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Domingo, 12 de enero de 2014

CULTURA / ESPECTáCULOS › RESCATANDO LO úLTIMO DE ABONIZIO DE TODA LA VORáGINE DE FIN DE AñO

Como libro que está lleno de lluvia

En Aeropuertos submarinos, Abonizio reúne casi sesenta poemas que transitan una mezcla de registros entre el humor, la lírica y algo que se podría llamar metapoesía, a falta de mejor nombre para un equivalente poético de la metaficción.

 Por Beatriz Vignoli

El cantautor y escritor Adrián Abonizio presentó en diciembre del año pasado, en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, su segundo libro de poesía, que pasó desapercibido entre la vorágine de eventos de fin de año. Publicado por Ciudad Gótica en su colección Icono, Aeropuertos submarinos reúne casi 60 poemas que transitan una mezcla de registros entre el humor, la lírica y algo que se podría llamar metapoesía, a falta de mejor nombre para un equivalente poético de la metaficción. Son textos con una fuerte impronta personal y desbordante oficio, donde una pluma por momentos incisiva, por momentos nostálgica, va y viene entre la parodia y la emoción sincera.

Los versos de largo aliento evocan, por el estilo surrealizante de sus imágenes, a poetas vanguardistas del siglo veinte como Vicente Huidobro en Altazor o Federico García Lorca en Poeta en Nueva York. El tono, sin embargo, es el del coloquialismo rosarino de los años sesenta. Poco y nada (salvo alguna que otra ácida referencia a algún colega o a sí mismo) se encontrará aquí de las canciones de la Trova Rosarina que hicieron célebre a su autor. Los años han pasado y la situación personal es transparente en los textos: una separación, un hijo ausente. Una pensión en la avenida San Martín al 400 (el dato de la dirección se incluye sin camuflaje) y una máquina de escribir aportan lo necesario para emprender el equivalente literario de uno de esos desgarrados álbumes solistas que suelen ser el producto de la soledad y un monumento a la lírica: algo así como una versión en ritmo de tango del Steel and Glass de John Lennon o el Sea Change de Beck.

Pero a Adrián Abonizio lo rescata el humor, un humor paródico y kitsch cuyos principales blancos son la propia obra y él mismo. "Sobre una mesa de nerolite un florero, / el elefantito y su billete, un cenicero / Odio las rimas y afuera está lloviendo. / Lloverá en todo el libro. Prepárense", advierte en los primeros versos del libro. El motivo romántico de la lluvia como correlato objetivo del llanto (un tópico recurrente en tangos como "Garúa" y en la canción en general) es llevado al absurdo: el típico poema que capta y expresa la emoción penosa en un instante de lluvia se convierte, en la serie de poemas narrativos extensos del comienzo, en un universo ficcional distópico donde llueve todo el tiempo; la ciudad deviene fantásticamente un planeta tomado por la lluvia. "Siluetas torvas como vampiros salen de sus casas / en las que han vivido por semanas sin moverse". Ha llovido durante días y la única esperanza es "poder sacar sin apuro alguno la basura a la calle / de paso, casi como un accidente tropezar con el cielo / y leerlo como es leído cuando se semblantea el diario".

Hay pasajes de un lirismo franco y musical ("El mundo es un error pero no vivo equivocado, el combustible de la noche lo sabe, lo sabe el fervor y lo sabe el fuego"), imágenes vívidas ("la luna está ondulando como en un plato con agua / brilla rota desde fuera del parabrisas astillado / del escort 92"), imprevistas instancias autorreferenciales ("Pasan una canción mía por la radio y susurran: / 'lo mejor nacido en esta tierra' y entonces / sí que dan ganas de evaporarse / ser sioux, tolteca, pampa") o de asombro ante lo cotidiano contemporáneo ("Pienso en las cosas que morirán con nosotros / la clave para levantar mensajes / las contraseñas de las compus").

Como poeta, Abonizio despliega en cada verso toda una riqueza de imágenes, referencias y recursos, y a la vez su postura de enunciación es la de alguien que descree de la construcción de una figura social de poeta: "Pienso que al fin y al cabo la vida se parece / a la muerte / y que tanto más da vivir como morir / pues morir es el código secreto / pero a la vez una idiotez sublime / como ese gesto con que los poetas rematan / su orfebre línea / con una frase de cuchillada melancólica / ignorando o sabiendo que todo / se termina pareciendo / que nada sirve para nada y el poema está mal hecho / que este atardecer tras la ventanilla / este corazón derretido de hielo que llevo / aquellas tranqueras, / los espirales de tierra ascendentes / el tarareo de los amortiguadores / las cigarras funerarias en la tarde / son una Biblia poderosa / y que me da lo mismo vivir que morir".

El año pasado Abonizio publicó también su tercer libro de relatos, Cuando llueve (Homo Sapiens, Colección Ciudad y Orilla).

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El cantautor muestra toda su madurez literaria a través de un muy efectivo humor paródico.
 
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