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Jueves, 8 de septiembre de 2016

AUTOSTOP #4: DARíO ROA

A los trece

En la vuelta del fútbol, el jugador más joven en disputar un partido AFA aún no aparece detrás del humo y las ansiedades ajenas.

 Por Juan Ignacio Provéndola

Darío Roa mide 1,70, es robusto y juega de mediapunta, una posición inventada por el fútbol moderno para quienes –por el mismo sueldo– combinan la plusvalía “potencia + técnica”. Cautivado por estas cualidades, el DT Guillermo Samso decidió convocarlo para el último partido que Racing de Trelew debía disputar por la primera fase del pasado Federal B, cuarta categoría de AFA. Y lo puso a los 38 minutos del segundo tiempo, cuando su equipo le ganaba a Cruz del Sur del Bariloche y ya tenía asegurada su clasificación. Darío peleó varias pelotas, armó una contra que casi termina en gol y, lo más importante, se convirtió en el futbolista más joven en llegar a la Primera de un equipo afiliado a AFA. El récord era de Antonio Erburu, otro patagónico precoz que el año pasado había aparecido en máxima división con 14. Darío ahora lo superó con uno menos.

Al otro día del debut, los profesores lo felicitaron “por llevar bien alto el nombre de la escuela” donde cursa el primer año del secundario, mientras que su papá (un albañil de 33 años que jugó en algunos clubes de la zona) confesó que se le puso “la piel de gallina”, pues lo que ocurrió con su hijo “fue una de las cosas más lindas del mundo”. Y el entrenador que lo promovió se animó a pensar en futuro: “Lo ideal sería tenerlo acá por lo menos hasta los 15 o 16”, sugirió, dando por sentada una inminente emigración al fútbol grande. Es que, a las pocas semanas, apareció Darío Bombini, agente FIFA y detector de mano de obra infantil (su principal cabeza de alce es el Kun Agüero) para celebrar “un vínculo de cooperación para la colocación exclusiva de jóvenes talentos racinguistas en el fútbol de AFA”. Mmmm.

Apenas diez minutos en cancha le bastaron al hijo pródigo de Planta de Gas (uno de los barrios obreros de Trelew) para despertar expectativas y ansiedades tan grandes como ajenas. Fue todo el tiempo que jugó en Primera, ya que desde entonces no volvió a ser convocado. Cuando los micrófonos se le acercaron, interesados por la historia, Darío no tuvo mucho para contar. Apenas lo que diría un pibe de 13 años que gusta del fútbol: “Sólo quería entrar y jugar a la pelota”.

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