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Jueves, 8 de enero de 2015

Saga-dios

 Por Luis Paz

En la semana de su estreno en la Argentina, El Hobbit: la Batalla de los Cinco Ejércitos tuvo 277.882 espectadores, según datos de la productora Ultracine. Y en el mismo movimiento con el que clausuró la trilogía basada en la novela de Tolkien que es precuela de El Señor de los Anillos (así como El Silmarillion opera como Antiguo y Nuevo Testamento de la Tierra Media), la de Peter Jackson debutó como la película más vista del año 2015.

Año 2015, por cierto, al que Marty y el Doc viajan en Volver al futuro 2 (precisamente a las 4.30 del 21 de octubre, según el visor del DeLorean), y en el que entre otras cosas deberían abundar las patinetas flotadoras, la ropa autoajustable y autosecante, y las minúsculas pizzas deshidratadas.

Pizzas, por cierto, que son el alimento fundamental de Pizza Planeta, la casa de comidas fetiche de Toy Story, saga cuya primera entrega cinematográfica cumplirá este 22 de noviembre 20 años desde su estreno.

Estreno, por cierto, que se impone para Jurassic World, suerte de reinicio para la dinofranquicia que desde 2001, fecha de su tercera, última y bastante pedorra entrega, permanecía como sauriogalería popular y de culto: el 11 de mayo aparecerá en pantallas Jurassic Park, cuarto volumen.

Volumen, por cierto, ganarán las taquillas cuando llegue La Guerra de las Galaxias Episodio VII: el Despertar de la Fuerza, a cargo de J.J. Abrams para Walt Disney Pictures, con debut programado para el 18 de diciembre y el cálculo de que sumará 1800 millones de dólares de ganancias a la saga.

Saga, por cierto, como categoría, instrumento, concepto y depósito de fanatismos: El Señor de los Anillos/El Hobbit, Volver al futuro, Toy Story, Jurassic Park y La Guerra de las Galaxias, curiosamente reunidas en torno de los anillos concéntricos de 2015 por estas diversas razones y tantas otras, como que Elijah “Frodo” Wood tuvo un papelito en Volver al futuro 2 como uno de los nenes que investigan el fichín Wild Gunman en el Café 80’s.

Las sagas han sido atacadas y defendidas por las cuestiones más obvias. Que son una máquina de hacer chorizos, que no hay como las primeras partes, que te dejan manija uno, dos, cinco años, que esto y que aquello. O que son un buen modelo para contar una historia con profundidad, que generan éticas y estéticas que anclan en sus fieles, que son esfuerzos de producción, bla, bla.

Lo que fuere, en apenas una semana, 2015 vio la conclusión de El Hobbit, la confirmación de estrenos para Jurassic World y El Despertar de la Fuerza, y arrimó aniversario para Toy Story. Cuando a las 4.30 de este 21 de octubre un DeLorean destelle el cielo en Hill Valley, quedará probada la teoría de esa facción que propone a las sagas como molécula cenital del cine moderno. El asunto es que Hill Valley, verdadera lástima, no existe.

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