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Jueves, 13 de noviembre de 2003

GARY “MANI” MOUNFIELD PASO POR BUENOS AIRES

Todo un estilo

Vino a pasar música, divertirse y a ver River-Boca. Las tres cosas le interesan por igual. El ex bajista de Stone Roses, actual de Primal Scream, carga con una leyenda rocker que se condice con su forma de ser y parecer.

 Por Roque Casciero

”Soy muy fucking afortunado”, dice Gary Mani Mounfield y suelta la carcajada. El bajista no encuentra mejor explicación a la hora de contestar cómo es que formó parte de dos grandes bandas del rock británico de las últimas décadas: Stone Roses y Primal Scream (donde aún toca). “Quizás estuve en el momento y la situación indicados, y el destino así lo quiso. Creo en el destino y tal vez estaba destinado a terminar en Primal Scream. La verdad es que es bastante raro que un músico pueda ser parte de dos grandes bandas. Y por eso me lo paso riéndome como un idiota todo el tiempo”, completa. Con el cronista del No, la situación y el momento son: habitación de hotel, Mani en un sillón de un cuerpo, con un porrón de cerveza en la mano; viernes a la noche, justo antes de partir a pasar música en Niceto. Antes de encender el grabador, el músico –futbolero hasta la médula, hincha del Manchester United– habla de Maradona, por supuesto. Se lo nota de buen humor y con ganas de salir. Como siempre, de acuerdo con su fama de fiestero incorregible. “Soy el diablo”, dice en español. Y sigue: “Este mes cumplo 41 y todavía soy un rockero con clase. Siempre lo seré”.
–¿Recordás cuándo te interesaste por primera vez en la música?
–El primer disco que me compré fue The Jean Genie, de David Bowie. Y después, en 1977, me hice fan de The Clash. Cuando conocí a The Clash, me dije: “Esto es lo que yo quiero hacer”. Así que me siento en deuda con Joe Strummer y los muchachos. Pensar que, diez días antes de su muerte, Joe me llamó para pedirme que tocara el bajo con los Clash... Tenían que presentarse en el Rock and Roll Hall of Fame y Paul Simonon estaba con artritis. Hubiera sido la frutilla del postre, pero no pudo ser.
–¿O sea que decidiste ser músico por los Clash?
–En parte, sí. Además, la zona de Manchester es bastante deprimente y la gente no tiene muchas opciones: futbolista, boxeador, ladrón de bancos o vendedor de drogas. Me decidí por la música, porque siempre había sido fan y sólo tuve que aprender a tocar. Para mí fue una buena decisión para salir de la trampa de la pobreza: nunca hubiera podido jugar en el Manchester United y hubiera sido un pésimo dealer, porque me hubiera tomado todas las drogas... (risas).
–¿Fuiste hooligan en algún momento de tu vida?
–Claro que sí. Durante la época de la bastarda Maggie Thatcher, en Inglaterra no había trabajo y la única forma de olvidarse de la pobreza era el fútbol de los sábados. Era un ejemplo típico de cuando el gobierno divide para reinar. Nosotros íbamos a la cancha pensando: “Uh, yo odio a estos bastardos de Liverpool”, y nos agarrábamos a piñas. Pero en algún momento pensamos: “Pará un minuto, ellos son iguales a nosotros, están igual de hechos mierda que nosotros”. Supongo que la gente se avivó. Y justo apareció el éxtasis y cerró las heridas. Con mis amigos íbamos siempre a The Hacienda y la misma gente que dos meses antes se agarraba a trompadas, cuando apareció el éxtasis se abrazaba en la pista. Creo que el éxtasis derribó muchas barreras en Inglaterra. En ese sentido, fue algo positivo.
–Pero vos preferís la marihuana...
–Sí. Es gracioso: hace un mes dejé de fumar porro y empecé a soñar otra vez. Es muy extraño, no sé por qué sucede, pero es como si el cerebro hubiera vuelto a funcionar. Y eso es peligroso... (risas). Tengo sueños muy psicodélicos. Por ejemplo, la semana pasada soñé que me casaba con una de las Atomic Kitten en Glastonbury.
–¿Qué opinás de Tony Blair?
–¡Es peor que Margareth Thatcher! (risas). Es siniestro, porque apareció sonriéndole a todo el mundo y diciendo que era parte del pueblo, pero es tan malo como la Thatcher. Yo no confío en ningún político.
–¿Cuáles son tu mejor y tu peor recuerdo de Stone Roses?
–Todos son buenos, porque fue la posibilidad de salir de un barrio de mierda y de estar con mis amigos. Aprendimos a tocar, lo hacíamos bien juntos y teníamos la confianza para triunfar. Inglaterra pensó que éramos arrogantes, pero en realidad era un total autoconvencimiento. Fueron días felices.
–¿Te gustaría volver a tocar con ellos?
–Me encantaría. Pero a veces pienso: “¿Tendría algún sentido?”. Sólo sería por una cuestión financiera. Y nosotros dijimos que nunca venderíamos nuestras almas. De todos modos, en cualquier ciudad de Inglaterra en la que esté, la gente se me acerca en la calle y me agradece porque nuestra música le cambió la vida. Entonces, me gustaría reunir a la banda por la gente, porque éramos la banda del pueblo, en un modo que Blur, Travis o Coldplay nunca podrían serlo. Nosotros somos el pueblo.
–¿Hubo alguna otra banda del pueblo después de Stone Roses? ¿Oasis?
–Sí, definitivamente, ellos son una banda del pueblo. Hacen rock and roll de tres acordes, básicos. Noel mismo te diría que él no es el mejor guitarrista del mundo, pero puede escribir buenas canciones. Y su música le toca una cuerda al pueblo. Cuando la gente mira a Liam Gallagher, piensa: “Yo podría ser él”. Y es probable que eso mismo haya pensado Liam cuando vio a Ian Brown hace muchos años.
–Primal Scream acaba de publicar un compilado de “grandes éxitos”. ¿Por qué decidieron hacerlo en este momento?
–Básicamente es una cuestión contractual, pero tiene un costado positivo. Cuando tocamos en vivo, la gente que va a vernos tiene 18 o 19 años, y no sabe qué son Screamadellica o Give out (but don’t give up), no conocen la historia. Y Dirty Hits también significa que no vamos a tener que hacer otra cosa durante un año, lo cual es genial porque somos unos vagos de mierda.

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