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Lunes, 22 de marzo de 2010

CULTURA / ESPECTáCULOS › UN HOMBRE SERIO, DE LOS HERMANOS COEN, SOBRE LA COMUNIDAD JUDíA

Cuando el sueño americano se rompe

La película nos acerca al entorno familiar y social de los directores, que muestran las fisuras que se presentan en la vida de un profesor de física, abandonado por su mujer, con hijos que no comprende y un hermano problemático.

 Por Emilio A. Bellon

En la última entrega de los Oscars en la que Vivir al límite recibió los galardones más esperados por el cine estadounidense, Un hombre serio figuraba entre las nominaciones referidas a "mejor film y guión original". Sin embargo, de los films candidatos esa noche, fue el gran ausente no sólo durante la presentación sino en los comentarios críticos periodísticos.

Un hombre serio, expresión que escuchamos de boca del mismo protagonista, que define todo un modo de ser conforme a ciertas pautas y rigores ordenados por ciertos principios ortodoxos étnicos culturales, se puede considerar uno de los films que más nos acerca al entorno familiar y social de los hermanos Coen, tal como ellos mismos ya han apuntado en variadas entrevistas: "Nos interesaba recordar aquellos años en los que crecimos en la comunidad". La referencia no es ya como en los films de Woody Allen a la zona oeste, particularmente a Nueva York, sino al Medio Oeste estadounidense.

Ambientada en Minnesota en 1967, sin nombres estelares en el reparto (lo que, en parte, no acerca al gran público) es un retrato de caracteres, de corte existencial, de matices religiosos, en el espacio de la comunidad judía, que va poniendo paulatinamente en crisis aspectos del llamado "sueño americano", a partir de describir cómo ciertos vínculos y relaciones, posiciones adquiridas y saberes previos comienzan a mostrar significativas fisuras.

En la mayor parte de los reportajes a los Coen hay una obligada pregunta sobre el prólogo del film, que presenta todos los rasgos de un cuento folklórico judío, inventado por los autores del film, en el que asoman interrogantes sobre los modos de percepción de la realidad. Ante este prólogo, que coloca al espectador en la zona del fantástico, los Coen señalan: "Sentimos que iba a ayudar a que la historia principal resonara más. Y esa es la razón por la que incluimos esta introducción. Me parece que además sirve para establecer, que esta no es una película sobre una comunidad judía del Medio Oeste norteamericano, sino sobre la comunidad judía en general (...) Siempre tuvimos en claro que la idea de empezar la película con una larga escena de diez minutos hablada íntegramente en yiddish podía resultar muy extraña".

Las citas textuales corresponden a la entrevista publicada en la revista Dirigido por... del mes de diciembre del 2009 y vemos cómo hacen referencia explícita a aspectos que caracterizan a rasgos particulares, códigos específicos que, en algunos casos, no llegan a ser comprendidos por quienes no pertenecen a dicha cultura. Pero lo cierto es que los Coen igualmente plantean virajes sobre situaciones cotidianas que sí son identificables, en lo que compete a la vida en familia, y escenas en espacios laborales. En la vida del protagonista, que de pronto comienza a experimentar pesadillas, todo aquello que estaba ya establecido comienza a trastabillar y toda una serie de hechos le van planteando interrogantes que lo llevarán a consultar a tres rabinos ante tanto desconcierto, sentimiento de vacío, extrañez y absurdo.

Prólogo y epílogo -expresan los Coen- transforman a Un hombre serio en una fábula, construida con toques irónicos, en la que alternan diferentes puntos de vista, centrados en la figura del padre y del hijo. Un aparato de audio, auriculares, que nos son mostrados en un dilatado recorrido en medio de una escena escolar, retenidos por un viejo profesor que sólo atiende a sus propias voces, nos saldrá al camino al final del relato. Entre el hijo y el padre media un mundo de fórmulas que se multiplican al infinito en el proyecto megalómano de un tío que deberá, desde la angustia del protagonista, cruzar una frontera en clave de neo western y empuje del género policial.

Un hombre serio trata de abrir desde la matemática y la física un espacio a la reflexión filosófica, en el marco de los preceptos religiosos y los mandatos de las tradiciones. Y este film les ha permitido a sus realizadores, tal como ellos mismo lo expresan, romper con ciertas ataduras: "Vivíamos en una comunidad donde la vida social estaba dominada por judíos muy conservadores (?) Por eso aunque teníamos que prestarnos a toda esta educación religiosa, ambos estábamos muy interesados en poder librarnos de ella".

Contrariamente a lo que esperaban como respuesta los Coen, por parte de la comunidad judía estadounidense, Un hombre serio no despertó resistencia alguna y, según ellos, la historia que narran "se ha hecho con el espíritu de de representar desde el afecto un tema que nos es muy familiar".

Entonces ¿cómo leer la cita que funciona como epígrafe del film: "Recibe con simplicidad todo aquello que te ocurre", firmada por un tal Rashi?. Nuestro personaje, Larry Gopnick, profesor de física universitario, perteneciente a una familia conservadora judía, honesto, trabajador comenzará a experimentar ciertos cambios que lo llevarán a un continuo desconcierto. Allí está su hijo atento a la música de entonces y no a las tareas escolares, su hija pendiente de los cuidados estéticos, su mujer que le planteará un inmediato divorcio y su querido hermano que lo llevará a embarcarse en varios problemas. Como asimismo un alumno que intenta extorsionarlo. En la vereda de enfrente, el deseo lo aguarda. Ante todo esto ¿a quienes recurrir? Y ya sobre el final una llamada de su médico lo sorprende.

Un hombre serio. 8 (ocho) puntos.

(A serious Man). USA, 2009

Guión y dirección: Ethan y Joel Coen

Fotografía: Roger Deakins

Música: Carter Burwell

Intérpretes: Michael Stuhlbarg, Richard Kind, Sari Lennick, Fred Melamed, Aaron Wolff, Jessica McManus, David Kang.

Duración: 105 minutos.

Salas de estreno: Monumental, Showcase, Sunstar y Village.

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El elenco no tiene figuras estelares, lo que no contribuye a seducir al gran público.
 
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