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Jueves, 7 de mayo de 2015

EL ORGULLO DE MAMá

El dúo dinámico

Fran y Agus reescriben su rap a la distancia.

 Por Hernán Panessi

Hubo algunos casos, en los últimos 20 años, de artistas que arribaron a una experiencia curiosa: rap de factura netamente pop. Así fue como, entre presentaciones en el programa de Xuxa, homenajes a Double Dee o publicidades para el jugo Cepita, se hizo grande Jazzy Mel, pionero del rap en Argentina. Más adelante, dos pibes pegados durante miles de horas al televisor trazaron una grieta en la música moderna: unos purretísimos Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur, que ya hablaban como ahora, inventaron Illya Kuryaki and the Valderramas. Y así, algunas décadas después, bajo ese mismo cordón invisible, El Orgullo de Mamá se nutre de la energía de los ‘90 y regala al mundo el mejor ejemplo de popxploitation vía rap del aturdido y sobreinformado siglo XXI.

Si se arrojara hacia arriba la obra de El Orgullo de Mamá se verían con claridad algunos cortes transversales que atañen directamente a la cultura pop. Por eso, Campeón mundial, su segundo disco, tiene la deferencia de agradar al nicho e intentar divertir al gran público. Allí, manejan data ligada a una niñez clasemediera con las dosis justas de pizzas, alfajores, Ante Garmaz y Tortugas Ninjas. “Eso tiene que ver con nuestra educación sentimental”, asegura Fran López. “En los ‘90 nuestra banda no hubiera funcionado”, redondea el más elocuente del dúo.

El Orgullo de Mamá habla de Jazzy Mel pero no es Jazzy Mel. “Al escribir las letras advertimos que hay cosas muy poco valoradas, como ver la tele”, dice Agus Spinetto, la otra mitad de la bestia. “El modo enunciativo que tenemos está muy mediatizado por el presente”, se suma Fran. Espacialmente separados, pero aún así juntos gracias a Internet, desafían las leyes de la efectividad: uno está en Estados Unidos, el otro acá. EODM mantiene ahora una relación epistolar, y la cosa funciona.

Desde su imaginario, entendieron que ser serios no es ser solemnes: ni a palos bajan línea; más bien, dignifican un tendal de chistes y colores. Es por ello que, aseguran, lo que hacen es rap, no hip hop. Ahí hay una construcción identitaria adorada pero –siempre– vista desde la distancia. “No tenemos una obsesión por retratar la cultura pop: así es nuestra vida”, cierra Fran, dando la sensación de que el tema siquiera está en discusión.

La presencia de jóvenes nacidos al calor del videocable, Bosque Chocolate y los rayos lasers hechos en Taiwan toma volumen: “Somos la primera generación que atraviesa este nivel de mediatización de la vida”, reflexiona Fran. Y la música –la suya, la que anticancherea, la que no podrían ejecutar ni Jazzy Mel ni IKV– se rediseña superadora: lo que hacen sería algo así como un post-rap desajustado geográfica, social y racialmente a lo que por defecto les correspondería. Y eso los pone, sin chistar, aún con nostalgia del pasado, con un pie en el futuro.

* Sábado 9 en NAN Vivo, Club Cultural Matienzo, Pringles 1249. Desde las 20 con D.U.H.A.L.D.E., La Pandilla del Verano, Los Rusos Hijos de Puta, Mi Amigo Invencible y Sus Hijas.

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Imagen: CECILIA SALAS
 
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