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Domingo, 9 de septiembre de 2007

TELEVISIóN > LAS FRONTERAS ARGENTINAS SEGúN 15 DIRECTORES

Los fronterizos

Argentina tiene casi 15 mil kilómetros de fronteras. Con el objetivo de retratar la vida en esas zonas delimitadas por la política, la economía y la fuerza, cargadas de tensión, conflicto, contradicciones, el Canal Encuentro y la Secretaría de Cultura de la Nación convocaron a 15 directores de cine. El resultado, que va de Ushuaia a La Quiaca, pasando por Ezeiza, la zanja de Alsina, la Triple Frontera y Gualeguaychú, son 13 documentales que se verán todos los martes hasta fin de año. A pedido de Radar, cada uno de los realizadores habla de la frontera que salió a filmar, de la que se imaginaba y de la que se encontró.

LAS 200 MILLAS: LA FRONTERA MARITIMA

Altamar

Por Eduardo Yedlin

Por otras cuestiones profesionales tomé contacto con gente de la Prefectura y me enteré de lo que ellos hacen en la frontera de las 200 millas. Me pareció tan increíble que me disparó muchos pensamientos. Se puede considerar la frontera marítima como una simiente de esta serie: nuestras fronteras son muy diversas, tanto que incluso una de las más extensas está en pleno océano; la Argentina en ese sentido es inagotable e inabarcable. El desafío era retratar lo invisible: cuando se está ahí se vuelve totalmente imperceptible si uno está en aguas argentinas o de la comunidad internacional, porque no hay nada que lo diferencie salvo una precisa medición en el radar o la enorme concentración de barcos pesqueros, en su mayoría orientales. La frontera entonces se hace visible a partir de la presencia de Prefectura; si no fuera así constantemente se cruzarían los límites en nombre de intereses económicos. Hoy en día, que se habla tanto de la existencia o no de las fronteras, es cada vez más evidente que las fronteras más palpables son las económicas. Era especialmente atractivo entonces contrastar una frontera invisible en el mar, que es inmenso, y origen de la vida, de mitos y leyendas, con lo finito de un límite económico; lo poético del mar con lo “rígido” de un uniforme. Aunque debo decir que la experiencia que tuve con la gente de Prefectura es que tienen un gran apego por el mar; que este documental cambió mi visión de la cuestión.

Emitido el martes 4


EL CANAL DE BEAGLE: LA FRONTERA FINAL

Por la razón o la fuerza

Por Veronica Chen

Cuando me propusieron filmar una frontera argentina, no dudé: el Canal de Beagle. El Faro del Fin del Mundo. Julio Verne. La Isla del Diablo. Agua, otra vez, y esa idea de limpieza que evoca. Ushuaia, sentada en la orilla sudoeste del canal, es para muchos argentinos la ilusión de dar vuelta la página y empezar de nuevo. “El que está acá es porque está haciendo mucha plata o porque se escapa de algo”, te dicen. Y del otro lado, Chile. La disputa por las islas Picton, Nueva y Lennox, por las cuales casi vamos a la guerra apenas unos años antes de Malvinas, hace pensar que el Beagle pudo haber sido un ensayo de lo que vino después. En el documental, me intereso por un pescador de centolla entrerriano, Pascual. Además de la pesca, tiene otra idea metida en la cabeza: que los dos pescadores catamarqueños a bordo cursen los dos años de Escuela en Mar del Plata para convertirse en patrón de barco y así “tener un futuro”. Cuando dice “futuro” hay una conmoción a bordo. Del otro lado está la Isla Navarino, con la encantadora ciudad de Puerto Williams, que se quedó en el pasado. “Tenemos que cruzar (a Ushuaia) hasta para ir al dentista”, me dice el guía chileno. En esta frontera no existe la apatía, ni la sensación de nada. Todo es cambio, planes, sueños, ilusión. “Yo, si tengo barco, ¡me voy a dar la vuelta al mundo!”, me dice con acento inconfundible y riéndose.

Martes 18 de septiembre

GUALEGUAYCHU-FRAY BENTOS: LA FRONTERA DEL RIO URUGUAY

Fragmentos de una frontera

Por Roberto Barandalla y Jorge Gaggero

Es la frontera que más prensa tiene en este momento, la más explosiva. Tratamos de ver qué pasaba con la gente más allá de los temas minuciosos del conflicto –si contamina o no, si trae avance o no–. Buscamos personajes de uno y otro lado que hayan sido atravesados por el conflicto para bien y para mal. Está el pibe de 32 años que vivía en una chacra en medio del campo a un kilómetro del corte: hijo de inmigrantes alemanes, siempre quiso ser músico pero trabajaba en la granja. Con el corte, se hizo amigo de los asambleístas e hizo del corte su vida: compuso una canción sobre el conflicto, una cumbia muy pegadiza que todo el mundo canta. Y aunque está en contra de lo que va a pasar con la pastera, en algún sentido le cambió la vida para bien. Se hizo conocido. Hay también una prostituta uruguaya que vive en los alrededores del barrio que habitan croatas, finlandeses, los tipos que vinieron a montar la fábrica, que laburan dos años acá y se van. Se enamoró de un soldador austríaco, y ahora está triste porque su novio se va, pero a la vez dice “yo quiero que vengan veinte Botnias”, porque para ella ha sido una bendición; traen guita, es una nueva vida. Esas mismas contradicciones aparecen en cinco o seis personajes cuyas vidas van jalonando la historia. Y la idea es contarlas sin reportajes, como fragmentos de vidas.

En noviembre


DIVISIONES POLITICAS, NATURALES Y SOCIALES DE LA ARGENTINA

Fronteras internas

Por Enrique Bellande

Cuando me invitaron a participar de esta serie, me tentó seguir un camino distinto al que me propusieron: en lugar de hacer foco sólo en una frontera, abordar varias a la vez; en lugar de ir/conocer/escribir/filmar, registrar la primera impresión, la sorpresa. Me propongo tomar como punto de partida el propio encargo formulado por el Canal Encuentro y la Secretaría de Cultura; hacer una suerte de ensayo en el que, con la excusa de tener que pensar y preparar un programa de TV que trate sobre una frontera interna de nuestro país, haremos un viaje de exploración a varios lugares para “decidir” cuál es la indicado. De algún modo, este pequeño film se propone como la libreta de apuntes de esta exploración un poco ficcionada; viaje en el que iremos haciendo una especie de relevamiento de varios tipos de “fronteras internas” (incluyendo la gran dicotomía patria: Buenos Aires versus Interior), retratándolas brevemente, descubriendo diferencias y singularidades, revelando los diversos modos en que se fragmenta nuestro país.

En noviembre

LA FRONTERA AL EXTRANJERO

Ezeiza

Por Gustavo Tieffenberg

Esta frontera tiene la particularidad de ser un lugar donde suceden cosas emocionalmente fuertes (viajes a lugares lejanos, cambios de vida, despedidas), enmarcadas en una sucesión de rutinas burocráticas y, al mismo tiempo, es un lugar que resulta muy familiar y visualmente lleno de estímulos. Decidimos entonces encarar la película no en forma periodística, sino emotiva; el resultado es un film polifónico en el que muchas voces hablan de su relación emocional con el aeropuerto y del cual Ezeiza es el protagonista. La película que imaginábamos cambió mucho durante la filmación. Esperábamos un lugar de fantasía, un “Disneylandia en el conurbano” lleno de luz, pero nos agarró la emergencia energética y se transformó en un lugar oscuro; planeamos entrevistar a gente que luego recibió “sugerencias” de que no lo hicieran, aparecieron personajes nuevos, nos ganaban los estímulos visuales (que cambian permanentemente, pero se repiten todos los días)... Un sincero agradecimiento a AA 2000, a la gente de la Policía Aeronáutica por la buena onda y la paciencia y, especialmente, al equipo que se bancó horarios difíciles y caminó (¡con carritos!) miles de kilómetros.

Martes 30 de octubre


LOS PUENTES SOBRE EL RIACHUELO: LA FRONTERA ENTRE LA CAPITAL Y EL CONURBANO

Tracción a sangre

Por Albertina Carri

hacia el sur, la ciudad de Buenos Aires se hunde en un magma negro que alguna vez fue agua y sirvió como fosa para detener a los malones, la gran amenaza de la incipiente capital blanca. Del agua nada queda, pero la frontera sigue en pie, no sólo como división geográfica entre la Capital y la provincia sino como frontera simbólica. La ciudad se desintegra hacia el sur, pierde prestigio, belleza, educación, cultura. Queda La Boca, es cierto, unas cuantas manzanas pintadas para turistas a quienes les hablan del peligro de abandonar esos márgenes. Hacia el otro lado del Riachuelo, esa sinuosa línea negra, no se cruza salvo por poderosas razones que la desindustrialización también fue desdibujando. Desde allí, sin embargo, cruzan los niños y adultos para venir a la escuela o el hospital; en botecitos a remo, tracción a sangre sin pintoresquismo, al ras del fétido remedo de lo que fue un río. Cruzan en carros tirados a caballo o a pulmón quienes viven de los desechos de una ciudad que los mira con desprecio, que prohíbe expresamente la tracción a sangre. Pero la prohibición es insuficiente y la necesidad de sobrevivir empuja. Tracción a sangre es una metáfora del esfuerzo: por incluirse, por buscar un destino más allá de los límites impuestos, por mover los restos de una industria que no fue, por sobrevivir; aunque eso signifique nada más que atravesar la frontera del próximo día.

Martes 16 de octubre

TREVELIN: LA FRONTERA DE LA IDENTIDAD

Pablo Dacal y el misterio del lago Rosario

Por Ignacio Masllorens

Elegir el pueblo de Trevelin fue fácil. Viví hasta los 20 años en Bariloche y desde hace tiempo quería filmar algo en esa parte de la Patagonia, en lugares que conocía bien. Yo tenía un documental inconcluso sobre Bariloche, y con Agustín Mendilaharzu escribimos este guión en donde los personajes se ven obligados a pasar por allí antes de llegar a Trevelin, conservando algunos de los temas de mi proyecto anterior. En 1902 Trevelin participó de un plebiscito que debe ser uno de los únicos de su tipo en la historia de nuestras fronteras: cuando la comisión de límites se encontró con que la línea que separa la Argentina de Chile lo atravesaba por el medio, se consultó a sus habitantes para que decidieran de qué lado querían quedarse. La idea original era investigar aquel plebiscito, y le pedí consejo a Pablo Dacal, quien además de ser músico, estudió Ingeniería Topográfica durante un par de años. Además, con Mariano Llinás, amigo y asesor de guión en este proyecto, siempre imaginamos a Pablo como un buen protagonista de un film de aventuras. Pero después de entrevistarlo comprendí que su conocimiento del tema y su gran sentido de la orientación automáticamente lo convertían en el personaje central del documental. Así fue como me convenció de aprovechar el viaje para encontrar La Piedra Steffen, un monolito de origen chileno que se supone perdido en algún lugar de la frontera y que es toda una leyenda entre los topógrafos.

Martes 9 de octubre


LA CONQUISTA DEL DESIERTO: LAS FRONTERAS INTERNAS

La zanja

Por Andres Di Tella

hay fronteras físicas del pasado que se han desvanecido como límite territorial –y casi olvidado como hecho histórico– pero que siguen presentes como una huella imborrable en la psiquis de la Nación. La última frontera argentina fue la frontera interna de la llamada Conquista del Desierto, dirigida por Julio Argentino Roca, que culminó oficialmente en 1879 con la Pampa y la Patagonia “limpias de indios”. La frontera con el indio se fue corriendo en el espacio; uno de los pocos rastros visibles de esta frontera es el que quedó fijado en la zanja de Alsina, proyecto casi delirante encarado hacia 1870 por el ministro de Defensa Adolfo Alsina, que pretendía cavar un foso de más de 600 kilómetros entre el Atlántico y los Andes, a la manera de la Muralla China, pero al revés, para establecer un límite contra la amenaza del malón. La zanja de Alsina quedó inconclusa. Sin embargo, persiste en la sociedad: los indios siguen siendo nuestro “otro” por excelencia. Quedaron del otro lado de la frontera. Detrás de las tropas comandadas por Roca iba el periodista Estanislao Zeballos, ideólogo de la campaña de exterminio de Roca que, paradójicamente, se fue interesando cada vez más por la cultura y la historia de los indios cuya eliminación propiciaba. Y detrás de Zeballos fui yo.

Martes 23 de octubre

EL ALTO URUGUAY: LA FRONTERA CON BRASIL

Las orillas

Por Sergio Wolf

hace años, Alejandro Grimson me contó que en Misiones había un lugar llamado Bernardo de Irigoyen donde la frontera entre Argentina y Brasil era una calle. Sólo había que atravesarla para cruzar. Cuando me llamaron para dirigir uno de los documentales reapareció esa frontera, pero también la idea del río, de recorrerlo en barco y, sobre todo, esa aventura de ir en busca de un lugar que me resultaba completamente desconocido. La permeabilidad del idioma y del tránsito me seducía más como una exploración que una “denuncia”. Como no se trataba de un documental sobre un lugar o personaje únicos sino que hacía centro en el desplazamiento –como si el barco de Fitzcarraldo se resistiera a ser jibarizado por gendarmes y educadores, las dos formas arquetípicas y sociales de la frontera–, uno de los problemas era encontrar historias y personajes que estuvieran justo en el límite, sobre el río, y que fueran a la vez singulares y activos. Por eso toda la organización tiene una estructura casi ficcional y convoqué a un fotógrafo y un montajista que trabajan preferentemente en ficción. La idea era desplegar la complejidad de problemas que tiene esta frontera a partir de la diversidad de personajes que eligen estar ahí y no se dedican a quejarse por lo que no tienen o por lo que los gobiernos no les proveen. Son únicos y verdaderos, la clase de personajes que ningún guionista hubiera podido imaginar.

Martes 25 de septiembre

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