rosario

Miércoles, 10 de diciembre de 2014

CONTRATAPA

Líneas quebrando lo vacío

 Por Homs

El cielo, travestido de tormenta, infunde todos los pavores que puedan caberle al intelecto. Animales de gran porte, fusilados por su electricidad, se vuelven fuegos fatuos.

Una fuerza inevitable devora paraísos, molinos de agua y prosperidad.

La tierra ante el relámpago se humilla.

Los ríos coagulan plateado. Cauce y orilla, de miedo, se hacen un mismo aturdido paisaje.

Anochecida ira celeste.

Visceralidad excelsa. Artilugio perfecto.

*

El cielo, tan a lo alto, no deja de ser el límite. Un parámetro imposible de erradicar. Un estorbo con todas las letras.

Mientras el ídolo, esperpento transparente y orlado, no caiga frente a otro concepto que lo supere; mientras obnubile, obligue y haga decir o callar lo que mejor le convenga al momento, la ciencia será una criatura con la cabeza llena de sombras. Saber esclavo, superchería con tecnología de altísima sofisticación. Artefactos deslumbrantes para devotos ávidos. Vidrios de colores para el siglo veintiuno.

*

Hierros candentes que llueven, aquí por ustedes espero, desnudo de otra fe que no sea la del sacrificio, deseoso que la sangriza filtrada por mi corazón, a efecto de vuestro encuentro, se vuelva roja como tinta que se esparce sobre un papel de bambú, tinta ordeñada del diamante más carnal...

*

Atardece, y los dioses, dándole respiro a sus esqueletos, escinden de los músculos a los humores tanto dulces como sombríos. Vueltos chispas de iniquidad, esos humores, ardiendo en la inflamable necesidad del Pampero, bajan hasta dar con los mortales. Caprichos, vanidades y furias llegan con ese aire que induce a replantear el pasado por sobre toda cosa por hacer.

*

Un semáforo ha hecho del rojo la manera de transferir el olor que promueve la floración de los accidentes.

Rojo de la exacerbación. Dos manzanas maceran la potencia que reverbera en el saber.

Sin horizonte, una orquídea atardece en la selva equivocada.

*

Enormes bloques de concreto atardecen.

Símbolos de vidrio que logran decir prácticamente nada.

Un vampiro, recién arrojado a los brazos de la putrefacción, suspira.

Caballos negros cubiertos por nubes claras acuden volando. Nievan copos lilas, distancias enormes se vuelven comarcas vecinas.

Linces imaginarios inician su apareo.

*

La noche no podrá prolongarse por más de nueve minutos, tiempo suficiente para que los árboles lleguen a filtrar el oxígeno necesario.

Lo eterno será el atardecer, una celebración a lo intuitivo que hubo en la caverna, un campo de lavandas, cascadas entre piedras que de tan preciosas opacarán al atributo.

La verdad, con luz, se escribirá en el cielo. Poesía tallada en las rajas estelares.

*

El espacio es un reflejo azulado que dijeron saber pulir. El grueso de la gente, de más está decirlo, les creyó.

*

Llora un recuerdo el momento en que él fue el ahora. Cactus candelabros. Atardece en el cerro Cuadrado que le ha quitado simetría a sus lados. Yo desaparece tras esa perspectiva.

Atardecer lunar.

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