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Domingo, 30 de octubre de 2016

LOS PRIMEROS OCHO

Sworn Virgins. Dulces voces fantasmales y otras que suenan como aullidos salidos de un megáfono le dan aliento a la tormenta eléctrica que desatan Rodríguez-López y el baterista Deantoni Parks (The Mars Volta, Bosnian Rainbows). En el disco que abre la saga todo suena intervenido, procesado, deliberadamente artificioso. Free-rock demente hecho con capas y más capas de guitarras sampleadas y otros efectos espaciales. Incluye la cita de “Durazno sangrando”, de Invisible.


Corazones. Inspiradas en su fallecida madre, están canciones iban a alimentar la banda sonora de una película que nunca llegó a ser filmada. Rodríguez-López indaga en temas como el amor, la pérdida y la identidad. Y, en ese marco, exhibe una faceta diferente, más afín a la figura del cantautor plantado con la guitarra acústica que a las acrobacias de un violero virtuoso. Con su sensibilidad pop a flor de piel, el espíritu casi folk de Corazones sobresale en temas como “We Feel The Silence”, “Dead Heart”, “Certainty” y “Some Sort of Justice”.


Blind Worms, Pious Swine. El nervio del pospunk se planta sobre la superficie del nuevo milenio y hunde sus raíces de terminaciones digitales en capas de sintetizadores. La voz de Rodríguez-López se dobla con la de Teri Gender-Bender, la guitarrista y cantante de Les Butcherettes, con la que ya había compartido andanzas en Bosnian Rainbows. El resultado es de a ratos enigmático, ominoso, dulce, rabioso. Grabado en El Paso, en el primer álbum que vio la luz a su regreso de México se destacan “Atlantis is Rising” y “Tunnel Riot”.


Arañas en La Sombra. La formación original de The Mars Volta (Rodríguez-López en guitarra, Cedric Bixler-Zavala en voz, Eva Gardner en bajo, Ikey Owens en teclado y John Theodore en batería) une sus fuerzas con el violero John Frusciante. Y, en efecto, la música que supieron conseguir en el estudio suena como un virtual nuevo trabajo de los Mars Volta, a la vez que remite a la colaboración experimental y onírica de Rodríguez-Lopez y el ex Red Hot Chili Peppers fechada en 2010. Prog rock contemporáneo de alto vuelo, salido de las entrañas del hardcore.


Umbrella Mistress. Melodías diáfanas, gráciles, perezosas. Ritmos sincopados, irregulares y, por momentos, de acento latino. El quinto eslabón de la serie marca la mayor aproximación de Rodríguez-López al pop de autor. De nuevo con la complicidad de Teri Gender-Bender, en Umbrella Mistress le da cauce a sus vaivenes sentimentales, canta con un susurro de crooner alternativo y deja de lado sus solos incendiarios. Y también se da algunos gustos, como dedicarle un tema a Promesas del Este, la película de David Cronenberg que rankea bien alto entre sus preferidas.


El Bien y el Mal Nos Une. “Ellos sólo te quieren matar/ en el jardín de tu patria que tanto amas”, canta Rodríguez-López en “Violencia Cotidiana”, el tema que abre el álbum. Y así de opresivo y explícito suena lo que viene a continuación: entre colchones de teclados y guitarrazos feroces, la música se puede escuchar como la banda de sonido de una película postapocalíptica imaginaria. Al igual que en Arañas en la Sombra, la totalidad de las letras están escritas en castellano. La pieza más oscura de la serie.


Cell Phone Bikini. La tercera aparición de Teri Gender-Bender es, a todas luces, la definitiva. La guitarrista y cantante de Les Butcherettes se ocupa no solo de las voces sino también de las letras del álbum. “Tus pecas durmieron en medio de aires tranquilos2, canta Gender-Bender en “Suerte y Aire”, el tema que cierra la lista. Y su presencia es tan determinante que el resultado final traza la curva -femenina, enérgica, surrealista- que más se aleja de la avenida principal que levanta esta caravana de discos.


Infinity Drips. Otra pieza surgida de la colaboración con Gender-Bender, que ya en los tiempos en los que era compañera de aventuras de Rodríguez-López en Bosnian Rainbows, anticipó que ambos estaban trabajando en un material inspirado en la influencia de la música de la India. Construido en base a samples de sitar, tabla y otros instrumentos tradicionales, con letras propias en inglés y en español, Infinity Drips suena como un experimento de indipop (así, sin la e) pergeñado por un par de fans de la “era Maharishi” de los Beatles.

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