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Domingo, 9 de abril de 2006

CINE > UNA GUíA PARA EL 8º FESTIVAL DE CINE INDEPENDIENTE DE BA

Súper 8

El cine como arma

Una sección con películas militantes y propaganda oficial.

La sección Treinta años de esta edición del Bafici hace tres rescates de cine relacionado –de diversas maneras– con esa casi mitad del siglo XX argentino secuestrado por las sucesivas dictaduras. Se trata, básicamente, de dos programas compuestos de material militante y de realización clandestina, prohibido, perdido y parcialmente recuperado, y otro que compila films de propaganda institucional de varios gobiernos de facto, que son un verdadero ver-para-creer. Realizada por seis egresados de la Universidad de La Plata, Informes y testimonios reproduce los testimonios de algunas víctimas del onganiato, y reconstruye paso a paso sus métodos de tortura en base a informes de la Comisión de Familiares de Detenidos. Argentina, mayo 1969: el camino de la liberación es un documento en episodios centrado en el Cordobazo, realizado por el colectivo de directores “Realizadores de Mayo”, entre quienes se contaban Octavio Getino, Rodolfo Kuhn y el asesinado Pablo Szir; un film que estuvo desaparecido desde la última dictadura hasta hace unos tres años. Finalmente, Golpe a Golpe son esas fatales propagandas oficiales de 1930, del ‘55 y del ‘56, de principios de los ‘70 y del ‘76: brutales simulacros institucionales de “celebración” de cada nuevo “orden” junto al pueblo. La verdadera película de terror de una edición del festival que incluye varios exponentes del género, pero todos ellos más inofensivos que éste.

Oíd el ruido

El rock, desde La Cueva hasta Islandia.

La película criolla del seleccionado de musicales de este año no es sobre una experiencia rockera nacional cualquiera, ni rara ni singular, sino sobre El Rock argentino; sobre sus orígenes y sobre su poder y vocación militantes. Argentina Beat, de Hernán Gaffet (director del documental Oscar Alemán, vida con swing) vuelve en el tiempo a la época fundacional de La Cueva y contextualiza el estallido. El clima de agitación política y cultural, el Di Tella, ciertas expresiones vanguardistas e independientes del cine y el teatro y aquel ambiente que ninguna película nacional consiguió retratar (no, ni siquiera Tango feroz, en caso de que a alguien se le ocurra esgrimirla como contraejemplo) hasta ahora. Las entrevistas a Litto Nebbia, Pipo Lernoud, Pajarito Zaguri, Javier Martínez y compañía, harán algo por empezar a saldar esta deuda entre el cine y el rock de acá.

La sección Música del 8º Bafici propone además dar unos cuantos saltos geográficos y de género abruptos y, por ejemplo, sobrevolar la actualidad del rock islandés en Screaming Masterpiece: sólo 300 mil habitantes en todo el país, innumerables bandas con aspiraciones, un nombre famosísimo –Björk, por supuesto–, y otros que resuenan cada vez más, como Sigur Ros. También se puede comprobar la vitalidad del rock-con-cresta mediante testimonios inesperados en Punk: Attitude, y recorrer las experiencias de un legendario etnógrafo del folk llamado Alan Lomax, en Lomax: The Songhunter.

Las nuevas olas

El cine argentino y el aluvión Perrone.

Agua, opus dos de Verónica Chen (directora de Vagón fumador), es una de las dos argentinas que compiten entre las internacionales, mientras que Los suicidas, también un segundo largo (de Juan Villegas, director de Sábado), va entre las argentinas. El resto de los de acá (con sus varios notables, empezando por El Amarillo, de Sergio Mazza, y Glue, de Alexis Dos Santos) son en su mayoría todos debutantes en el largometraje. La gran excepción sigue siendo el infaltable Raúl Perrone, que esta vez no sólo estrena su nuevo largo Tarde de verano en la sección Oficial (fuera de competencia), sino que además tiene su propia sección, absolutamente sui generis y llamada, con precisión y sin dejar lugar a dudas, “Taller Perrone”. Allí se verán los cortos y las dos películas de una hora que el independiente de independientes del planeta Ituzaingó filmó con los alumnos de su escuela. En cuanto a Tarde (una historia de amor entre un pibe del barrio del director y una joven japonesa) se originó, según cuenta el Perrone, en una idea “que me venía dando vueltas hace tiempo: Ocho años después se sostiene básicamente en la palabra, y yo quería hacer lo opuesto; no me gusta repetirme. Lo que más me interesaba era el encuentro entre ellos y cómo resolver una historia de amor prácticamente sin diálogos”. No “muda”, aclara, ya que tiene un trabajo de sonido específicamente suburbano, sino “sin palabras”. Un elogio de la mirada y de otras formas de comunicación.

Vigilar y castigar

Una retrospectiva dedicada al británico Peter Watkins.

Punishment Park es una película absolutamente de su época, una fábula inspirada por el estado de cosas del go- bierno de Nixon. Es la única película norteamericana de su autor, el británico Peter Watkins. Recuperada recientemente en fílmico y en dvd, animó numerosas lecturas que la relacionan con los excesos de la administración Bush post 11-S. Distopía totalitaria en la tradición Orwell/Huxley, en la que a un grupo de jóvenes se les da a elegir entre pasarse los siguientes veinte años en la cárcel o unos días en el parque del título (el parque “del castigo”) a merced de la Guardia Nacional y de ellos mismos, los resultados de la propuesta eran y siguen siendo obviamente salvajes. Cinco años antes, Peter Watkins había filmado el mediometraje The War Game, suerte de falso documental futurista, de especulación, sobre las consecuencias devastadoras de una guerra nuclear. Aunque fue realizada por encargo de la BBC, la propia productora se negó a emitirlo, un gesto que se volvería toda una tradición en la carrera de Watkins, cimentando su fama de marginal película a película. Mítico pero prácticamente inédito en la Argentina, se podrá ver de él una retrospectiva casi integral que incluye no sólo Punishment Park y The War Game, sino también The Journey, un viaje épico de catorce horas de duración, registrado en doce países entre 1983 y 1985, acerca de los peligros de la escalada armamentista. Podrá parecer una duración excesiva, pero no lo es tanto dentro de una retrospectiva donde todo indica que, después de todo, no hay futuro.

El Reino Unido en llamas

Kevin Brownlow, el historiador que imaginó el Reich británico.

Más conocido como historiador y restaurador que como realizador, Kevin Brownlow es autor de dos películas de ficción insoslayables. Nacido en Sussex en 1938, Brownlow fue el responsable, por ejemplo, del rescate del mítico Napoleón de Abel Gance. Pero, cuando todavía era adolescente, comenzó a rodar It Happened Here, traducida como La invasión a Inglaterra, en la que imagina cómo hubieran sido las cosas si los nazis hubiesen consumado la ocupación de las islas británicas en 1940. El mecanismo ficcional es el de proyectar sobre los súbditos de la reina tanto la epopeya de la resistencia como la ignominia del colaboracionismo que se vivió en la Europa sometida al Reich. Realizado en un granulado blanco y negro, con una narración en off que imita la de los noticieros de la época y una reconstrucción obsesiva de vestuario y ambientación, It Happened... logró un grado de verosimilitud perturbador, al menos para un exponente del relato histórico especulativo del tipo del ¿qué tal si?. Filmada a lo largo de ocho años por un presupuesto casi nulo y completada con película virgen que les cedió Stanley Kubrick tras el rodaje de Dr. Insólito, It Happened... llega al festival junto con otras dos de Brownlow: Winstanley (acerca de un experimento cooperativista en el siglo XVII) y I’m King Kong: the Exploits of Merian C. Cooper, flamante documental sobre la increíble vida del creador del gorilón enamoradizo.

Partiendo la pantalla en mil pedazos

La obra maestra de un holandés llamado Paul Driessen.

La historia del animador Paul Driessen es una historia de fracturas. Su propia biografía se encuentra partida geográficamente: nació en Holanda en 1940 pero, al ser hijo de un diplomático, pasó parte de su infancia en Rusia antes de regresar a Holanda. Su carrera comenzó a explotar en Londres y más tarde en Montreal, para luego volver una vez más a su país natal. Para cuando comenzó el capítulo canadiense de su periplo interminable, a principios de los ‘70 ya había trabajado para el director George Dunning en El submarino amarillo (1968). Casi tres décadas más tarde, Driessen realiza la que probablemente sea su obra maestra, y que es apenas uno de los más de veinte cortos de su autoría que se exhibirán en este Bafici: The End of the World in Four Seasons (o El fin del mundo en cuatro estaciones, 1995). En ella, multiplica la pantalla en viñetas irregulares de manera tal que se percibe como una página de una revista de historietas, pero con acciones animadas en cada uno de sus cuadros, que a su vez interactúan entre sí. Y por más que la mayor parte del tiempo suele privilegiarse lo que está ocurriendo en tan sólo un par de las viñetas, el procedimiento va acelerándose hasta volverse esquizofrénico, prácticamente intolerable y genial al mismo tiempo. En el nutrido panorama de animación que se ofrece este año (que incluye también al perfeccionista Barry Purves y al maestro checo Jan Svankmajer) ésta es la película que, partiendo en pedazos su historia, su pantalla, sus viñetas, su propio universo de personas que desayunan y que vacacionan, y pájaros y serpientes, parte el festival al medio y le parte la cabeza a cualquiera que se le anime.

Las últimas películas

La independencia desde dentro: Bogdanovich y Nicholas Ray.

Hay algo en la relación de Peter Bogdanovich con John Ford –como crítico de cine, como fan y como cineasta– que parece delinear el arco de ascenso, apogeo y ocaso de Hollywood que siempre pareció ser su principal preocupación, y que signó su vida y su carrera. Ford hizo varias de las películas que lo marcaron a fuego, y el libro que Bogdanovich escribió sobre él disparó su (complicada) relación con Orson Welles, cuya vida fue en sí misma una historia de Hollywood. The Last Picture Show, la obra maestra de Bogdanovich sobre el fin del cine es del mismo año que Directed by John Ford, el documental en el que consiguió sacarle unas cuantas palabras al director de La diligencia y El hombre quieto, que moriría apenas dos meses más tarde. La proyección de este film mítico y casi imposible de ver (que está munido de entrevistas a monstruos como John Wayne y James Stewart, y narrado por Welles) es uno de los gestos más significativos de estefestival. Porque dice más sobre la independencia en el cine desde adentro de Hollywood, desde la historia de una batalla perdida, que lo que puede decir cualquier novísima, bizarra y delirante película oriental (por muy buena que sea) de las que suelen abundar en todas las ediciones del Bafici.

En la misma sección, EE.UU.: un recorrido independiente, se podrá ver también un film experimental que Nicholas Ray rodó con un grupo de estudiantes en 1976, tres años antes de su muerte, y detrás del cual resulta bastante difícil, en principio, hallar al director de Johnny Guitar y de Rebelde sin causa. Porque así es We Can’t Go Home Again: un final ciento por ciento independiente de un tipo que supo ser adoptado y luego expulsado por la industria.

No muertos

El terror desde Joe Dante hasta el lituano Bartas.

Lo que hay en Estados Unidos no es exactamente vida política, sino más bien una cosa no del todo muerta. Como los vampiros, y fundamentalmente como los zombies. Al menos eso parece decirnos Joe Dante en su última película. Concebida como un episodio para una serie de televisión pergeñada por un grupo de directores de cine de terror hartos de que Hollywood los limite a contar historias cada vez más lavadas e inocuas, en Homecoming Dante recupera a los muertos vivos para la militancia: esta vez son soldados yanquis muertos en Irak que exigen participar en los próximos comicios electorales. De la misma serie se verá también Cigarette Burns, de John Carpenter; otro miembro de los “Master of Horror” que le dan nombre al programa, cansado de los aires conservadores que soplan en la industria. Pero hay más no-muertos en el foco dedicado al cineasta español Pere Portabella, que en Cuadecuc-Vampir filma al ultra trash Jesús Franco filmando su Conde Drácula en 1969 con Christopher Lee (que también se exhibe en la sección “Nocturna” de este festival). También están las “apariciones” de Loft, lo nuevo de Kiyoshi Kurosawa. Y el novio muerto de día que ¿reaparece? por la noche en A travers la foret, de Jean-Paul Civeyrac. Y esas otras formas de existencia casi sin pulso de la Lituania apenas post soviética de The Corridor, de Sharunas Bartas, donde los habitantes de un complejo edilicio están sin estar, y van y vienen sin saber muy bien a dónde ni por qué. Ni la de Civeyrac ni la de Bartas son películas de terror, ni estrictamente de zombies, pero sí parecen hablar de esas otras múltiples y extrañas formas de vida que hay después de la vida.

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