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Jueves, 21 de enero de 2016

VERANO CALIENTE #5

Médanos punto com

Las Toninas, el pórtico arenoso de la internet local.

 Por Juan Ignacio Provéndola

Desde Las Toninas

Uno de los veinte barcos que hay en el mundo para esta clase de trabajos tira cables en el medio del océano. Robots programados los sumergen a miles de metros de profundidad e inician el kilómetrico tendido subacuático hacia la costa. Cuando están cerca de la orilla, unas barcazas recogen los cables para arrimárselos a buzos especializados que hacen la tarea más fina: intentar enlazarlos con sogas debajo de las corrientes marinas. Si sale bien, todo termina en una caja negra inviolable de un metro cúbico ubicada más allá de los médanos. El relato fantástico cierra con el destino elegido por la ciencia y la ingeniería para este desembarco tecnológico: Las Toninas. Así es como llega internet a toda Argentina.

En el mundo hay 132 nodos de cables submarinos. Son los encargados de proveer de internet al planeta. Las Toninas es un pequeño pueblo del extenso Partido de la Costa, el aglomerado balneario atlántico más cercano a Buenos Aires. En verano se llena de decenas de miles de personas, como toda localidad bonaerense sobre el mar. Durante el año, en cambio, no viven más de cinco mil. Un lugar bello y tranquilo, con playas amplias. Rareza en una zona de costas cortas por la edificación descontrolada sobre el mar.

Las empresas que realizan estas instalaciones no fueron cautivadas por esto sino por las condiciones naturales de sus costas: las vieron aptas para bajar a tierra una serie de cables del tamaño de un vello, que transmiten información en forma de luz a lo largo de 20 mil kilómetros de extensión submarina. Y que reparten Internet a una importante porción del mapa: Las Toninas es el único nodo argentino y uno de los pocos del Atlántico Sur.

Las cables, cuatro en total, fueron colocados en 2000. Aseguran que se rompen poco y no por fallas de origen sino por culpa del gran enemigo de los tendidos: los barcos pesqueros. De todos modos existe un sistema antiriesgo que puentea la transmisión mientras se arregla el tramo averiado. La historia cambia cuando los cables avanzan más allá de las cajas negras y penetran en el continente. Que ironía: la bella fábula submarina se hunde cuando toca la tierra. Allí, los cables se pierden en un pasamanos de empresas, leyes y negocios. Y comienzan los problemas conocidos. Será por eso que a ningún toninense le interesa tanto esta historia. Ni a ellos ni a los miles de turistas que en este preciso momento estarán puteándole al mar por quedarse con 4G debajo de la sombrilla.

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