esa entrega de la afamada serie, la cantante tuvo un cameo en el que se la pudo ver con el vestido de cisne que lució en los premios Oscar de 2001.

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