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Domingo, 23 de julio de 2006

PáGINA 3

Lo que sé

 Por Mia Farrow

No he sido delicada a la hora de vivir mi vida. Me he zambullido de cabeza. Debería ser más gorda, realmente, porque como mucho.

Mi hermano murió cuando tenía trece años y mi familia sencillamente se desintegró. Mis padres son irlandeses, comenzaron a beber, y mi padre no pudo volver a trabajar. Sentimos que se le había roto el corazón. Murió a los cincuenta y ocho, tras una serie de ataques cardíacos. Así que empecé a presentarme en audiciones. Sentí que necesitaba salir a valerme por las mías.

Cuando me casé con Frank Sinatra, mi padre había muerto hacía poco. Frank acababa de cumplir cincuenta, y la gente me decía: “Oh, estás buscando un padre”. Es difícil para mí negar o confirmar eso. Pero lo que sí voy a decir es que era el tipo más cool, buenmozo y sexy que había. No creo que haya muchas mujeres, de cualquier edad, que se hubieran podido resistir. Era absolutamente encantador. Adorable. Así que pueden hablar del padre todo lo que quieran, pero él no era para nada como mi padre.

No se puede tener una relación hombre-mujer completa sin sexo.

No me gusta nada que se sienta resbaloso. No me gusta la sensación de estar sobre hielo o nieve, donde uno se patina. No me gusta esa sensación de que me voy a caer.

Cuando tenía nueve, me agarré polio. Y me sacaron de la seguridad de mi familia para meterme en otro mundo: el ala del Hospital General de Los Angeles para enfermedades contagiosas. Fue durante una epidemia. Me mostraron la enfermedad, la incertidumbre y el dolor, incluso la muerte. Luego me dieron de alta y luego me devolvieron a mi vida, y nunca me volví a sentir de la misma manera. Me dio la sensación de que tenía que encontrar una vida que tuviera sentido, y eso ha dado forma a la familia que tengo. He adoptado diez niños, la mayoría de ellos con necesidades especiales, incluyendo un hijo que es parapléjico como resultado de la polio. Así que ésta es mi manera de enfrentar el tema, una y otra vez.

Es por las cosas que no pueden sacarnos que podemos medirnos a nosotros mismos.

Estornudé cuando el Maharishi me estaba dando mi mantra. Yo tenía una alergia terrible, y había que llevarle flores. Entonces, justo cuando él pronunciaba mi mantra, yo estornudé. Le dije: “¿Perdón? Creo que no lo escuché bien”. Pero él no quiso repetírmelo. Desde ese día, no sé si lo estoy diciendo bien.

Después de lo del Maharishi, empecé a recorrer la India a dedo. Retiré todo mi dinero del banco y lo regalé. Y luego pensé: “Bueno, ahora yo también soy pobre. Así que volví a trabajar”.

Prefiero tener el respeto de alguien que su dinero.

No querés que el padre de tu hijo se case con la hermana de tu hijo. No es bueno para los valores familiares.

Si hay un bebé ahogándose en un lago, ¿tenés la obligación moral de sacarlo? Prácticamente todo el mundo diría que sí. ¿Pero qué pasa si el lago está a un kilómetro de distancia? ¿Qué pasa si está en otro continente? Creo que la falta de solidaridad no es una opción. Siempre hay cosas que podemos hacer. Como mínimo, uno puede entrar a savedarfur.org y escribir su carta. Uno no debería limitarse a pasar por la vida.

Lo que le diría a mi hija es: “No te involucres con nadie que no respete a su madre”.

Frank Sinatra tenía una estructura moral muy fuerte. De hecho, era bastante juicioso en ciertos aspectos, muy a la manera del padre italiano. Había una parte suya capaz de decir: “Rómpanle las piernas”, pero había otra parte incapaz de hacerlo. Y había una parte que era un padre y amigo excelente, que no mentía, que hacía lo que fuera correcto para los demás sin esperar recompensa.

La mente creativa tiene algo: la capacidad de sorprender. Yo realmente quiero que alguien me sorprenda.Si en apariencia un papel no tiene nada que ver con uno, incluso ese papel es, de hecho, también uno mismo. Sólo tenés que llegar hasta ahí.

Por supuesto que creo en reglas y estándares. No permito que los chicos manden e-mails durante la semana. Hablar por teléfono está bien los fines de semana, siempre y cuando sus calificaciones en la escuela sean altas. Absolutamente nada de televisión –nada, nunca– excepto tal vez algo que yo haya grabado para el Discovery Channel. Y no los dejo leer porquerías. No cuando podrían estar leyendo La isla del tesoro o Tom Sawyer.

Si un chico quiere pasar su vida arreglando autos y otro quiere arreglar el mundo, ambos son igualmente válidos. Mi hijo Thaddeus es parapléjico. Si tuviéramos que vivir uno de sus días, la mayoría de nosotros se sentiría muy molesto y humillado. Pero él puede arrastrarse a sí mismo por el piso con mucha dignidad, y mantener su objetivo de arreglar autos.

Encontrar cosas que brillen y moverme hacia ellas.

Es vergonzoso estar hablando de mí misma durante tanto tiempo.

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