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Sábado, 24 de enero de 2009

CULTURA / ESPECTáCULOS › TEATRO. HéCTOR ANSALDI QUIERE REABRIR CARAS Y CARETAS EL 5 DE MARZO

Todo a puro corazón y coraje

El creador del mítico Piripincho está empeñado en lograr que la sala de Corrientes 1518 vuelva a funcionar, no sólo con espectáculos, sino también como una escuela integral para artistas. Y pide colaboración para conservar el espacio cultural.

 Por Evelyn Arach

El creador del teatro Caras y Caretas, Héctor Ansaldi, tiene un sueño: reabrir las puertas el 5 de marzo como ocurrió la primera vez, en marzo de 1973. Luego de cinco años sin actividad y tras vender su propio vehículo para arreglar el techo del lugar "porque no soportaba ver cómo, cada vez que llovía, se mojaba todo", ahora necesita pintura, un cielorraso, fondos para comprar las sillas, tela para hacer las bambalinas y al menos un aire acondicionado. Esperando el milagro de la solidaridad y trabajando todos los días de enero y febrero en las reparaciones, el actor que tantas veces encarnó a Piripincho y que también es arquitecto espera lograrlo. Al menos por estos días, alguien decidió donarles el telón. "Me ofrecieron venderlo para hacer un hotel, pero este lugar es mi vida. Quiero que siga siendo un espacio cultural y entiendo que lograrlo es mi misión", explica. Todos los que ayuden recibirán un carnet como socios colaboradores a modo de agradecimiento.

La historia del Caras y Caretas está íntimamente ligada con la historia del país. Sus ilusiones y también sus heridas. En 1973 abrió por primera vez para el estreno de Mientrasaiga, una obra dirigida por Mirko Buchín y algunos meses antes había sido escenario improvisado de Canto Popular, que precedió a La Trova Rosarina. Sobrevivió a la dictadura pese a los artistas desaparecidos y la llegada de mensajes anónimos que impedían realizar dos espectáculos. En 1979, la obra Varieté Blue marcó un hito en afluencia de público durante dos temporadas. Con la crisis del 2001 estuvo a punto de cerrar definitivamente pero continuó gracias a un subsidio del Instituto de Teatro y lo reinauguraron en 2002. Pero el endurecimiento de las normas de habilitación luego de la tragedia de Cromagnon sellaron las puertas de la casona a fines de 2003 y desde entonces permanece cerrada.

Con esfuerzo propio y la ayuda de dos subsidios al teatro, ya le cambiaron las ventanas, hicieron nuevos los camarines y los baños y ampliaron el escenario. Para obtener la habilitación municipal ahora necesitan sacar las viejas puertas y renovar la instalación eléctrica. Además de redecorar el espacio. Para eso les hace falta ayuda.

"La idea es que funcione como un café concert pero con un escenario importante donde se prioricen las obras cómicas. Aquí existe una escuela de arte jocoso donde entre otras cosas se enseñan técnicas de clown y acrobacias, queremos que siga y también sumar un espacio para la danza, el tango y una escuela de teatro en la que todos sepan todo. No sólo actuar, sino técnicas de iluminación, cómo armar un escenario, cómo llegar a la gente... que la formación sea completa", proyecta. Y afirma que por las condiciones edilicias y técnicas también se podría hacer comedia musical.

Hace poco un empresario le ofreció comprarlo para hacer un hotel. "Iba a aceptar, pero me di cuenta de que iba en contra de todo lo que siempre creí. Recordé el Arca de Piripincho, una obra infantil en la que el personaje luchaba para que no instalaran un shopping en el patio donde los chicos jugaban. Sentí que no podía, no puedo explicarlo, pero desde entonces sencillamente estoy abocado a reabrirlo. Este teatro es mi vida", confiesa. Y es que Héctor Ansaldi llegó por primera vez a los 22 años, con sus sueños de actor mientras cursaba arquitectura, en ese lugar conoció a su mujer, luego crió a sus tres hijos y ahora espera que Mia, su nieta de dos años pueda ver las funciones. "A veces me pregunto ¿vale la pena? y entonces me contesto: no hay otra alternativa", sostiene.

El lugar alberga muchas anécdotas, allí enseñaron arte escénico y dirigieron obras Miguel Bebán (padre de Rodolfo), Mirko Buchín y Carlos Serrano, entre otros. Además, toda una generación de niños recuerda al Caras y Caretas como el primer teatro que les abrió las puertas y en el que conocieron a Piripincho, el entrañable personaje que aún conserva su corazón de alcaucil. Ansaldi recuerda algo insólito que ocurrió durante una de esas funciones: "Una vez una madre que estaba armada prometió matar a la maestra porque no le guardó lugar y nosotros tuvimos que entretener a los chicos para que no se dieran cuenta de todo el procedimiento policial que se montaba afuera", narra. Finalmente, los uniformados se llevaron presa a la madre y durante un rato estuvo suspendida la función. Detrás del nuevo escenario, en el que persisten unas raídas telas azules, asoma otro, uno más chiquito y cargado de colores que fue testigo de esas historias.

Todos los que quieran ayudar a la reconstrucción pueden escribir al correo electrónico [email protected]. "Es importante que exista en la ciudad un lugar donde la gente pueda conservar la magia. Yo prometo hacer mi parte, voy a enclaustrarme por dos meses para meter aquí mi alma y mi sudor. Y realizar otra re-re-reinauguración. Aunque esta, quizá sea la última que realice con mi propio esfuerzo", cuenta el actor.

Como quien en el desierto ve un oasis, Ansaldi visualiza el cumplimiento de este sueño y ha escrito una convocatoria en la que se lee: "Para ese día necesitamos personas que se alegren porque un nuevo telón se vuelva a abrir en un viejo teatro. Devastado, pero no vacío. Un teatro lleno, no de gente, sino de esencia misma de lo que es el Teatro, así, con mayúsculas".

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Héctor Ansaldi hizo buena parte del reacondicionamiento. Pero necesita ayuda para terminarlo.
 
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