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Jueves, 16 de septiembre de 2004

EL DICHO / EL HECHO

EL DICHO
“Yo no fui nunca un tipo de la calle, fui el hijo de un dermatólogo... siempre lo dije. A lo mejor en las primeras épocas de los Caballeros encontrás alguna cosa que yo haya dicho que el physique du rol me llevaba a decir. Además tuve una cierta información cultural que nunca me pesó y que por el contrario agradezco tenerla. Yo no inventé una postura heroica del rock de la calle, a lo mejor, insisto, en esos dos primeros años usé como escudo y carta de presentación, capaz que me mandé aquella de ‘yo soy el malo de Morón’. Pero si pasó creo que con la banda lo desactivamos rápido. Hicimos mucho menos proselitismo que otras bandas, y no seguimos el manual de instrucciones de cómo ser un buen rockero chabón. ¿Cómo es? Decir todo el tiempo que te parecés a tu público. Asegurarles todo el tiempo que te pasa lo mismo que a ellos. Cantar lo que quieren escuchar. Es clientelismo político. Es una forma de asegurarte que vuelvan a votarte en el próximo Obras o Luna Park.” Iván Noble, efectivamente lejos –quizás a su pesar, quizás no– del ghetto rock nacional, se despacha a gusto en una entrevista publicada en el número de septiembre de la revista Cerdos & Peces. La conversación con Enrique Symns contiene, además, lenguaje explícito. Por ejemplo: “¿La Corte Suprema del Justo Rock me dio reclusión perpetua? Mirá vos... me chupa la pija”.

EL HECHO
Quienes vieron a Charly García como un elemento surreal más dentro de la surrealidad del partido Boca-Cienciano, jugado el martes 7 en Miami, se perdieron lo mejor. Un día después, el miércoles, Charly concretó un accidentado tercio de show en el teatro Jackie Gleason de una ciudad que, por otra parte, nunca le gustó ni cayó bien. ¿Cómo fue? Relato de un testigo: “Habría unas 600 personas, que habían pagado entre 25 y 70 dólares por ver el show. Subió al escenario ebrio (muy ebrio) y empezó con ‘Influencia’, ‘Popotitos’, ‘Asesiname’ y ‘Confesiones de invierno’. A la media hora se levantó de su asiento y se fue aludiendo que el público estaba frío, que no cantaba. ‘Están muertos’, dijo. Luego de 20 minutos, y entre gritos (‘¡Charly, Charly!’), regresó y tocó un tema para, otra vez, interrumpirlo sin mayores explicaciones. Se fue. El público otra vez esperó, y esta vez los cantitos (donde se notaban las nacionalidades de los presentes, colombianos, argentinos, peruanos, venezolanos) se mezclaban con algún ‘¡Devuelvan la plata’”. La cosa siguió: Enrique Kogan, organizador del show y productor del Festival Argentino en Miami, le pidió que volviese al escenario, aunque sea para cantar el himno. Charly, fiel a su estilo, le contestó “Loco, andá vos a cantarlo”. Al rato, se fue definitivamente del teatro.

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