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Domingo, 14 de diciembre de 2003

ROCK NACIONAL

¡Qué lindo que es el rock!

Menos barrocas pero siempre sembradas de enigmas,
las canciones del flamante Infame ratifican la causa babasónica: buscar la belleza a través del artificio.

Por Roque Casciero

Adrián Dárgelos está tan orgulloso de Infame que, dice, no necesita salir a defenderlo. Tampoco quiere explicar demasiado las motivaciones de las canciones, porque prefiere que cada oyente esté virgen de preconceptos cuando descubra el disco. De todos modos, el cantante de Babasónicos concede que el trabajo “está basado en intríngulis” cuya resolución es ardua, porque no existen en el CD pistas ni elementos para hallar la respuesta. “El disco va buscando su propio por qué”, asegura. Y enseguida apunta un complemento/contradicción: “A la vez entiendo que el rock está invadido por un exceso de premeditación, que todo es tan especulativo que mata la esencia del rock. En todos los discos, mi punto es el rock. Un día, charlando con Daniel Melero, de la nada nos dijo: ‘¡Qué lindo que es el rock!’. Y es así, el rock es muy lindo: lo sabe quien haya salido de gira alguna vez. En ese sentido, lo que planteo es que cuando los músicos dejan de hacer música por lo lindo que es el rock, la música se acaba como forma de comunicación directa”. “Chicos y chicas bailan en el funeral del rock”, canta Dárgelos en Once, el tema que cierra el álbum con un ruego desesperado: “Trae a casa mi rock’n’roll”.
De Miami en adelante, el camino de Babasónicos ha sido de sustracción: con menos elementos, las canciones no quedan entrampadas en barroquismos y su impacto es más directo. Ese concepto, que valía para Jessico, se hace más evidente en Infame, que cuenta con algunos de los mejores temas de la historia del sexteto. La lírica también es más sencilla, pese a las dificultades que señala su autor. Incluso puede citarse a Jorge Serrano como referencia (cosa que enorgullece a Dárgelos, viejo fan de Los Auténticos Decadentes), en el sentido de una destreza especial para plantear dilemas en términos simples y ver la vida diaria desde puntos de vista poco comunes.
Tras unas cuantas escuchas se pueden empezar a trazar líneas que se cruzan entre las letras, los significados, la elección de los arreglos y la excelente interpretación babasónica. Y así se descubre que hay varias infamias entre los intríngulis que plantea Infame. “Ya sé/ el camino a la fama no significa nada/ si no hay una misión”, canta Dárgelos en la impecable Putita, que obra como catalizador del hartazgo ante los seudoartistas surgidos de reality shows, “personas a las que no les pasó nada y entonces no tienen nada que decir”. ¿Cuál es la misión del artista, según el líder de Babasónicos? La respuesta puede buscarse en Gratis, otra de las grandes canciones del álbum: alcanzar una porción de locura y, entonces, tornarle visible al público la belleza que tenía delante de sus narices. “Mi viaje sin humildad/ al corazón de la basura/ lo hice por mí/ como me sobra, reparto/ no me guardo el secreto/ y te convido con palabras/ las mil maravillas.” Es el mismo artista que invita y desafía al “Fan de Scorpions” a atreverse a un viaje en el que todo es nuevo (“lo poco claro”, “querer lo raro”, “surcar el caos”). Y que asegura que la música no tiene moral ni mensaje para dar, pero que igual te lo da.
¿Existe un amor infame en un álbum plagado de melodías tipo cantautor romántico (Sandro, Nicola Di Bari)? Sí, es un amor de ocasión, a veces vergonzante, en el que el romance se cambia por la inmediata satisfacción del deseo. Ejemplo: “Dame un solo beso/ que dure más que una mentira (...) Quizás esto se me pase mañana/ porque así no es el amor... ya lo sé”, escribe Dárgelos en Curtis. “Por momentos, Infame es superficie o reflejo, esquiva la profundidad y no se plantea si le importa o no”, afirma Dárgelos. “Se compromete con una verdad falsa y parece que es lo único que va a defender. La verdad falsa es la obra, porque la obra es una imposición, un artificio. Pero es una mentira que señala la belleza, y entonces la mentira se diluye, porque la mentira fue un artificio para hacerte llegar a la belleza. La belleza desnuda es implacable y no te deja margen para hacerte más el boludo: ahora ya viste a la belleza.” Y ante la belleza de Infame –¿el disco del año?– sólo queda exclamar: ¡Qué lindo que es el rock!.

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