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Jueves, 14 de noviembre de 2002

CONVIVIR CON VIRUS

Convivir con virus

Es un hecho, los accidentes existen. Se pueden tomar todas las precauciones posibles, usar cinturón de seguridad, no cruzar el límite de la velocidad permitida, salir a la ruta solo cuando se ha dormido ocho horas reglamentarias. Y aun así sufrir un accidente. El riesgo cero no existe. Aunque te quedes en tu casa, comas sólo lo que prepares con tus propias manos y revises las llaves de gas mil veces antes de acostarte, nada podrá impedir que tu organismo se retobe, o que el vecino haga explotar una garrafa justo bajo tu ventana. Seguramente las precauciones limitan la posibilidad de los accidentes, el riesgo suele disminuir al mismo tiempo que la aventura, la adrenalina, las emociones. ¿Tener sexo conmigo, que tengo vih, es como andar por la ruta sin cinturón de seguridad? ¿Da vértigo? ¿Es como caminar por una cornisa? No, me contesto muy segura, lo sería si no tomara precauciones, si no usara forro, por ejemplo. Pero cuando sucede un accidente, cuando se rompe un preservativo, por ejemplo, el miedo es como un muro levantado justo frente a mi nariz que da cuenta de lo que ya no voy a poder hacer, de que el blando olvido del placer es para otros y no para mí. ¿Qué hago, entonces? El forro se rompe y yo quedo como estacada, tratando de conservar la calma, de no darle dramatismo. No es sinónimo de contagio, yo lo sé, ¿y el otro?, ¿y si tuviéramos tanta mala suerte?, ¿cómo manejo su miedo?, ¿y el mío? No queda más que conservar la calma, saber que hay muchas razones para hacerlo, tener alguien a mano a quien consultar –tu médico amigo suele ser el más indicado– y desear que la otra persona no empiece a mirarte como si fueras su enemiga. Suele suceder, es lo más fácil echar la bronca sobre alguien concreto, como si los dos no supiéramos cuál era el riesgo de estar juntos. Pero la verdad es que la conciencia llega en esos momentos de mierda más que en ningún otro. Y que no hay ninguna herramienta mejor para protegerse que hacerse cargo y manejar información. De hecho existen tratamientos de prevención para cuando suceden estas cosas, y tu médico amigo sabe cuándo es necesario usarlos y cuándo no. marta dillon

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