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Miércoles, 29 de noviembre de 2006

CONTRATAPA

Compraventa "Pasen y Vean"

 Por Miguel Franchi

A modo de disculpas e introducción: Durante muchos años ejerciendo el comercio de compra-venta de muebles y afines me debatí en la duda "ética" que hoy he despejado y paso a comentarles. Aún sabiendo que serían de utilidad y para el agrado de los lectores, en beneficio de las letras y el periodismo, me resistí sitemática y férreamente a la tentación de publicar escritos -en su mayoría cartas-, fotos, documentos, etc. hallados en los muebles que los clientes traían para la venta en consignación a mi negocio. Finalmente, tomando algunas precausiones, he decidido hacerlo.

Me parecía violatorio de la intimidad de los protagonistas que asomaban desde esas cartas.

He tomado las precausiones necesarias, a saber: autorización de familiares, comprobación de la inexistencia de los mismos, cambio de los nombres de los protagonistas. Esto último en el que caso de ser totalmente necesario, ya que muchas de las personas que habitan en estas historias nada tienen que ocultar y en muchos casos sobran los motivos para que lo que sientan sea orgullo y no otra cosa.

La antigüedad y el prestigio de "Pasen y Vean", un clásico en el rubro compraventa, ha hecho que entre mis clientes figuren personas que han alcanzado notoriedad. En estos casos las publicaciones se hacen con sus nombres verdaderos, ya que me pareció inútil preservar una intimidad que ya se habrán encargado de violar o lo harán tarde o temprano quienes escriban sus biografías, autorizadas o no.

De todos modos pido disculpas a quienes se sientan afectados por estas revelaciones.

Germinal H. Terrakius

Del cuaderno del pianista (*)

Mi padre debe tener el récord de tostadas quemadas en el planeta.

Una tarde de otoño allá en Rosario se lo dije y nos reímos.

Corrí un riesgo al hacerlo. Nos estaba rondando un ajuste de cuentas mutuo y ninguno de los dos se atrevía a lanzar el primer misil.

También me arriesgaba a que arrancara con su teoría acerca de que las tostadas al quemarse y el agua para el mate al hervirse son un indicador de la soledad que rodea al hombre en cuestión, en este caso él. Debo reconocer que no lo hacía para dar lástima o cosa por el estilo, mi viejo tenía otros defectos.

Igualmente yo no compartía esa teoría. Sigo creyendo que, al menos en el caso de Angel, se trataba de un indicador de dispersión y ansiedad y no de soledad.

Tenía la costumbre de poner el las tostadas y el agua para el mate y correr a la máquina de escribir o en los últimos años a la PC a escribir desenfrenadamente intentando retener alguna genialidad. Finalmente no fueron tantas ni tan pocas las genialidades. Recientemente acaban de publicar "Papeles sueltos" y me gustaría llamarlo y charlar con él de lo buena que me pareció la recopilación.

¿Qué le costaba quedarse parado junto a la cocina?...¿por qué no usaba la libretita de apuntes que tanto recomendaba a otros? A mí me resultó de gran utilidad. La llevo siempre a mano, sobretodo cuando ando en bicicleta que es cuando más cosas se me ocurren. Me detengo, tomo nota y sigo.

Mis libretas ya son como un archivo en miniatura, a veces las repaso y experimento las emociones más contrastantes.

Nieva aquí en Bruselas y se me han quemado las tostadas. No pude parar de tocar el piano. El humo hizo sonar la alarma contra incendios. La vecina vino a socorrerme y aprovecho para recriminarme por el ruído. Valía la pena, pude terminar esa maldita canción. Si la ensayamos mucho en agosto podré tocarla en Buenos Aires como un adelanto del próximo CD.

Lástima que no podré pasar por Rosario esta vez, seguimos inmediatamente a Santiago de Chile.

Por fugaz que sea el paso por Buenos Aires, dos funciones, no me libraré de uno o más de los amigos de mi viejo que viven en la capital que vendrán a saludar al "pibe de Angelito". "Tu viejo tendría que haberse instalado aquí y otra hubiera sido la repercusión de su obra..." y cosas por el estilo.

Eran sus amigos pero nunca se dieron por enterados del rechazo que sentía mi padre por Buenos Aires. De lo que le rompía las pelotas esa historia remanida del "hombre del interior que tuvo que emigrar a la capital dejando atrás sus afectos..." Se ponía como loco, "se van porque eligen...en definitiva están eligiendo...nadie habla así de los cosecheros que cruzan desde el noroeste al sur a trabajar en las plantaciones de manzana en el valle de Río Negro"...

Lo escuché miles de veces decir "todo el mundo se va de alguna parte..."

Acaba de hervirse por segunda vez el agua para el mate. Esta vez cometeré el sacrilegio de remediarlo agregándole una taza de agua fría. No estoy solo, el iraní que limpia los fluorescentes del palier acepta unos amargos y poco sabe de la preparación del mate.

(*) Hallado en las páginas de un cuaderno que llegó a "Pasen y Vean" entre unas partituras para piano.

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