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Sábado, 30 de abril de 2011

TIM HETHERINGTON (1970-2011)

El alma del hombre en la guerra

 Por Jon Lee Anderson

Tim Hetherington, que murió la semana pasada en Misurata, Libia, no sólo era un hombre bueno y valiente, sino también un ser humano encantadoramente honesto y sensible. Toda su vida, sus esperanzas, dudas y aspiraciones, eran como un libro abierto; las compartía con un entusiasmo y una generosidad que lo convertían en alguien especial.

Habíamos trabajado juntos en Liberia en el 2006, un país en el que tanto él como yo habíamos vivido en diferentes momentos de nuestras vidas y por el que sentíamos un afecto especial, y nuevamente en Guinea, en 2009. Estaba empezando a ganarse reconocimiento profesional de verdad, y discutía excitado sus nuevas ideas con amigos y colegas. Después de publicar dos libros realmente originales –uno sobre soldados norteamericanos en Afganistán y otro sobre gente que había conocido en Liberia– y de dirigir la tan premiada pelicula Restrepo, Tim estaba buscando profundizar en el tema de qué es lo que les pasa a los hombres que están en guerra.

Junto a Tim Hetherington en Misrata estaban sus compañeros fotógrafos Chris Houndros, que sufrió heridas que resultarían ser mortales; Guy Martin, que también fue mal herido; y Michael Christopher Brown, que tuvo heridas de metralla. (Brown ya había sido herido previamente, en Ras Lanuf.) No estaban solos; varios cientos de personas, tanto civiles como rebeldes, murieron en Misrata, que ha estado bajo sostenido asedio de las fuerzas de Muammar Khadafi durante semanas.

Habíamos pasado tiempo juntos recientemente en el frente este de la guerra, cerca de Benghazi. Diez días atrás, mientras yo dejaba Libia y él retornaba después de un breve viaje a Nueva York, nos cruzamos en El Cairo. Tim hablaba entusiasmado, y largamente, sobre su regreso al campo de batalla y comenzar sus nuevos proyectos. Dos días antes de su muerte, me envió un mail entusiasta desde Libia: “Ey, estoy en Misrata, esto es una locura. Acabo de llegar y ya vi demasiadas cosas, así que estoy planeando quedarme una semana, tal vez dos... Los rebeldes aquí definitivamente han estado expuestos a las realidades de la guerra, ese extraño estado en que entra la gente que ha visto demasiado”.

Creo que puedo afirmar que lo que Tim estaba tratando de hacer al ir a la guerra era mirar dentro de las almas de los hombres, cuyas verdades tal vez están más expuestas en ese entorno que en cualquier otro lugar, y mostrarnos al resto de nosotros qué es lo que llegó a ver allí. Nos dejó un legado bajo la forma del trabajo importante que dejó detrás y, para aquellos que tuvimos el honor de conocerlo como amigo, el apreciado recuerdo de un hombre que tenía muy intacta su alma.


Tim Hetherington (1970-2011) nació en Liverpool, estudió Letras en la Universidad de Oxford y empezó a trabajar en la industria editorial. Se pasó a la fotografía con un posgrado en fotoperiodismo en Cardiff, en 1996, y empezó trabajando primero en The Big Issue, la revista que venden las personas en situación de calle, y luego en el diario The Independent. Varias veces ganador del premio World Press Photo, trabajó también para Human Rights Watch cubriendo las masacres en la frontera de Darfur y Chad. Director de los documentales An Uncivil War (2004) y The Devil Came on Horseback (2007), sobre la guerra civil de Sudán, recibió una nominación al Oscar por Restrepo (2010), que codirigió con su amigo Sebastian Junger. Hetherington murió en Libia el pasado 20 de abril, víctima de un disparo de mortero.

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Soldado norteamericano no identificado descansando en un bunker en el valle de Korengal, Afaganistán, septiembre de 2007. Esta foto ganó el premio World Press Photo.
 
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