rosario

Domingo, 31 de diciembre de 2006

CONTRATAPA

Abierto por balance

 Por Luis Novaresio

Fue el 2006: Tonta manía de hacer balances, cosa extraña de pro a la derecha y malas a la izquierda, como si en este país pudiera ser de otra forma. ¿Acaso esperás ser tan bueno con vos mismo y llenar de felicidades la hoja y no angustiarte con lo no tenido? No hay más paraísos que los paraísos perdidos, dice el gran Borges. Y sin embargo, lo hacés. Arbitrario, sin jerarquía, con deseo e impulso. Inútil. Pero con ganas.

Fue en junio. Y dijiste. Esta semana fueron denunciados penalmente dos cafés de la ciudad de Rosario por dejar fumar a sus parroquianos incumpliendo la ley antitabaco. Un funcionario de no importa qué estamento. Me detengo. No importa de qué estamento es porque estamos en campaña, no lo dudes, y todos se ponen sensibles si digo municipalidad o provincia. Menos mal que empezó el mundial, que si no, seguimos pariendo candidatos a presidente, gobernador e intendente. Sigo. El funcionario estudió el caso del humo y la nicotina soltados con libre albedrío invasor de mi libre albedrío y movilizó la maquinaria judicial para que se reprima semejante falta. Que la es, me dijiste. La es, te dije. Que implica hacer cumplir con una norma, sancionada democráticamente por el Congreso, me dijiste. Que implica, te dije. Todo fue en la misma semana en la que por enésima vez se contó el caso del enésimo pibe de entre 10 y 16 años que duerme en la calle, después de comer las sobras de algún restaurante de Rosario Hollywood. ¿Y? Nada. ¿Cómo, nada? Nada de nada. No hubo denuncia, operativo, articulación (maldito vocablo que usan todos) ni nada para ver que esos pibes no tengan que ser recogidos por la policía. Paréntesis: la seccional segunda les da mate caliente y algún sándwich. De motu propio. Porque sí. Porque siente que debe ser.

Fue en Julio: Te llamaba la atención. Abdullah tiene diecisiete años y casi es detenido por la policía por ser vendedor ambulante de joyas baratas sin autorización. El casi es porque se llevaron a Steven, otro amigo negro del chico, que hace lo mismo. Aunque Steven viene de Camerún. Detuvieron a uno solo porque la reacción de los colegas vendedores ambulante abortó el procedimiento. Y hasta por una suerte de solidaridad de la gente que pasaba por el lugar que gritaba que los dejen. Los funcionarios explican que ni papeles de residencia al día tienen y que sólo quieren hacer cumplir las normas. Abdullah vive en una pensión de San Martín y Montevideo. Solo. No tiene familia. Apenas unos amigos. Dejó su país hace un año, dejó a su familia, dejó la escuela, dejo la esperanza de encontrar un trabajo acá. El siente que muchas de sus pérdidas, al menos la que se esfumaron en suelo argentino, pasaron por ser negro. Los comerciantes de San Luis y San Martín pagan sus impuestos. Como pueden. Venden para tener una vida digna. Como pueden. La ciudad crece, como puede, y las autoridades dicen que tratan de mejorarla con orden, limpieza y seguridad. Como pueden. Abdullah espera saber si decomisarán su paraguas rojo.

En octubre defendías a los cínicos: Entonces me contaste de la escuela de filosofía que desafiaba a los clásicos Sócrates, Platón o Aristóteles, tan compuestos. Cínicos, admiradores de los perros y de los impulsos. Cuando le preguntaron a Antístenes qué es lo que había aprendido de la filosofía, respondió: ser capaz de hablar conmigo mismo. Al preguntarle qué cosa era lo mejor para los hombres, dijo: morir felices. En cierta ocasión, Diógenes de Sïnope se masturbaba en medio del ágora. Y comentó: ojalá fuera tan fácil librarse del hambre, frotándose la tripa.

En un banquete, algunos para hacerle una broma le echaron huesos como si fuera un perro. El fue y les meó encima, como un perro.

Apenas empezaba el año. Un año de memoria. "El conocimiento, en la tradición occidental, supone una peculiar dialéctica entre memoria y olvido. El recuerdo que no recuerda nada es el más fuerte. Hay un momento en que podemos reconocer que el olvido es la patria de la conciencia". (De la filósofa Mónica Cragnolini sobre su colega italiano Giorgio Agamben). ¿Conviene hacer memoria?, me preguntaste. ¿Conviene seguir pensando en lo que nos pasó para no repetir los errores como nos ensañaban nuestros viejos? ¿No repetimos y empeoramos todos so pretexto de estar haciendo memoria?

También fue en Julio. Y escribiste. El reciente fallo del máximo tribunal de la provincia de Buenos Aires haciendo lugar al pedido de una mujer de 35 años con obesidad, problemas respiratorios y cardíacos graves para que interrumpa su embarazo, reabrió la polémica social sobre el tema. O, en realidad, la polémica de los grupos de poder con acceso a la opinión pública, para ser más precisos. El Juez Roncoroni dijo, magistralmente, admitiendo el aborto: "Esto no niega el valor de la vida ni siquiera ingresa en el debate sobre el momento en que ella misma empieza. Podemos sostener que la vida empieza con la concepción y sin embargo dejar sin castigo al que la tomo como medio necesario para evitar un grave riesgo a su vida o a su salud. Y esto, no porque la ley le quite valor al heroísmo, sino porque no puede exigirlo. Una madre acaso decida no tomar un medicamento que es vital para su salud pero que es dañoso para la de su hijo. Otra madre puede pensar que es mejor afrontar el riesgo de morir que el de no tener descendencia. SIn embargo, la ley no habrá de penarlas si su decisión es distinta. Las leyes que exigen el heroísmo propio de los santos, requieren que los encargados de aplicarla tengan la crueldad propia de los demonios, Nuestro derecho no le dice a la mujer: vaya señora, y afronte el riesgo de la muerte. Al comprender que esas órdenes no pueden ni deben darse, nuestra ley no declara que una vida sea más importante que otra, sino que se compadece con la debilidad humana en estas extremas circunstancias y se abstiene de imponer castigos".

Mayo, el quinto mes: La familia de Brian Escobar, el chico que rescató a sus padres de un incendio en su casa, está de mala racha: hace unos días entraron ladrones en la verdulería familiar y robaron toda la mercadería que encontraron a su paso.

El propio Brian, ya acostumbrado a tratar con los medios de comunicación después de que se transformó en héroe, relató el robo con lujo de detalles. "Se llevaron todo".

El Dalai Lama visitaba la Argentina hacia fines de abril: El budismo reconoce, no cree, en las Cuatro Nobles verdades: el sufrimiento existe, el sufrimiento nace del apego a las cosas, el sufrimiento se supera y se supera por el Noble óctuplo sendero que conduce al Nirvana, estado de mayor iluminación al final de la meditación. Algo difícil de entender aún para quien escribe esto y, claro, para traducirlo en esta columna. Sí sorprende el desprecio de muchos hacia el budismo. Es que la intolerancia no es más que el reconocimiento en el otro de lo que en realidad detestamos en nosotros. A veces se es intolerante con el valiente que se atreve, con el sabio que conoce, con el feliz que disfruta. A veces, simplemente, con lo que no se entiende. El respeto por lo desconocido es un acto de extrema generosidad. Intolerancia e ignorancia. Peligrosa combinación.

En abril, la doctora Laura Cosidoy rompía el silencio general. Decías: Una jueza federal con rango de camarista dice desde hace más de dos años lo que los más comunes de los mortales sabe: el negocio de la droga crece y prospera. Y todo, con un gigantesco sistema de promoción estatal basado en la impunidad. ¿Y? ¿Y entonces? Las formas que se desatan contra ella. Incumple los deberes del funcionario público porque desconoce los ritos de ley. Que vaya a la justicia federal que desde la provincial hacemos lo que podemos. Que deje de mirar a la Nación que las provincias son autónomas en esas cuestiones. Que me extraña, su señoría, que atente contra nuestras honorable profesión, señores de toga y martillo a la diestra. Que ella no está bien. LO escuché. Que no está bien o se resiente por algo. Supongamos que es una anatema del sistema jurídico o una pérfida con secretos inconfesables. El sistema de regulación de la comercialización y venta de droga, ¿funciona como dicen ellos o como dice ella? ¿Forma o fondo?

El General Perón marchaba a San Vicente en octubre: No voy a los cementerios. Triste condominio de la nada, no entiendo su culto. Ahí no está mi padre, ni mi hijo, ni mi amor. Ahí hay maderas que contienen lo que alguna vez fue. Y ya no es. Tengo tanto por hacer con lo que es, con lo que mi padre, mi hijo, mi amor hizo y hoy son, que no quiero desperdiciarme en lo que no es. Me convencés y vamos. Entramos por Avenida Francia y descubrimos enseguida esa pared. El color es la primera genialidad. Si apenas fuese una pared lisa, de ese color, ya valdría la pena. Color en camposanto, se titularía la obra. Hacer visible la ciudad invisible, dice su creador. Unas cuatro mil fotos, alguna escultura de dos hermanos que se llevó el remanso Valerio, dice la leyenda. Hay de bebés fotografiados con su colita al aire, ancianas que sonríen con el deber cumplido, jóvenes antiguos que hoy lucirían modernos, señoritas que murieron de grandes siendo señoritas, ancianos con bigotes tupidos y tupidas ideologías. O lo que sea. Empiezo a imaginar sus vidas que me son anónimas y me ayuda a entender esta ciudad, mi aldea. Memorabilia es la última idea hecha ganas, vida, del genial Dante Taparelli instalada en el cementerio del Salvador. Fotos rescatadas de viejos depósitos de seres invisibles, anónimos, que hacen visible una historia. Un encuentro de vida. La muerte puede ser honrada o usurpada. Memorabilia o el acto de San Vicente.

En febrero, qué calor, un stripper iba a un geriátrico: No pretendo justificar semejante torpeza o semejante exceso de convicción de impunidad. Porque, en todo caso, es lo mismo. Imperdonable. Sólo quiero que pienses que el stripper que bailó en febrero según dice la denuncia de junio, fue quien hizo estallar a la Gachi, como le dicen todos, antes que ninguna otra cosa. ¿O hubo escándalo por si hace frío, por si faltan medicamentos que deberían comprarse con el haber de los abuelos, por si los proveedores del instituto se concursan y están en regla? Si una yunta de bueyes solía tirar menos que un par de filamentos cilíndricos, sutiles, de naturaleza córnea que nacen de lo poros de la piel, hoy, se ve, no pueden tampoco con una anatomía innecesariamente brillosa que promete éxtasis, pero todo sin tocar. Los pelos, los hombres de alquiler siguen pariendo el prejuicio del sexo ajeno, del que no te animás, del que envidiás, del que te hubiera gustado saber.

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