rosario

Martes, 16 de diciembre de 2008

CONTRATAPA

DESPEINADA

 Por Chiqui Di Paolo

"Dedico este escrito al Rey de la mar, que la viene remando y a su amigo el Pelado que juntó las aguas."

Estar despeinada y ser despeinada no es la misma cosa.

Ser es una condición y estar es una situación.

Quien haya padecido la crueldad del verbo "to be" puede que se crea confundido, que tantos años traduciendo el "tubi" como ser o estar nos puede hacer creer que son sinónimos, pero no, que se puede estar en muchos lados sin ser uno mismo y se puede ser muchas cosas sin estar del todo presente, y digo, no es lo mismo ser que estar, y alguna canción ya lo dijo antes que yo.

Desde que me encontró descuidada la vida hace alarde de su despeine y me apura en forma urgente y alocada como si una vez desatada la furia se volviese imparable, incontenible, impredecible.

De desencuentros, desencantos y desuniones se han sucedido horas y discusiones y el huracán del desequilibrio me dejo tirada en compañía de otras como yo, desorientadas que buscan desenterrar de su vida la desdicha y que desbordan de amores furiosos, inmediatos y desprolijos.

Como un montón de partes desmontables se fueron desparramando los que antes estaban cerca nuestro, alguno no entendió, alguno no se enteró.

Algún otro con la muerte se desdibujó y nos dejó con el desperdicio de la falta y el dolor desigual justo cuando menos lo podíamos soportar.

A todos los desarraigos, sobrevivimos. De desencajar piezas descafeinadas nosotras venimos.

Y que diga desubicada, descocada, desorejada, desorientada. Que diga quien no sabe que en el desparramo del destierro de lo de antes mi vida se ha vuelto desprolija. Que lo diga, aunque no es.

Ser y estar no son la misma cosa, creo que ya lo dije.

Ser despeinada es una condición y estar es una situación, y por más que algunos días se me vea de rodete, sigo siendo despeinada.

Y por más que el viento desmejore mi peinado, hay quién destapa conmigo una noche y su cerveza.

Y que digan, desprolija, que lo digan que no es.

Que en la caricia del baile desabrocha mis prejuicios quien yo quiero y otro no.

Y que digan, lo que no es.

Que en la vía de mi cuerpo descarrila el que me gusta, a sabiendas, siendo, estando y cantando despeinada.

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