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Martes, 3 de julio de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › MUESTRA EROTICA EN LA CASA DEL MIRADOR

Mirar, sentir, oler y tocar

Aunque el nivel artístico general de la muestra es desparejo, es para destacar la intención de los coordinadores de transformar el espacio con la calidad de montaje que da cabida a artistas de todas las disciplinas.

 Por Beatriz Vignoli

Justo enfrente del centro clandestino de detención El Pozo, en la antigua Jefatura de Policía, hoy Plaza Cívica, se encuentra La Casa del Mirador (Dorrego 693). Se trata de un acogedor y democrático espacio de arte en la sede de Era Digital, fundación dedicada a ideas y proyectos sociales. Fue inaugurado el 24 de marzo de 2006 con una muestra conmemorativa de los 30 años del golpe. Para aquella ocasión Natacha Dinsmann realizó una instalación de pared, sin título, consistente en traslúcidas lágrimas. Natacha Dinsmann es artista plástica, integrante de Era Digital y coordinadora de La Casa del Mirador junto con Hernán Reynoso y Lorena Callipari. Los tres se conocieron en la Escuela de Bellas Artes de la UNR, donde aprendieron saberes técnicos y artísticos cruciales en los talleres de Escultura de Carlos Cantore, y son autores de algunas de las obras más interesantes de Eróticas. Esta es la primera de una serie de tres muestras colectivas multidisciplinarias sobre el mismo tema, que puede verse allí hasta este viernes en el horario de 19 a 21.

En su inauguración, un público muy variopinto hacía cola para mirar a través de las cerraduras de las instalaciones fotográficas en forma de cajas de Dinsmann (que incitan irresistiblemente al voyeurismo y no lo defraudan) y comentaban: "¡Uy, no sabés lo que estoy viendo!" o "¿Se puede usar el baño?". El baño, como en dos muestras previas, está tomado por una bella instalación fotográfica y lumínica de Lorena Callipari que alude a la tradición pictórica del desnudo de la bañista.

"Las devoluciones son muy gratas", destaca Hernán. "Son de gente que se acerca de otro modo a la obra, hasta con cierta frescura". Hernán Reynoso es autor de "Punto y línea", una pintura minimalista sobre terciopelo. Dinsmann presentó además una pintura﷓espejo y la que resultó ser uno de los éxitos de la muestra: una hamaca colgante donde el espectador deja de ser meramente tal ya que puede sentarse adentro y mecerse. La hamaca lo abriga como un útero en un abrazo cálido, aterciopelado y perfumado. La placentera sensación que resulta es envolvente e intensa. Dinsmann también se encargó de que la picadita de la inauguración estuviera presentada como una bacanal renacentista. "Son obras vivenciales, que apelan a todos los sentidos: la vista, el gusto, el tacto, el olfato, el oído."

Otra piece de rèsistence de la muestra es la ambientación realizada por Julieta García, Esteban Ghilioni y QQ. Se trata de un cuarto de la casa que fue transformado en un sensual laberinto de telas suaves sumido en una penumbra rojiza, calefaccionado, con perfume a cereza y música de Smashing Pumpkins, Brian Eno, Velvet Underground, Air y Radiohead. También se destacan las fotografías que no fueron presentadas como parte de instalaciones: las de Maximiliano Conforti, un argentino que vive en España y envió sus trabajos; las "atrumgrafías" (literalmente, escrituras en la oscuridad, por oposición a "foto" que significa "luz") de Luis Vignoli, y las obras de Bibiana Romero. Se suma una composición fotográfica de autor/a anónimo/a, que reúne varios acercamientos a detalles más o menos indescifrables de un cuerpo, y que fue encontrada por Natacha en un contenedor de Sarmiento entre Urquiza y Tucumán. La noche de la inauguración tuvo lugar una performance del grupo La Justicia de la Liga, donde a una chica con antifaz vestida con un catsuit se le podía escribir con fibrones en el piyama como si fueran escrituras en la piel. Otra obra participativa para la que se formaron colas fue la audio instalación "Erotic Phone", de un artista que firma Richard: simpático montaje interactivo de objetos encontrados que se resiente un poco por cierta leve falta de credibilidad en el audio. Hay además una escultura de Hugo Villalba, del CAMP, y otra de Claudia Alcañiz, integrante del grupo Trasmargen; una pintura y collage textil de Sara Malenchini, que residió años en Rio de Janeiro, una pintura de Romina Pedrazzoli y una obra de Matías Chianea. El nivel artístico y estético general de la muestra es desparejo. Esto último es un mal menor que resulta de la intención, muy buena por otra parte, de los coordinadores de la casa de hacer de ella un espacio donde puedan exponer, con una calidad de montaje casi museográfica (que está lograda), artistas de todas las disciplinas (plástica, teatro, música, literatura) que no tienen acceso a los museos. De hecho, Eróticas es el resultado de una convocatoria abierta. Las obras enviadas se exponen en tres partes: la próxima será en septiembre y la última a fin de año. "Los límites son éticos: que no se ofendan a las personas, a los derechos de las personas, a la infancia, ni a ningún sector social o erario", explica Hernán. Y aclara que la casa puede considerarse un espacio alternativo pero no "en contra de" otros espacios oficiales o privados. La mala noticia es que la muestra cierra este viernes. La buena es que cierra (a las 21) con un brindis que promete ser casi tan delicioso y divertido como el de inauguración.

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Instalación fotográfica de Lorena Callipari.
 
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