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Jueves, 18 de julio de 2013

Una nueva mentalidad

 Por Marcelo Pocavida *

La Bond era la típica galería donde había boutiques para señoras mayores. A finales de los ‘80 y principios de los ‘90 se fueron alquilando algunos locales acordes con una nueva mentalidad. Alfredo Rosso con su disquería, la reconocida diseñadora de modas Miuki Madelaire (que hacía zapatos exóticos, con taco aguja y charol), una casa de luthería, Mc Pyo con sus pinturas y tatuajes. Patra, de la banda Exeroica, también deambulaba por ahí. Y había un local de venta de videos porno en el primer piso y un estudio de abogacía de aspecto no muy confiable. Se decía que en ese sex shop se conseguían películas porno clandestinas, medio snuffs.

Era un lugar de encuentro porque muchos amigos terminaron siendo empleados. Cuando empecé a frecuentar y a ver las internas de la galería, me fascinó. Siempre fui mucho a Rayo Rojo, por toda la parafernalia y bibliografía pionera de contracultura extrema: asesinos en serie, satanismo, fanzines y comics independientes.

La zona de los baños de caballeros daba a unas rejas y debajo había una especie de estacionamiento abandonado enorme. Al costado había unos cuartos. En uno de ellos vivía o tenía un atelier un artista plástico. Una vez me mostró el lugar y era realmente tétrico. Me llegaron historias de que, en la época de la dictadura, abajo hubo un centro de detención.

Fue un lugar donde estuvo el boom marilinmansonesco de mediados de los ‘90. Estaba la zapatería, que empezó siendo común y corriente, y después se transformó en la de los “botines Marilyn Manson”, de plataforma. El tatuaje y el piercing levantaron todo cuando el rock se comenzó a instaurar como un elemento de consumo masivo en los adolescentes. Había también un local de ropa tipo fetiche, sadomaso, que hoy está totalmente habilitado en cualquier parte. Indudablemente, la Bond Street fue un bastión en ese sentido. Incluso los turistas y las señoras entraban a ver a los “raros”.

Muchos artistas pasaron por ahí, como Batato Barea y Ratos De Porao. Glenn Danzig de Misfits pasó a comprar comics, y Rodrigo se fue a hacer un tatuaje y lo cagaron a trompadas. Hubo una época en la que los cumbieros de la vieja guardia, como Lía Crucet (que había hecho un público que hacía culto a lo kitsch) o Ricky Maravilla, frecuentaban la Bond.

* Músico y performer. Fue cantante de Muerte Civil, Los Baraja, Vudú, Cadáveres, Star Losers y Los Viagra Boys, entre otras bandas.

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Imagen: Cecilia Salas
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