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Jueves, 2 de junio de 2011

CUMULUS NIMBUS

Con la música a otra parte

 Por Mariano Blejman

La cuestión es tirar la música para arriba, y esperar que no caiga de nuevo. Depositar discografías completas en bibliotecas digitales propias, deshacerse del traslado de objetos para llevar la música a cualquier parte. Hay dos conceptos que se entrecruzan: grandes plataformas mundiales que ofrecen espacio y servicio, y viejos conceptos como país, derecho de autor y otras cuestiones de “tenencia”. La propuesta es fascinante, cómoda y realmente atractiva a la hora de usarse: tener todo ahí arriba es sencillo, claro, siempre y cuando uno tenga formas de llegar. ¿Dónde queda la nube digital? En servidores bien guardados que suelen estar en suelo estadounidense. ¿Qué tan nuestra será nuestra música si dependemos de al menos dos empresas para poder escucharla, la que nos ofrece el servicio de guardado y la que nos ofrece la conexión a Internet? Pero qué importa: si tendremos copias de respaldo. Y con tantos dispositivos en casa (compu, teléfono inteligente, iPad, y vaya a saber uno qué otro artefacto inventen) más vale dejar todo ahí arriba, a ver si entran los ladrones: ni discos, ni CDs, ni USBs, ni laptops... ¡Nada! De cualquier modo, el concepto de nube no es demasiado nuevo para el mundo informático, y muchos ingenieros creen que no es más que el triunfo definitivo de Internet contra las “computadoras de escritorio”. De hecho, así funcionaba la red hace 20 años: quienes se conectaban a los nodos universitarios a través de “telnet”, usaban los servicios de manera remota. La red se mete con cada artefacto de la casa: ya sólo falta que nos vayamos a dormir a la web. Y si nos quedamos dormidos, será porque se colgó el sistema.

@blejman

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